Mala onda

“Wall Street anticipa una recuperación gradual y modesta para Chile el 2015” era el titular de una noticia a dos páginas que llevó uno de los principales diarios del país hace una semana. “Proyecciones del PIB para este año se concentran entre 2,5 y 2,9%”, agregaba el subtítulo.

Basado en los titulares anteriores, yo esperaba muy pocas proyecciones de 3% o más, por lo cual me sorprendió constatar que ocho de las 23 proyecciones estaban en ese rango. Un subtítulo alternativo, igualmente válido, pero centrado en las proyecciones optimistas en lugar de las pesimistas, hubiese sido “proyecciones del PIB para este año se concentran entre 2,8 y 3,4%”*. Si se hubiese agregado que dichas proyecciones no consideran el impacto positivo que tendrá para Chile el derrumbe del precio del petróleo, el mensaje habría sido aun más alentador.
“Pese a mejora, confianza de consumidores sigue en niveles pesimistas”, informaba el mismo medio a fines de diciembre. Al leer la noticia se constataba que el Indice de Percepción del Consumidor de la Universidad del Desarrollo había subido de 94,9 a 99,8 entre octubre y noviembre. El texto de la noticia era un esfuerzo sistemático por presentar de manera negativa una noticia que era positiva. Mala onda.
“Chile cae al cuarto lugar de A. Latina en ranking que mide la facilidad para hacer negocios”, fue el principal titular de portada de otro influyente diario hacia fines de octubre del año pasado. La cobertura de la noticia, en varias páginas interiores, responsabilizaba al actual gobierno del deterioro. “El resultado es una lástima y una llamada de alerta”, afirmó quien fuera ministro de Hacienda del gobierno anterior.
En los días que siguieron, el mismo medio dedicó dos editoriales a reforzar el mensaje: “El país debe retomar la senda de reformas estructurales que apunten a mejorar su eficiencia”, se concluía en uno de ellos, sugiriendo que las reformas que se están haciendo serían las responsables de la caída en el índice.
El ranking en cuestión era el Doing Business (Haciendo Negocios) del Banco Mundial. Este índice mide en qué medida las regulaciones existentes en 189 países limitan o facilitan las posibilidades de hacer negocios.
Los datos del Doing Business que motivaron la cobertura privilegiada recién descrita cubrían el período que va del 1 de julio de 2013 al 30 de junio de 2014. Es decir, el 80 por ciento del período considerado correspondía al gobierno anterior. Es “mala onda” responsabilizar al gobierno de Bachelet del deterioro en este ranking, cuando la responsabilidad es principalmente del gobierno de Piñera.

La reforma faltante
Lo dijo Ricardo Lagos poco después de dejar la presidencia. Un tema pendiente de los gobiernos de la Concertación fue que no emergió un medio impreso cercano a la centroizquierda que influyera sobre la agenda pública como lo hacen los principales medios de centroderecha.
La primera pregunta que se hace un economista cuando es evidente que existe demanda insatisfecha en un mercado es cuáles son las barreras de entrada que explican el fenómeno. Era uno de los capítulos que no alcanzamos a escribir para el libro Que gane el más mejor, del cual soy coautor y que sigue pendiente.
Es un desafío difícil de abordar. La solución no es un diario de gobierno, esos no los lee casi nadie. Además, los incentivos para que el gobierno actual enfrente este desafío son pocos, pues los frutos se darán sólo en el mediano plazo.

¿Cuánto importa?
¿Cuán precisas son las proyecciones de crecimiento del producto? ¿Es un buen índice de productividad el Doing Business del Banco Mundial? ¿Importa que la prensa de oposición presente información económica sesgada?
Aunque los periodistas suelen omitir informar al respecto, los bancos centrales más sofisticados informan la precisión real de sus proyecciones. Así, por ejemplo, si queremos un intervalo que contenga el crecimiento del producto durante 2015, con una probabilidad del 90 por ciento, dicho intervalo incluye desde aproximadamente 0% hasta el 5%, según el Ipom del Banco Central de diciembre**. Si nos contentamos con que el intervalo contenga el crecimiento efectivo con una probabilidad del 50 por ciento, este va desde 1,3 a 3,9%.
Es importante señalar que la falta de precisión en las proyecciones económicas es común a todos los bancos centrales. De hecho, los bancos centrales al menos son transparentes al respecto, a diferencia de mucha banca de inversión, cuyas proyecciones son más imprecisas, pero que no reportan la incertidumbre asociada. Lo dijo John Kenneth Gailbrath hace más de medio siglo: “La única función de las proyecciones económicas es que los astrólogos parezcan respetables”.

En vista de lo anterior, podría argumentarse que la batalla que libra el gobierno con la oposición (y sus medios afines) para anclar las expectativas respecto de la tasa de crecimiento del 2015 por encima o por debajo del tres por ciento es un tanto irrelevante.

Si todo el mundo supiera lo poco precisas que son esas proyecciones esto es cierto. Pero no lo sabe, por lo cual donde se anclan las expectativas pueden importar e influir sobre decisiones de actores económicos. De hecho, todos saben que los ministros de Hacienda, ahora y siempre, tienden a hacer proyecciones optimistas. Lo que se ha ido acentuando durante este gobierno es que los medios de oposición transmiten noticias que sugieren una situación peor de la real.

Respecto del índice Doing Business, mi opinión es que es un índice de valor limitado. Un informe interno del Banco Mundial fue el primero en señalar los problemas que tiene, siendo el principal de ellos que captura las regulaciones de jure, no de facto, es decir, se centra en la letra de la ley y no considera en qué medida se fiscalizan las regulaciones. No obstante lo anterior, Chile -efectivamente- tiene un problema de productividad. Sin embargo, dicho problema no es del gobierno actual ni del gobierno anterior, viene de hace más de una década sin que se haya logrado revertir.

El problema de la productividad es un problema que este gobierno, y gobiernos futuros deberán abordar y que debiéramos ser capaces de discutir con altura de miras y en una perspectiva de mediano plazo. Con la “mala onda” imperante es difícil hacer los diagnósticos correctos que requiere este desafío.

*14 de las proyecciones están entre 2,5 y 2,9%, con sólo una inferior a 2,5%; 13 proyecciones están entre 2,8 y 3,4%, con sólo una superior a 3,4%.

**Se supone que se dan las condiciones bajo las cuales los métodos bayesianos y frecuentistas son equivalentes, de modo que los conceptos de intervalo de confianza y distribución posterior son equivalentes.

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