Cambio Climático y sus Efectos Sobre el Sector Agrícola en Colombia

Los embates del cambio climático se manifiestan en periodos de lluvia o sequía no solo más prolongados sino más severos (Cai et. al., 2014; Dell, Jones, and Olken, 2014). Estos episodios de exceso o escasez de precipitación, con respecto a niveles históricos, pueden afectar la productividad del campo si los productores no logran adaptar sus prácticas productivas a este nuevo escenario. Esto podría resultar en episodios de escasez de alimentos e incrementos en los precios.

El caso colombiano es interesante de analizar. Su ubicación geográfica entre los océanos Atlántico y Pacífico, y su cercanía a la línea del Ecuador, lo hace más propenso a sufrir las consecuencias de los fenómenos del Niño y la Niña. Como se muestra en el gráfico 1, los municipios colombianos son más propensos a experimentar episodios de exceso de lluvia (barras azules) cuando el fenómeno de la Niña (área azul clara) tiene lugar, mientras que los eventos de escasez de lluvia (barras rojas) ocurren con mayor probabilidad durante el fenómeno del Niño (área roja clara). En ausencia de periodos de Niña o Niño, los municipios colombianos son más propensos a experimentar escasez que excesos de lluvias.

Gráfico 1: Incidencia de los choques de precipitación, 2008-6 a 2018-6

Fuente: Bohórquez-Peñuela y Otero-Cortés (2020) [1]

El sector agrícola representa la principal fuente de ingresos para una proporción importante de hogares en el país. Según Otero-Cortés (2019), un 20 por ciento de la población ocupada en el país realiza sus actividades en áreas rurales, de los cuales el 63 por ciento lo hacen en agricultura. No obstante, solo el 15 por ciento de estos trabajadores realizan sus contribuciones a seguridad social (pensión y salud). Usando datos meteorológicos y registros administrativos de contribuciones a seguridad social para el periodo 2008–2018, Bohórquez-Peñuela y Otero-Cortés (2020) encuentran una relación negativa entre el empleo formal agrícola en áreas rurales y choques de exceso de lluvia, mientras que los episodios de escasez de lluvia se relacionan con un mayor empleo formalizado. En salarios, no se encuentran efectos significativos.

Para entender los efectos del cambio climático sobre la agricultura es necesario saber si el exceso o escasez de precipitación constituyen choques positivos o negativos de productividad y cuál es la relación entre el agua y los demás insumos de producción. La mayor parte de la literatura sobre el tema asume que los excesos de lluvia representan choques positivos de productividad y los periodos de escasez representan choques negativos. Estimaciones de precios mensuales en centrales mayoristas en función de los choques climáticos anteriormente mencionados muestran que los precios de alimentos básicos como arroz, maíz, papa o yuca están negativamente correlacionados con episodios de exceso de lluvia, mientras que los eventos de escasez de precipitación están asociados con incrementos en dichos precios. Estos resultados van de la mano con el trabajo de Bejarano-Salcedo et. al. (2020), quienes encuentran una asociación positiva entre la ocurrencia de los eventos del Niño y el aumento de la inflación de bienes perecederos, mientras que el fenómeno de la Niña se asocia con caídas en la inflación de alimentos.  Los resultados descritos anteriormente son consistentes con la visión generalizada en la que la lluvia está positivamente correlacionada con la productividad.

Los ajustes en mano de obra que encuentran Bohórquez-Peñuela y Otero-Cortés (2020) frente a excesos y escasez de lluvia sugieren la posibilidad de una hipótesis complementaria. En particular, es posible que el recurso hídrico y la mano de obra sean insumos sustitutos en la función de producción agrícola. En periodos de escasez, los agricultores intentan compensar una menor disponibilidad de agua con un mayor uso de mano de obra para sacar adelante la producción, los mayores costos de producción que conllevan el mayor uso de mano de obra, se reflejan además en mayores precios de los alimentos.

Además de los ajustes en el uso de empleo tras un choque climático, los productores pueden tomar medidas de mitigación ex ante para suavizar sus ingresos.  Estas medidas pueden incluir expansiones en el área sembrada o la diversificación del tipo de cultivos a sembrar. Por ejemplo, en un trabajo reciente para Perú, Aragón et. al. (2021) encuentran que las sequías están correlacionadas con un mayor uso del factor trabajo y con un incremento en el área sembrada y una mayor diversificación de los productos cultivados. Para el caso colombiano, evidencia preliminar a partir de las Evaluaciones Agropecuarias del Ministerio de Agricultura muestra que entre los años 2007 a 2019 el área sembrada de cultivos permanentes creció a un ritmo constante, mientras que el área sembrada de cultivos transitorios no experimentó cambios sustanciales, como lo indica el gráfico 2.

Gráfico 2: Área sembrada total en Colombia, 2007—2019

Cálculos propios. Fuente: Ministerio de Agricultura de Colombia.

 

Ante un escenario de eventos climáticos extremos más frecuentes y más severos, el sector financiero juega un rol fundamental.  Colombia cuenta con una política de crédito agropecuario diseñada para facilitar el acceso al crédito de los productores agropecuarios. Existe un banco de segundo piso (Finagro), que se encarga de canalizar recursos a través del sistema financiero para otorgar créditos con condiciones flexibles (i.e., tasas de interés más bajas y con garantías para aquellos productores que no cuentan con colateral suficiente) a estos productores. En un trabajo en curso con Jaime Collazos, Adolfo Ramírez, Diego Rodríguez, y Karen Rubio, observamos que el crédito en condiciones Finagro funciona como una herramienta de suavizamiento ex post, que se activa tras los eventos del Niño y la Niña. No obstante, el desarrollo de un mercado de seguros permitiría un suavizamiento ex ante frente a estos choques y evitaría que toda la carga recaiga sobre el endeudamiento de los productores. Para ello, es fundamental contar con un sistema de predicción y difusión de información meteorológica confiable.

 

Referencias:

Aragón, F. M., Oteiza, F., & Rud, J. P. (2021). Climate Change and Agriculture: Subsistence Farmers’ Response to Extreme Heat. American Economic Journal: Economic Policy, 13(1), 1-35.

Bejarano-Salcedo, V., Caicedo-García, E., Lizarazo-Bonilla, N. F., Julio-Román, J. M., & Cárdenas-Cárdenas, J. A. (2020). Hechos estilizados de la relación entre El Niño, La Niña y la inflación en Colombia. Borradores de Economía; No. 1105.

Bohorquez-Penuela, C., & Otero-Cortes, A (2020). Blame it on the Rain: The Effects of Weather Shocks on Formal Rural Employment in Colombia. Documento de Trabajo sobre Economía Regional y Urbana; No. 292.

Cai, W., Borlace, S., Lengaigne, M., Van Rensch, P., Collins, M., Vecchi, G., Timmermann, A., Santoso, A., McPhaden, M.J., Wu, L. & England, M.H. (2014). Increasing frequency of extreme El Niño events due to greenhouse warming. Nature climate change, 4(2), 111-116.

Dell, M., Jones, B. F., & Olken, B. A. (2014). What do we learn from the weather? The new climate-economy literature. Journal of Economic Literature, 52(3), 740-98.

Otero-Cortés, A. (2019). El mercado laboral rural en Colombia, 2010-2019. Documento de Trabajo sobre Economía Regional y Urbana; No. 281.

 

 

[1] De acuerdo a los autores, un choque de exceso de lluvia es aquel en el que la precipitación mensual en un municipio es superior al percentil 80 de la distribución histórica del mismo mes durante los últimos 30 años. De manera análoga, un choque de escasez de lluvia es aquel en el que la precipitación observada en un mes se ubicó por debajo del percentil 20 de la distribución histórica.