¿“Black Lives Matter” en América Latina y el Caribe?

Black Lives Matter en la economía.

Una vez más estallan las protestas sociales en Estados Unidos, por las desigualdades que mantienen a la mayoría de la población afrodescendiente en situaciones de rezagos en múltiples dimensiones políticas, sociales y económicas. La forma en que muere George Floyd bajo la rodilla de un policía, y cuya evidencia gráfica llenó las redes sociales, inició una secuencia de indignación nacional que muy rápidamente se contagió a otras regiones, sobre todo en el mundo occidental.

Comprender y resolver el problema de la desigualdad racial de Estados Unidos ha sido objeto del análisis de muchísimos estudios económicos y de colaboraciones con muchas otras disciplinas. El problema de la discriminación racial se ha analizado desde varios ángulos y métodos en la economía. Becker en su clásico libro de “La economía de la discriminación” (1957), introdujo la idea de la “discriminación basada en gustos”, en la que se genera una desutilidad por interactuar con una persona de una identidad diferente a la propia. Los prejuicios y estereotipos aquí pueden operar de manera directa en afectar la forma como una persona de un grupo identitario trata a otro persona en otro grupo. En el caso en cuestión, hablamos de la desutilidad o malestar generados en una persona blanca por una interacción con una persona negra hacia la cual se tienen estos prejuicios. Quince años después, Phelps (1972) y Arrow (1973) agregaron a estos modelos la idea de la “discriminación estadística”, según la cual la dificultad en conseguir información detallada de cada individuo con el que se interactúa se compensa con información estadística del grupo identitario en cuestión y basado en esa observación de esos promedios (“la gente negra en promedio tiene menos educación, o la mayoría de personas en cárcel son negras”) se evalúan las habilidades particulares de una persona de ese mismo grupo, generando una discriminación hacia ella, sin saber de sus habilidades individuales. En cualquier de los dos mecanismos el resultado genera una situación en que las personas negras reciben un trato no solo injusto sino ilegal, dado el contexto de derechos jurídicos actuales. Cualquiera de estos dos mecanismos, además, impide que se den interacciones sociales que de otra manera podrían ser beneficiosas para la sociedad como un todo, al no interactuar con una persona del grupo discriminado con talentos y posibilidades de creación de valor o de bienestar.

Estas aproximaciones de la economía moderna no han sido ajenas a debates y críticas sobre su pertinencia y utilidad en el instrumental de la profesión para analizar los problemas de discriminación racial. Las implicaciones de usar estos enfoques para construir políticas públicas no son menores. Por ejemplo, tratar de mejorar las formas en que se hacen pruebas para mejorar la recolección de información sobre las habilidades individuales de personas en grupos históricamente discriminados, o usar métodos de ciegos de evaluación de dichas habilidades, han sido intentos por reducir, al menos, la segunda fuente de discriminación.

Sin embargo, el análisis del problema de discriminación racial, sin explorar el contexto histórico que acumula las razones mas estructurales del problema, se quedará incompleto. El texto mas diciente en este momento, en mi humilde opinión, es esta carta de William E. Spriggs a sus colegas economistas publicada recientemente y en donde ahonda en varios de los puntos mencionados antes. Una buena parte de su argumento se soporta en el error de la economía moderna en asumir el factor de “raza” como exógeno, y critica la miopía que puede involucrar el simplemente agregar la variable “raza” como una “dummy” en nuestras regresiones y análisis estadísticos.

La invisibilidad de economistas negros entre la profesión económica, e incluso una reciente controversia, no menor, de un editor de una de las mas importantes revistas académicas en la profesión, han llevado a una vez mas hacer un llamado a la invisibilidad de académicos negros que están trabajando por tener miradas mas profundas a las convencionales sobre el problema. Uno de mis héroes en esa línea de trabajo desde la economía es Glenn Loury, una de las mentes mas brillantes de la profesión, y con contribuciones enormes en éste y tantos otros temas. En esta búsqueda por visibilizar nuevas voces negras en la economía, incluyendo a Spriggs se dio este especial de la revista Fortune sobre economistas negros a leer hoy, y a propósito de la celebración del Juneteenth, rememorando que en esta fecha en 1865 se proclamó en el estado de Texas, la liberación oficial de los últimos esclavos de la unión americana, aunque solo hasta finales de ese año se alcanzó en dos estados que aún permitían la esclavitud.

¿Y esta discusión en la región latinoamericana?

La razón de mi introducción en la primera parte del texto tiene que ver con la cautela que debemos mantener al trasplantar estas aproximaciones de la economía moderna, originadas precisamente en norte américa, y aplicarlas casi que mecánicamente a nuestro contexto latinoamericano.

Veo al menos dos razones para dicha cautela. La primera tiene que ver con esa idea de la variable categórica de “raza” o etnicidad que tan claramente se puede identificar, incluso preguntar, en la población norteamericana y que aparece en cuanto formulario oficial y no oficial de ese contexto. Sin embargo, las categorías de “hispano”, “asiático”, “negro”, “indígena” o “blanco” tienen un contexto histórico de encuentro de orígenes africanos, europeos, nativos o asiáticos muy particular, y diferente!, entre norte y latinoamerica. En primer lugar, la segregación por origen, mucho mas fuerte entre unos y otros en el contexto norteamericano, entre otras por su historia colonial, generó muchos menos matices en la hibridación que los que observamos desde México hasta la Patagonía, incluido parte del caribe. La segunda razón de la cautela para no trasplantar mecánicamente esos instrumentales económicos a nuestra región tiene que ver con la misma historia que generó la trayectoria desde la llegada de los esclavos africanos a los diferentes destinos hasta hoy. Si los institucionalistas nos han enseñado que en el análisis económico “las instituciones importan”, ahora con mayor razón tenemos que convencernos que “la historia importa”, y ese es precisamente el caso de la situación de los descendientes de esclavos en uno y otro contexto y los sistemas que los dominaron y explotaron.

Por ambas razones, que las categorías usuales en Norteamérica pueden no aplicar, y que la historia de la esclavitud y sus instituciones allá y acá pudo generar sendas diferentes, es el punto central de invitar a que tengamos discusiones honestas sobre el problema de racismo en latinoamerica y de las desigualdades asociadas al color de la piel.

Cuatro siglos de esclavitud.

Dos fuentes conectadas para revisar la historia de la esclavitud trasatlántica vienen a colación para comprender la historia que antecede a las condiciones, también desiguales, de la población negra en latinoamerica. El reciente libro de Kenneth Morgan, “Cuatro Siglos de Esclavitud Trasatlántica” (2017) y publicado originalmente en 2016, hace uno de los mejores recuentos históricos de los factores económicos que llevaron a que mas de 12.5 millones de africanos fueran desterrados violentamente y trasladados a la fuerza a través del océano atlántico entre comienzos del siglo XVI cuando la corona española autorizó en 1501 la entrada de esclavos africanos en sus colonias y el año 1888 cuando fue abolida la esclavitud en Brasil, último de los países en hacerlo. Para observar la magnitud de este operativo naval, recomiendo esta animación que resume en 2 minutos los mas de treinta y tres mil viajes esclavistas por el Atlántico. La base de datos en que se basa esta animación y una buena parte del texto de Morgan provienen del proyecto https://slavevoyages.org/, el esfuerzo académico mas completo a la fecha sobre el comercio de esclavos y que nos permite comprender la importancia del periodo de esclavitud para la región de América Latina y el Caribe a donde llegaron la mayoría de esclavos.

Del total de esclavos desembarcados que lograron sobrevivir (10.7 millones), menos del 4% fueron llevados a las colonias de norteamérica, mientras que Brasil como colonia portuguesa y la América hispana recibirían el 57% de esas personas para mover los aparatos extractivos coloniales de Portugal y España. El Caribe recibió a su vez el 32% de estos esclavos para sus plantaciones.

Esos seis millones de esclavos que lograron llegar a las américas portuguesas y españoles entraron a hacer parte de sistemas económicos similares en lo económico, basados en la extracción de recursos naturales y de plantaciones, pero con sistemas políticos y culturales particulares. En particular, el catolicismo cercano al sistema político, jugaría un papel importante entre los esclavos y en la hibridación y sincretismos que diferirían de aquellos en el norte de américa. La santería en Cuba y el Candonblé en Brasil son ejemplos de estos procesos. La coexistencia de sistemas económicos de plantaciones con otros sistemas de dominación de los grupos indígenas en la región también crearían una mezcla mucho mas compleja que la separación mas tajante en Norteamérica y por tanto una diferenciación étnica menos segregada y con fronteras mas difusas que podemos observar en los fenotipos de los grupos de Latinoamerica.

Como resultado de estos procesos, hoy las categorías usadas en Estados Unidos para analizar económicamente las diferencias entre grupos rezagados como negros e hispanos no son tan claramente útiles para entender las diferencias de nuestra región. Uno de los estudios mas completos para comprender porqué estas categorías tienen menos poder de predicción, mientras que otras formas de ver el problema racial pueden lograr mas es el Project on Ethnicity and Race in Latin America PERLA dirigido por Edward Telles (2014) y con un grupo de colaboradores de la región.

En un escrito anterior ya había mencionado porqué esta idea de la pigmentocracia en américa latina puede ser mas interesante e útil para comprender sus disparidades raciales. En esencia, usando una paleta de colores para mirar la tonalidad de la piel, se pueden predecir con mayor precisión logros laborales, educativos y económicos que si se utilizaran estas categorías.

Dicha paleta de colores (ver gráfica) fue utilizada para determinar la tonalidad de la piel de los encuestados en la Encuesta Longitudinal de Colombia ELCA además de las categorías usadas en el Censo 2005 para el autoreconocimiento de los individuos dentro de las categorías convencionales.

Como ilustración del contraste en las dos formas de determinar la etnicidad y auto reconocimiento, en la siguiente tabla se pueden observar la fracción de respúestas de una muestra urbana y rural de mas de 26.086 personas en Colombia, que se auto reconocieron en las categorías convencionales (columnas) y la frecuencia de respuestas para cada tonalidad de la paleta de colores de los 11 posibles (filas) determinada por el encuestador. Obviamente hay una correlación entre unas y otras, pero la variación al interior de cada columna es al menos motivo de explorar hasta dónde las categorías del censo podrían responder a construcciones sociales, algunas de ellas ajenas y otras resultado de subjetividades que hacen mas difícil, como lo demuestra el proyecto PERLA, medir las desigualdades socio-económicas por etnicidad en América Latina. Observen, por ejemplo, la tonalidad 4 de la paleta de colores y cómo en esa tonalidad –para el grupo Rural, por ejemplo, aparece un 27% de quienes se auto reconocieron como “Negro, Mulato o Afro”, un 35% de quienes se autoreconocieron como “Blanco”, un 30% como “Mestizo” y un 33% que no se consideraba de ninguna de esas categorías.

     
Color de piel Indígena Negro, Mulato, Afro Blanco Mestizo Ninguno de los  anteriores
Rural% Urbano% Rural% Urbano% Rural% Urbano% Rural% Urbano% Rural% Urbano%
1 0% 0% 0% 0% 1% 2% 0% 1% 0% 0%
2 1% 3% 1% 0% 11% 12% 5% 4% 5% 5%
3 21% 15% 5% 4% 32% 37% 22% 28% 23% 24%
4 32% 34% 27% 10% 35% 30% 30% 31% 33% 34%
5 25% 27% 29% 23% 15% 12% 21% 19% 23% 21%
6 12% 13% 20% 23% 2% 2% 10% 10% 9% 7%
7 4% 3% 11% 20% 0% 0% 4% 3% 3% 2%
8 1% 1% 1% 9% 0% 0% 2% 1% 1% 0%
9 0% 0% 2% 5% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
10 0% 0% 0% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
11 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
Total 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100%

Fuente: ELCA 2013.

El legado de la esclavitud y las disparidades económicas en América Latina.

Las instituciones y la historia importan, y mucho. Acemoglu et.al (2012) muestran cómo el legado de la minería basada en la esclavitud durante los siglos XVII y XVIII en Colombia determinó una senda dependiente de rezago para esos municipios en cuanto a indicadores de pobreza, educación, salud, bienes públicos y acceso a la tierra tres siglos después. Su estrategia de análisis se basó en comparar con municipios aledaños similares en muchas condiciones excepto el no haber contado con aparatos económicos basados en la explotación del trabajo de esclavos. La exclusión persiste y se reproduce de múltiples formas que crean las desigualdades tan profundas de nuestra región.

Es por lo menos interesante que con menos de 400.000 esclavos que llegaron a Norte América (4% del total de esclavos traídos a las Américas), y el legado que trajo la cultura africana a Estados Unidos en tantas dimensiones, haya despertado una consciencia sobre los orígenes de la desigualdad racial en ese país y que tenga una vez mas a ese país en una movilización social y política de semejantes dimensiones.

Mientras tanto, los países de Latinoamérica que también construyeron su aparato económico con mecanismos similares basados en la esclavitud, recibieron al casi 60% de esos esclavos africanos. Estas colonias y sus posteriores repúblicas vieron también enriquecer sus culturas y economías mientras creaban las condiciones para un sistema que también generaría desigualdades profundas en los principales indicadores económicos, y que además de clase social incluirían dimensiones étnico-raciales particulares que necesitamos comprender, mas desde las óptimas de la pigmentocracias que se crearon en nuestra región.

Tenemos entonces una agenda por delante de estudiar desde la historia propia, y las categorías de análisis de este contexto, el porqué de estas brechas étnico-raciales en la región y que se expresan en continuos sociales, menos categóricos que los que se han dado en Estados Unidos.

 

Referencias.

Acemoglu, Daron, Camilo García-Jimeno, and James A. Robinson. «Finding Eldorado: Slavery and long-run development in Colombia.» Journal of Comparative Economics 40.4 (2012): 534-564.

Arrow, Kenneth. «The theory of discrimination.» Discrimination in labor markets 3.10 (1973): 3-33.

Becker, Gary S. The economics of discrimination. University of Chicago press, 2010.

Morgan, Kenneth. Cuatro siglos de esclavitud trasatlántica. Barcelona: Crítica, 2017.

Phelps, Edmund S. «The statistical theory of racism and sexism.» The american economic review 62.4 (1972): 659-661.

Telles, Edward. Pigmentocracies: Ethnicity, race, and color in Latin America. UNC Press Books, 2014.