Economía: ¿cómo aprenden los mejores?

Fotos de Google Images: U. Chicago, Harvard, NYTimes, Sunedu.

Los economistas, además de estudiar la economía, se estudian a ellos mismos. Como en las películas de cine que tratan sobre actores de cine, los estudios económicos sobre el aprendizaje de la economía iluminan la actividad de interés desde un punto de vista conocido íntimamente por el autor aunque también revelan la complejidad del asunto en cuestión. Aprender no es una tarea económica aunque algunas de sus causas y consecuencias sí lo sean.

Dada la situación del Perú hoy, en que muchos estudiantes universitarios han levantado su voz en defensa de una reforma universitaria de calidad, la pregunta parece pertinente. Para aquellos jóvenes que apuestan por la economía como la rama de estudio que conformará la base para su futuro profesional, ¿hay alguna fórmula de éxito académico? Y más allá de las aulas, ¿es posible seguir aprendiendo?

 

Resultados de la literatura empírica

Docenas de estudios empíricos han intentado abordar esta cuestión para el ámbito del conocimiento económico. La respuesta general a la búsqueda de una sola receta para apender economía es simplemente que no existe. Reseño aquí algunos resultados de investigaciones recientes conducidas en EE.UU. (incluyendo al final del artículo algunas citas):

  • El tiempo dedicado fuera de clase a estudiar la materia no está relacionado al aprendizaje.
  • La capacidad de concentración tiene un rol positivo para el desempeño académico, ya sea de manera directa o indirecta como moderador del rol que juega el tiempo dedicado al estudio.
  • Los alumnos extrovertidos y orientados a las sensaciones tienen desempeño peor que los alumnos con la personalidad introvertida-sensorial-pensante-juiciosa, mientras que los alumnos con personalidad introvertida-intuitiva-pensante-juiciosa tienen un desempeño mejor .
  • Los alumnos introvertidos tienen menor probabilidad de obtener una nota baja que los alumnos extrovertidos.
  • Mirando el currículum completo de la carrera de economía, los alumnos con rasgos orientados a la decisión, el orden, los horarios y las fechas límite tienen un mejor desempeño.

Sin embargo, todos estos resultados empíricos son fruto de una metodología de estimación, por lo cual están abiertos a un margen de error. Además, la correlación no es causalidad por lo cual la evidencia es consistente con algunos mecanismos pero no necesariamente constituye una prueba completa. Concluir que sí existe una fórmula simplemente porque funcionó en varias muestras parciales (en EE.UU., ya que la literatura que he reseñado proviene de allí) resultaría poco defendible.

Incluso tomando esos los resultados como verdaderos y válidos en su contexto, no es obvio que puedan llevar a decisiones personales fácilmente operativas. ¿Acaso un joven economista extrovertido puede volverse introvertido? Incluso si pudiera, ¿valdría la pena que lo hiciera, simplemente para que le vaya bien en estudiar economía o en ejercerla? Algunos resultados de investigación reseñados arriba tales como la orientación al orden o la búsqueda de concentración para el estudio suenan razonables pero, nuevamente, pueden estar sujetos a disputa dependiendo de las condiciones sobre su validez.

Existen algunas guías disponibles en internet que brindan algunas sugerencias concretas o amplias para que el estudiante de economía tenga éxito. No suscribo ninguna de ellas, pero las encuentro útiles como referencia. En general, rescato de esta literatura la importancia de la concentración y el enfoque como hábitos del buen estudiante de economía. Ahora que hay técnicas para casi todo, una que puede resultar útil para la concentración es la de mindshift.  En esta época plagada de distracciones, desarrollar un buen hábito de estudio que lleve la atención de manera más directa al tema de interés puede resultar un activo valioso, que sirva también luego de haber dejado las aulas.  Yendo incluso un paso más allá: el economista no debe estudiar un tema simplemente porque le interese; hay obligación de conocer más acerca de problemas a veces engorrosos y “aburridos”, porque muchas decisiones privadas y públicas dependen de ellos.

Un cambio de paradigma: uso de data económica para un aprendizaje más proactivo

Recientemente, se ha cuestionado el método de la enseñanza tradicional de economía en pregrado, lo cual implica también cambios en las formas de aprendizaje por parte de los alumnos. En el modelo tradicional, la profesora enseña en la pizarra (o en Zoom) con el libro y la alumna, toma notas, estudia el libro, realiza ejercicios y luego encara las evaluaciones con componentes analíticos, sintéticos y creativos… todo en el plano de las ideas estáticas ya establecidas. La nueva propuesta consiste en abrir el currículum al uso de datos y modelos empíricos por parte de las alumnas y los alumnos de manera que enfoquen la economía desde un punto de vista metodológico del observador empírico. Raj Chetty, profesor de Harvard, en un curso recientemente introducido en la carrera economía, ha fundamentado esta propuesta en su posible impacto en el aprendizaje de los alumnos y en su propia experiencia como alumno e investigador. Las teorías y los libros están bien; pero combinarlos con data y metodología de análisis, incluso mejor, según esa visión.

¿Acaso entonces los alumnos deben estudiar economía con un enfoque orientado a datos y modelos propios? Esto resulta bastante más trabajoso tanto para el alumno como para el profesor. No sólo hay que saber el contenido del libro: el estudiante debe también ver cómo esos paradigmas o modelos del texto se contrastan con la realidad económica. Y el camino para llegar a la realidad de manera efectiva – un semestre típicamente son catorce breves semanas de clase – es la data sistemáticamente ensamblada lista para el análisis. Los mejores alumnos hoy en día muestran gran interés en métodos cuantitativos, que incluyen Stata, R y Python como lenguajes accesibles. Los currículos de estudio no cubren este aprendizaje: es un reto que cada alumno busque buenas guías y avance por su cuenta, con miras a potenciar su aprendizaje de la materia con su propio análisis de problemas económicos.

Curiosidad por saber más

Finalmente, la curiosidad puede ayudar. No tengo data sistemática sobre este punto pero anecdóticamente existen ejemplos relevantes. Judith Chevalier, profesora de Yale, cuando era estudiante universitaria no sabía qué iba a estudiar; llevó un curso de economía en su primer año, se interesó un poco, y luego fue tomando más cursos hasta interesarse más. Gabriel Carroll, profesor de Stanford, estudió matemáticas en pregrado y llegó a dominar cómo tomar cursos y escribir papers, combinando su actividad académica con algún oficio extracurricular como editor de una revista de humor; al graduarse, decidió viajar a China a ser maestro durante un año, con curiosidad de averiguar en qué consistía todo eso. David Galenson, profesor de Chicago, en su último año como universitario se encontraba ocupado haciendo su tesis pero decidió llevar cursos de otros programas académicos, entre ellos uno sobre historia del arte, lo cual lo motivaría a una importante obra décadas luego sobre la el ciclo de vida de la creatividad.

He allí una relación potencialmente clave para los economistas y más ampliamente para cualquier profesional: la curiosidad puede llevar a la creatividad. Pero sin una base sólida en los conocimientos ya establecidos en la rama académica de cada uno, lo que se construya será endeble. En economía, las virtudes que conducen a dominar el análisis y la síntesis pueden ayudar a preparar el terreno para en el transcurso también cultivar el pensamiento creativo. Con economistas más rigurosos, más sagaces y más volcados a solucionar problemas reales, especialmente las carencias de los más necesitados, nuestra sociedad mejorará. Lo cual nos trae de nuevo al contexto actual. Está muy bien que los jóvenes universitarios levanten su voz para exigir una educación de calidad; con la voz de su propia conciencia–que habla más fuerte–está incluso mejor que se la exijan a ellos mismos.

 

 

 

Referencias

  • Borg, M., H. Stranahan. 2002. Personality type and student performance in upper-level enomics courses: The importance of race and gender. The Journal of Economic Education 33, 3—14.
  • Nonis, S., G. Hudson. 2010. Performance of college students: Impact of study time and study habits. Journal of Education for Business 85, 229—238.
  • Ziegert, A. 2000. The role of personality temperament and student learning in principles of Economics: Further evidence. The Journal of Economic Education 31, 207—322.