Apostillas a “Cuatro aciertos y ningún funeral”

Comparto una entrevista con Alejandro Radonjic publicada el jueves en El Economista.

AR: Hace unos días, publicó un interesante post en el siempre recomendable blog Foco Económico (“Cuatro aciertos y ningún funeral”). Allí hace un balance preliminar del Gobierno y plantea algunos escenarios hacia adelante. Por ejemplo, invita al Gobierno a “ser más cauto en sus objetivos económicos” y expresa que “no se pueden esperar grandes logros en el corto plazo, y quizás tampoco en cuatro años”. ¿Está queriendo sugerir que la performance de la economía hasta 2019 será, por decirlo de alguna manera, tacaña?

SG: El gobierno heredo una situación socioeconómica muy complicada, y hay trade-offs delicados por todos lados. En ese contexto, se hicieron anuncios de inflación que no se cumplieron pues era imposible cumplirlos, y ello no debe repetirse ahora que la inflación empezó a bajar y el Banco Central intentará anclar las expectativas con su política de anuncios sobre inflación. Por otro lado, se lo indujo al presidente a hacer anuncios sobre pobreza poco realistas. Este, en mi opinión, es un tema donde aún no tenemos claro siquiera el punto de partida. La pobreza heredada es la tasa de pobreza que te queda una vez que ajustas los desequilibrios K. Yendo al punto central de su pregunta, aun creciendo 4 puntos el año próximo, ello arrojará un magro crecimiento para el período 16-17 de menos de 2 puntos. De ahí en adelante, mucho dependerá, como siempre, de lo que pase en el mundo (precio de la soja, tasa de interés en US, Brasil, etc.), y de que políticas se adopten domésticamente. Respecto a esto último, el periodo 18-19 dependerá también de cómo llegamos a él. No será lo mismo si llegamos con un tipo de cambio insostenible, repitiendo un ciclo de ajuste incompleto y estímulo al consumo interno, que si el crecimiento del año próximo está dado por una recuperación importante de nuestras exportaciones y de la inversión. Yo busco enfatizar la necesidad de tener una mirada de más largo plazo y entonces avanzar sobre bases más firmes, pues finalmente, solo ello puede ser exitoso.

AR: Asimismo, argumenta que “el ajuste económico está a medio camino y no estamos cerca del fin lamentablemente”. ¿Eso se contrapone con la visión oficial, compartida por el grueso de sus colegas, de que “lo peor ya pasó” o son dos visiones compatibles?

SG: En términos de actividad económica, en el corto plazo, los datos sugieren que lo peor ya paso. Sin embargo, el ajuste fiscal apenas ha comenzado. Por supuesto, siempre pensé que tenía que ser gradual. De hecho, no podía no serlo. Pero a la vez aparecen tensiones importantes y se dan subas de gasto inoportunas y contraproducentes. Dado que la recesión actual sorprendió al equipo económico, se anuncia que el ajuste terminó y se habla de estimular la economía con obra pública. Ahí digo cuidado. Por ese camino podemos volver al ciclo que le mencionaba, donde el crecimiento no se sostiene, y donde se posterga el ajuste y vuelven a distorsionarse los precios relativos de la economía. El ajuste fiscal, gradual, es la prioridad. No se supera una experiencia populista como la de los K en 8 meses, y quizás tampoco en 4 años.

AR: También sostiene que “no sirve bajar la inflación atrasando el tipo de cambio” y dice que ese es un “riesgo que se corre actualmente”. Sin embargo, dado el ingreso de dólares de los últimos meses y los que vendrán a través del blanqueo y otras vías posibles (IED o una mayor cosecha en 2017, por ejemplo), sugieren que la tendencia hacia la apreciación del peso continuará. ¿Coincide y qué solución podría encontrarle el BCRA a eso?

SG: La clave es fiscal. Si el gobierno compra bienes no comercializables con endeudamiento externo, tendremos un tipo de cambio más bajo que el que podremos sostener en el mediano plazo. Y si a eso se le suma una política monetaria muy contractiva, queda clara mi preocupación. Sin embargo, hay que ser realistas, pues el gobierno no puede bajar el déficit fiscal de golpe, pero hay que estar alertas y no caer en la tentación de no ir haciendo el ajuste por estimular la demanda interna financiándose con deuda externa.

AR: Siguiendo con el post, argumenta que “la inversión necesaria para volver a crecer aún no ha despegado”. ¿Esto lo sorprende y por qué, o es lógico que aún no se haya desatado un proceso inversor?

SG: Es lógico, pero también es cierto que la misma no está escrita en las piedras. Hay que repensar muy bien el rol del estado en la economía, las políticas sociales y todo el sistema de incentivos, y hay que hacerlo con una mirada de mediano plazo. El país se tiene que mover por un delicado sendero donde se pondere muy bien la eficiencia y la equidad distributiva. Se creía que lloverían proyectos de inversión en el corto plazo. Hay mucho interés en el país, pero también hay mucha incertidumbre sobre la evolución económica y política de mediano plazo. Hay que trabajar sobre estos aspectos, los cuales no son para nada fáciles.

AR: Por último, un tema no tan debatido: las cuentas públicas. El equipo económico conoce, y muy bien, la importancia de la salud fiscal y, de hecho, tiene un plan para reducir el rojo fiscal gradualmente hacia 2019. Sin embargo, no va a ser fácil: se comprometió con nuevos gastos, resignó ingresos y debió “comprar” gobernabilidad. ¿Cree que el Gobierno tendrá éxito en el saneamiento de las cuentas públicas y, caso contrario, cuál serían las consecuencias de que no pueda?

SG: Si la economía crece, yo espero que el déficit baje. Quizás no siga la trayectoria exacta que anuncio el equipo económico, pero ira bajando. Lo que importa es la consistencia macroeconómica de mediano plazo. De ahí que también importe que haya sintonía entre la política fiscal y la política monetaria y las metas de inflación que anuncie el Banco Central. Pero está claro que hay que crear las condiciones para volver a crecer. Si la economía no crece, las presiones sectoriales y sociales harán más difícil el ajuste fiscal y ello terminara impactando en la inflación.