Proteger a los trabajadores más vulnerables de la informalidad implica reformar el mercado laboral tomando en cuenta los diversos canales de ajuste factibles para las firmas en el país

La evidencia muestra que la rigidez del mercado laboral—en particular en cuanto a formas de contratación y costos de despido—tiene efectos adversos sobre la formalidad de los mercados laborales, especialmente cuando los costos laborales (con relación a la productividad de la fuerza laboral) son altos.  Pese a que la evidencia es fácilmente accesible, muchos países en vías de desarrollo, como el Perú, no  han sido capaces de llevar a cabo reformas sustantivas que les ayude a combatir la informalidad laboral.  Dos preguntas que uno debe hacer a los gobernantes: ¿Acaso ustedes no saben que su inacción afecta de manera desproporcional a los trabajadores menos productivos, quienes usualmente son los más vulnerables al desempleo e informalidad? ¿Acaso ustedes no saben que las empresas privadas tienen como objetivo principal tener ganancias, y por lo tanto siempre buscaran la manera de ajustarse a los costos laborales (y otros costos) de forma que les permita permanecer rentables?

A nivel agregado la evidencia mundial (en países desarrollados y en vía de desarrollo) muestra que los empleadores usan diversos canales de ajuste para enfrentar los costos impuestos por políticas laborales onerosas.  La evidencia muestra que por lo general, las firmas en los países más desarrollados se ajustan a través de tres canales de ajuste: incrementando los precios de los productos y llevando a cabo recortes en gastos no salariales; implementando cambios en la estructura de recursos humanos a través de reducciones en la contratación de personal de forma permanente (raramente recurriendo a despidos), mediante el aumento de contratos temporales/limitados, y dando mayor uso a estrategias de outsourcing. Por último, otra forma de ajuste es a través de mayores inversiones en tecnología, capital humano, y mejoras en los procesos de administración de la firma.

En los países menos desarrollados, como el Perú, es más común que las firmas se ajusten a los cambios en los costos laborales de dos formas. Una es a través del tercer canal que ya mencionamos.  Aunque en los países desarrollados los recortes de personal son menos frecuentes, en las economías en desarrollo si se dan disminuciones (netas) de personal, así como aumentos en contratos temporales/limitados. El otro canal de ajuste es a través de la informalidad. En otras palabras, las firmas que no pueden pagar el salario mínimo legal salen de la formalidad parcialmente o completamente.  Hay muchas excepciones en ambos tipos de países, por lo tanto estos hallazgos son solo generales. Dado el contexto de Perú—una economía en vía de desarrollo, altamente vinculada al mercado externo y compuesto de firmas con diferentes niveles de sofisticación—todos los canales de ajuste presentados son viables. Debido a que la industria esta propagada por firmas que dependen de la mano de obra barata y donde la informalidad es ubicua, es muy probable que haya un sesgo hacia el uso de canales más comunes en países menos desarrollados.

Una de las principales lecciones que se puede derivar de la experiencia de los países que han adoptado este tipo de medidas, y que los políticos deben saber, es que reformas laborales que disminuyen la rigidez y los costos  pueden ayudar a atenuar los impactos negativos sobre el desempleo y la informalidad. En algunos casos, especialmente en aquellos en que los canales de ajuste propician mejoras en la productividad de las firmas, los cambios de nivel y manejo de la política salarial pueden acarrear impactos positivos. Por ejemplo, cuando los ajustes de costos laborales—como el salario mínimo—se hacen con base en criterios técnicos, alineados con la situación económica, los empleadores no solo pueden anticipar los cambios y adaptarse más fácilmente sino que también pueden llevar a cabo mejoras que les permite usar métodos de ajuste más óptimos.  Por el contrario, si los costos laborales son excesivamente altos con relación a la productividad laboral  y las leyes laborales imponen costos de despido muy altos y sin tener en cuenta la realidad  económica del país entonces la informalidad es la vía más factible para la gran mayoría de empresas.

También debemos aconsejar a los políticos, en caso no lo sepan, que además de la necesidad de llevar a cabo reformas al código laboral y a la práctica de manejo de las políticas laborales, en la medida de lo posible, también deben enfatizar (o introducir) medidas que ayuden a los trabajadores vulnerables a mejorar su productividad, y brindarles apoyo mientras se capacitan, y a la vez, ofrecer medidas que ayuden a las firmas vulnerables a la informalidad a ajustarse mediante canales que conlleven a mejorías en su productividad.  Llevando a cabo estas reformas mostraran que no solo están al tanto de la evidencia sino que también están al tanto de las consecuencias de sus acciones (o inacciones).

Escrito por Ximena Del Carpio, Líder de Programa de Inclusión Social, Banco Mundial.  Basado en un estudio escrito por Del Carpio y Pabon, titulado “Salario mínimo: impactos en el empleo, con énfasis en la productividad laboral”. Banco Mundial, 2015.