Domando los precios a la salida del populismo

 

Una versión anterior de esta nota fue publicada por el diario La Nación el 21 de febrero de 2016.

Además de fastidio popular, la gran suba en los precios del supermercado que ha habido desde octubre, ha incitado un debate acerca de si es una inflación típica o si resulta de los oligopolios de nuestra economía.

Sugiero pensar este problema con un simple ejemplo de gallinas. Como las gallinas ponedoras ponen un huevo por día, si una familia tiene diez gallinas, la producción diaria es diez huevos. Diez huevos es el nivel de consumo que puede tener la familia, sin que el mismo suba o baje en el tiempo. La tentación populista consiste en un buen día comerse los diez huevos más un puchero de gallina, creando una gran felicidad instantánea. El costo es que se estará destruyendo una parte del aparato productivo (que fue a parar a la olla), de modo que el consumo sostenible de allí en más será de sólo nueve huevos por día. Para que no se note el daño, uno puede faenar otra gallina y hacer una segunda fiesta con puchero y nueve huevos. Algo de esto nos pasó en el kirchenirsmo: hubo un gran consumo, alimentado por el rebote de la recesión previa, por una bonanza internacional que ya pasó, y por consumir porciones del capital. Ejemplos son la reducción de cabezas de ganado y reservas de petróleo, no actualizar la capacidad instalada para distribuir electricidad, manipular las estadísticas para que el daño no se note, etc. En el último tiempo, el kirchnerismo también obligó a muchas empresas a vender por debajo de sus costos; algo que las empresas sólo pueden sostener durante un corto tiempo. A decir verdad, cuando gobernó la derecha, a veces también mostró su gusto por el puchero, financiado en ese caso con gallinas tomadas prestadas del exterior, lo cual es un riesgo siempre latente. De hecho, la tentación de consumirse el patrimonio y tener que terminar en la pobreza es tan antigua que hasta figura en la parábola del hijo pródigo en el Nuevo Testamento de la Biblia cristiana.

La transición del populismo a una economía capitalista normal, requiere admitir que sólo quedan ocho gallinas y que necesitamos invertir algunos huevos para que nazcan pollitos (aprovechando las ocasionales visitas de un gallo picarón) y haya más huevos mañana. Durante un tiempo sólo habrá siete huevos para consumir. Nos encontramos en esa transición, en el cual las empresas reconstruyen su tasa de ganancia subiendo los precios en un efecto destape. Tras años de populismo, no sufren el disciplinamiento de competidores y tampoco hicieron las inversiones que permitan subir productividad, utilidad y salarios a la vez. Interpreto que esto es un reseteo de los precios y no una inflación clásica. Si el gobierno tiene éxito, la cuestión se estabilizará pronto. En este reseteo sí influyen factores como el grado de oligopolio o los costos de operar aquí. En cualquier caso, lo mejor que puede hacer el gobierno es peregrinar por el mundo cortejando a todos los capitalistas que quieran venir a crear puestos de trabajo y disputar las rentas de los empresarios que ya están.

* Director del Centro de Investigación en Finanzas, Universidad Torcuato Di Tella. Twitter: @jjcruces.