En Argentina, la Educación no alcanzó el 6% del PBI

El déficit en la inversión en educación post 2003

Uno de los logros de la política educativa del gobierno kirchnerista había sido, de acuerdo a sus publicistas, que el gasto en educación (de la Nación y de las provincias) hubo alcanzado el 6% del Producto Bruto Interno (PBI).

Sin embargo, a partir de la nueva base de cálculo dispuesta por el propio INDEC en mayo de 2014, se constata lo que antes apenas se intuía: para la serie 2005-2012, en educación nunca  se llega a alcanzar el 6% del PBI.

El cambio de la base de cálculo del INDEC respecto del PBI despertó controversias sobre el aparentemente innecesario pago de la deuda externa en 2009. Ahora sabemos que el cambio de base también alcanza a la deuda interna: no se invirtió en educación ni siquiera lo que se había comprometido en la Ley de Financiamiento Educativo.

La idea de llevar la inversión en educación al 6% del PBI fue propuesta en 2004 y aprobada por el Congreso Nacional en 2005 en lo que se dio en llamar “Ley de Financiamiento Educativo” (LFE). Esa ley, que aún hoy es apoyada por buena parte del espectro político, por la dirigencia sindical docente y por el establishment educativo local, tuvo evidentes problemas de enfoque en el marco de las políticas públicas que hemos señalado en artículos académicos y periodísticos. Uno de ellos era la reverencia al tótem “6% del PBI” que ya era técnicamente ‘vieja’ en 2005: fue propuesto por la UNESCO hace medio siglo para direccionar el gasto público en países cuyo sistema educativo recién se iniciaba, que no es precisamente el caso argentino.

Con la vieja base de cálculo del INDEC (1993), y con una administración efectuada por el INDEC que mereciera severas críticas de la comunidad técnica y científica respecto del manejo de las estadísticas públicas post 2006, el entusiasmo crecía cuando se suponía alcanzar las metas de la LFE. En el informe final del Monitoreo de la Ley de Financiamiento Educativo del CIPPEC[1], por ejemplo, se afirmaba que el gobierno argentino “sobrecumplíó” las metas de inversión educativa puesto que se arribaba a las metas anuales de la LFE antes de lo estipulado y, un año antes de lo que la ley obligaba, ya se alcanzaba el número mágico de 6% del PBI.

Sin embargo, la nueva base de cálculo del INDEC –cuyas enormes diferencias respecto de la versión original semejan más que un mero cambio de metodología– incluye un sinceramiento (tal vez parcial e  insuficiente) del comportamiento inflacionario, lo que empuja a la suba del PBI nominal. Esto,  contrastado con el gasto en educación, reduce la proporción de dicho gasto sobre el total. En resumen, el Cuadro 1 proporciona evidencia estadística respecto del comportamiento del gasto consolidado en educación (la Nación más  las 24 provincias) para el período 2005-2012. En él se puede observar un crecimiento relevante entre 2005 y 2009, cuando el gasto en educación alcanza  el pico de los 5,2 puntos como porcentaje del PBI. Pero, entre 2009 y 2012, ese porcentaje se estanca y, lamentablemente,  en ningún momento se alcanza el benemérito 6%.

Más que “sobrecumplimiento”, el gobierno admite de hecho su propio “incumplimiento” y  ya no es posible proclamar, como hasta hace unos pocos meses, que Argentina es uno de los países del mundo que más invierte en educación. La UNESCO y la OCDE (que realiza las pruebas PISA) también deberán modificar sus bases de datos y adaptarlas a un encuadre menos cosmético y más realista de la educación argentina.

En realidad, este incumplimiento no importa tanto por el hecho de no haber alcanzado el mágico número 6 sino por dos razones prácticas de una envergadura explicativa mayor. La primera es la constatación del estancamiento en el crecimiento de la inversión educativa como proporción del PBI desde 2008/2009, cosa que se verifica, incluso, cuando se analiza la evolución del gasto real. La segunda razón es que al no alcanzar ninguna de las metas legales se fue forjando una deuda creciente por parte de los gobiernos con la educación y se ha generado un déficit financiero para la educación que puede ahora ser cuantificado y que claramente indica el faltante de inversión educativa post 2003. En el siguiente cuadro se especifican las metas para cada año propuestas por la LFE, y el porcentaje deficitario de gasto en educación.

 

En resumen, el déficit 2005-2012 derivado del incumplimiento de las metas de la LFE asciende a $82.812 millones en valores corrientes (o $124.010 millones a valores de 2012), lo que equivale  al  84,8% del gasto educativo total del año 2012. Para decirlo en forma más clara, lo que la Argentina dejó de invertir en educación entre 2005 y 2012 de acuerdo a las parámetros fijados por el Parlamento y publicitados hasta el hartazgo por el propio gobierno equivale a casi un año de ejecución presupuestaria de la educación de la Nación y las 24 provincias todas sumadas.

En resumen:

1) La inversión en educación en Argentina no había alcanzado nunca el 6% del PBI durante el período 2005-2012, llegando a un máximo de 5,3%.

2) Si bien el financiamiento educativo crece sostenidamente hasta 2009, desde entonces se encuentra estancado en torno al 5/5,3% del PBI.

3) Al no alcanzar las metas propuestas por la Ley de Financiamiento Educativo para ninguno de los años de la serie, se generó un déficit financiero con la educación que hasta 2012 equivale, prácticamente, a la suma de lo que la Nación y las 24 provincias invierten en educación anualmente.

Una versión extendida de este post puede verse en

https://www.academia.edu/7052378/Educacion_no_alcanzo_el_6_del_PBI

 

[1] CIPPEC, Monitoreo de la Ley de Financiamiento Educativo, Informe Final, Buenos Aires, 2012