El poder de la política fiscal

Politica Fiscal

Argentina enfrenta dos importantes desafíos macroeconómicos: reducir la inflación y lograr el pleno empleo de su fuerza de trabajo y su capital. En 2016 la inflación podría caer a menos del 5% anual y se estima que entre 2016 y 2018 el ingreso podría crecer 15% (ver mi nota de Marzo). Eliminar el déficit es lo que más importa para alcanzar ambos objetivos. Para lograrlo recomiendo eliminar los subsidios a la energía y al transporte.

Cómo hemos argumentado reiteradas veces en este blog hay inflación cuando el Banco Central emite más pesos de los que los agentes privados quieren tener. Cuando la oferta de dinero excede la demanda, su valor cae, es decir, los precios suben (ver, por ejemplo, las notas de Nicolini aquí y aquí) . Para bajar la inflación inexorablemente hay que bajar la tasa de creación de dinero.

La pregunta entonces es porque el Banco Central emite dinero de más. La respuesta en el caso argentino es muy simple: el BCRA financia el déficit fiscal del tesoro nacional imprimiendo dinero. El gobierno gasta plata y como los impuestos y la emisión de deuda pública no son suficientes para cubrir esos gastos el gobierno simplemente imprime los billetes que le faltan para cubrir sus gastos. Así de simple!

La inflación es ineficiente cómo un método de recaudación y tiene altos costos sociales (ver aquí). Por eso hay que bajarla. Es un mal impuesto y es tremendamente regresivo!

En 2014 al déficit fiscal representó aproximadamente el 5% del PBI. Dado que eliminar la inflación requiere eliminar el financiamiento monetario del déficit fiscal hay dos vías: emitir deuda pública en vez de dinero para financiar el déficit o erradicar de cuajo el déficit. La primera vía es un parche que, en el mejor de los casos, reduce transitoriamente la inflación y en ausencia de una reducción sostenible del déficit siempre termina mal. Cuando la economía crece poco, endeudarse para financiar déficits hasta puede aumentar la inflación porque la gente se da cuenta que la deuda pública se acumula como una bola de nieve hasta que explota (ver nota de Carlos Rodríguez aquí). La solución que resuelve el problema para siempre es eliminar el déficit fiscal. Cuanto antes mejor, especialmente si hay elecciones cada dos años.

Imaginémonos que el gobierno elimina el déficit. ¿Qué sucedería? El Banco Central no emitiría mas pesos, los agentes económicos que entienden esto se darían cuenta que la inflación va a bajar y demandarían mas dinero. Para hacerse de estos pesos le venderían dólares al BCRA, la brecha entre el dólar “blue” y el dólar oficial tendería a reducirse y eventualmente desaparecería. El cepo cambiario se tornaría irrelevante. Luego de eliminar el déficit, el BCRA tendría la autonomía monetaria necesaria para dejar flotar el peso, y unificar el mercado cambiario no traería mayores sobresaltos. Si como parte del proceso el país logra el apoyo de la comunidad internacional para apuntalar las reservas mejor.

La finanzas públicas ordenadas tienen otro beneficio ya que al no tener un déficit que financiar el riesgo país caería notablemente y la Argentina tendría una posición negociadora más fuerte frente a los holdouts.

Los subsidios a la energía y al transporte son una importante fuente de gastos, y un lastre para el crecimiento económico al desalentar la inversión en infraestructura energética y al inducir utilización ineficiente de la misma. En 2014 los subsidios ascendieron a 4.5% del PIB; casi el 90% del déficit. La combinación de la eliminación de los subsidios y la recaudación adicional que el gobierno obtendría por la aceleración del crecimiento eliminarían el déficit. Esta política se podría cómodamente complementar con un vehículo para compensar el impacto de la quita del subsidio sobre la población más vulnerable.

La eliminación del regresivo y altamente distorsivo impuesto inflacionario junto al ordenamiento del mercado energético eliminarían importantes fuentes de ineficiencia, enriqueciendo el país.

Es clave entender que, a diferencia del caso keynesiano de libro de texto, la eliminación del déficit fiscal Argentino aumentaría la demanda agregada; sería expansiva. El saldo de la cuenta corriente Argentina en este momento es nulo. Es de esperar que luego de eliminar la inflación y ordenar las finanzas públicas caiga el costo del capital en Argentina, la cuenta corriente se vuelva deficitaria, aumente la inversión y aumente el consumo (ver aquí). Esto le daría a la economía el impulso necesario para llegar a su producto potencial.

Concluyo que la política fiscal, preferentemente una contracción en el gasto público, tiene el poder de posibilitar la baja de la inflación y de expandir el ingreso y el empleo

En un año electoral no puedo evitar la tentación de terminar sugiriendo que una de las preguntas mas importantes que tenemos que hacerle a los políticos sobre temas económicos es cómo piensan reducir el déficit fiscal. Aquellos que prometan reducir el impuesto a las ganancias, bajar las retenciones, proteger el empleo público y mantener los subsidios, al mismo tiempo que prometen eliminar el cepo, bajar la inflación y generar empleo merecen una pizca de desconfianza.