El imperio contraataca

Las autoridades encargadas de la libre competencia en Estados Unidos han anunciado que están investigando a las cuatro grandes compañías tecnológicas, Google, Facebook, Apple y Amazon. La revolución que estas empresas han generado en numerosos mercados claramente no ha sido inocua, y su poder ha alcanzado ciertos límites.

Todavía no hay detalles de las investigaciones, que llegan años después de que los europeos han multado a las cuatro grandes tecnológicas por una serie de comportamientos anticompetitivos. Pero el hecho de que sean ahora los mismos norteamericanos quienes abren investigaciones es una señal suficientemente poderosa de que las amenazas competitivas están arriba de la mesa. Aquí no hay consideraciones proteccionistas, y esto no es parte de la guerra comercial. Estos procesos deberán evaluarse en su propio mérito.

Aunque la noticia golpeó fuertemente las acciones de estas compañías, que en un día perdieron más de 4% de su valor, este debate viene tomando fuerza hace tiempo. Quizá nada lo resume mejor que el artículo principal de la revista The Economist en marzo de 2017, que analizaba la revolución que Amazon significaba para la industria del comercio en el mundo. Acto seguido, el artículo se preguntaba si la valoración de la compañía, que en ese momento alcanzaba la friolera de 400 billones de dólares, hacía sentido. Asumiendo tasas de crecimiento exigentes y tasas de interés bajas, el análisis concluía que el valor de mercado de Amazon era posible.

Salvo por una pequeña gran consideración: el tamaño que debía alcanzar la compañía en los años siguientes para justificar esos valores era de tal magnitud, que era imposible que las autoridades de libre competencia no fuesen a cuestionar esa dominancia.

Ese momento parece haber llegado. Desde marzo de 2017, el valor de Google, Apple y Facebook ha crecido en promedio un 20%, y el de Amazon se ha duplicado. En conjunto, la capitalización de mercado de estas empresas casi alcanza los tres trillones de dólares. A medida que el valor de las empresas sigue creciendo, el tamaño del diente de políticos y reguladores también lo hace.

Los beneficios del crecimiento de estos gigantes tecnológicos para los consumidores están a la vista, pero menos vistosa es la presión que podrían estar ejerciendo estas empresas para bloquear el surgimiento de competidores. Posiblemente, esta tensión representa uno de los grandes dilemas económicos de las próximas décadas. Es de esperar que sea zanjada a favor de los consumidores y la innovación.

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