El apostador

El lema favorito del apostador abusivo es “cara yo gano, sello tú pierdes”. Sebastián Piñera siempre ha sido un apostador. Ahora intenta aplicar ese lema a los resultados económicos de su gobierno.

Chile se recuperó con celeridad de la gigantesca crisis financiera internacional del 2008-09.Ahora se desacelera fuertemente, con un crecimiento pobre en los últimos meses.Según el presidente saliente, lo primero es mérito exclusivamente suyo, y lo segundo es culpa de otros. Si la cifra es buena me la atribuyo; si es mala te la endoso. Cara yo gano, sello tú pierdes.

La verdad es muy distinta. A fines de la década pasada Chile sufrió la crisis internacional más grande desde la Gran Depresión. El valor de las exportaciones cayó 40% en un año

y los préstamos externos se esfumaron. Pero diferencia de lo que había ocurrido con otros remezones internacionales de menor magnitud, esta vez las tasas de interés internas no se dispararon, las instituciones financieras no se desplomaron y las pymes no acumularon una nueva mochila de deudas impagables.

Al contrario:beneficiándose de políticas fiscales y monetarias fuertemente anti-crisis, la economía chilena tuvo un breve interludio contractivo y ya a fines del 2009había retomado el crecimiento. En Chile la recesión duró unos meses; en Europa,más de cinco años. La cesantía subió durante la crisis, pero alcanzando un techo muchísimo menor que en remezones anteriores. Con el viento de cola de las políticas anti-crisis, e impulsados por la recuperación internacional, la actividad y el empleo se siguieron expandiendo hasta no hace mucho.

Sebastián Piñera sostiene que todo esto es mérito suyo. La verdad, por suerte, es menos mezquina. Chile pudo enfrentar bien la crisis porque por décadas construyó las instituciones yla credibilidad que le permitieron hacerlo. Algunas de las reglas fiscales que facilitan un buen desempeño presupuestario en Chile se remontan a Alessandri Palma. Otras datan del gobierno de Frei Montalva. Todas fueron fortalecidas en los gobiernos de Lagos y Bachelet. Y el gobierno de Piñera también les introdujo modificaciones, varias en la dirección correcta.

Así se construyen los países. De a poco.

Lo mismo ocurre con las instituciones monetarias. Chile tiene un Banco Central cuya independencia y calidad técnica es la envidia de muchas naciones. Gobierno tras gobierno se ha esmerado por respetar la autonomía del banco y nombrar como directores sólo a profesionales del más alto estándar. Por eso nuestro Banco Central pudo bajar abruptamente las tasas de interés cuando azotó la crisis, y no hubo fuga de capitales ni la inflación se disparó. Los bancos centrales de países emergentes que pueden hacer tal cosa se cuentan con los dedos de una mano.

Si la versión delPresidente de los inicios de su gobierno es tendenciosa, su versión de las postrimerías de su administración es igualmente distorsionada. Piñera culpa de la desaceleración a los planes de la administración entrante, que no generarían confianza en el mercado. De ser así las autoridades que asumen este martes tienen una influencia internacional inesperada, porque resulta que Brasil,Colombia, Perú y varios otros emergentes se han desacelerado al mismo tiempo que Chile.

La verdad, una vez más, no calza con la versión oficial. En la medida que China crece menos y se debilitan los precios de los recursos naturales, muchos países crecen menos. EnChile el problema se ve exacerbado porque la minería y otros sectores intensivos de recursos naturales tuvieron un ciclo fuerte de inversión, que llega a su fin. Y como no hay otros sectores nuevos que puedan tirar el tren del crecimiento, la economía tiende a desacelerarse y se crea menos empleo.

Lo que nos lleva al tema de fondo: el crecimiento de largo plazo. Ahí está, junto con la persistente desigualdad, el gran problema de Chile. Antes de la crisis internacional, el Comité de Expertos convocado por Hacienda fijaba en 4,8% el potencial de crecimiento de Chile. En su estimación más reciente, ese comité fija el crecimiento potencial en…. el mismísimo 4,8%.

Sebastián Piñera hizo campaña prometiendo grandes reformas. No hizo ninguna. Expertos de todos los sectores subrayan que Chile tiene una energía cara y escasa, una estructura productiva anquilosada, una baja capacidad de innovación tecnológica, un mercado del trabajo imperfecto y un Estado que combina bolsones de excelencia con otros de lentitud y burocracia. ¿Qué cambios de fondo hubo en estas áreas que puedan garantizar el crecimiento sostenido? La respuesta la conceden (en privado, claro está) hasta los más entusiastas partidarios del Presidente:ninguno.

Se adoptaron ciertas políticas apropiadas: la nueva ley de quiebras, la licitación de los seguros hipotecarios, la ley única de fondos constituyen avances. La consolidación dela Alianza del Pacífico también abre perspectivas. Pero atribuir a estas medidas un cambio de fondo en la competitividad de la economía chilena es estirar demasiado el chicle de la verosimilitud.

A Chile le hace falta una verdadera revolución productiva, que nos permita usar el talento y los conocimientos de chilenas y chilenos para ampliar drásticamente la canasta de bienes y servicios que le vendemos al mundo, creando así empleos de calidad. Claramente, esa tarea queda pendiente para gobiernos futuros.

Mientras tanto, eldesafío de recuperar la credibilidad y la sensatez del diálogo es el másurgente. En los últimos cuatro años, las cifras de pobreza y del censoperdieron toda confiabilidad. Las de empleo y delincuencia también han sidocuestionadas. Y ahora el presidente saliente quiere instalar una versión denuestra historia que poco y nada tiene que ver con la realidad. Es una apuesta,pero no de las sirven para construye un país mejor.