En-redos sociales

Por Leopoldo Fergusson (@LeopoldoTweets) y Ángela Lülle

 El 11 de febrero de 2010, un reportero de la BBC escribió: “Lo llaman la ‘Revolución de Twitter’. Las protestas tras las elecciones en Irán le mostraron al mundo el poder de los nuevos medios para organizar y hacer pública la oposición en una sociedad controlada”. Y añadió, como enfatizando que los tiempos han cambiado, “en el aniversario de la Revolución Islámica de 1979, una vez más Twitter, Facebook, y otras herramientas de internet podrían ser cruciales para ayudar a la oposición a organizar otra protesta importante”. Meses después vendría la Primavera Árabe y con ella la aparente confirmación de la importancia de los nuevos medios, y concretamente las redes sociales, para consolidar una nueva ola de protestas sociales. La semana pasada, Twitter confirmó dificultades para operar en Venezuela. Aunque el gobierno negó estas acusaciones, de ser ciertas sugieren que los líderes políticos le temen a las implicaciones de estos medios para la protesta social e intentan bloquearlos.

Pero, ¿son realmente tan decisivas estas nuevas herramientas tecnológicas para la protesta social? A pesar de su aparente importancia, algunos han cuestionado la sabiduría convencional diciendo que las protestas efectivas, al fin, las hacen las personas que salen a la calle, y no unos cuantos nerds sentados en un computador. O, también, citando la baja penetración de Facebook y Twitter durante las revoluciones que supuestamente facilitaron.

Inclusive descartando estas razones para el escepticismo, ¿cómo saber si las redes sociales realmente han contribuido a incrementar la protesta social? No hay que ser muy sagaz para entender que, quizás, muchas de estas protestas se habrían presentado de todos modos. Y que, por lo tanto, incluso si vemos simultáneamente un incremento en la penetración y uso de las redes sociales y en la protesta social, ello no quiere decir que Facebook o Twitter sean causas del incremento. Bien podría ser al contrario: motivados por movilizarse, los ciudadanos echarán mano de las herramientas disponibles y es más bien la protesta la que explica el ascenso de Facebook. Y, aún aclarando este lío, quedan abiertas muchas preguntas, quizás las más interesantes: ¿Cómo, exactamente, han influido las redes sociales en la movilización política? ¿Qué tipo de personas o sociedades han enfrentado un mayor cambio? ¿Qué aspectos de la movilización y la participación política pueden cambiar con estas tecnologías? ¿Los cambios se dan primordialmente entre ciudadanos, o hay cambios importantes en el comportamiento de gobernantes y líderes políticos? Y la lista podría continuar.

Por todo esto, es de esperar que en los próximos años continuemos viendo un incremento importante en la investigación académica sobre estos temas. Este creciente interés proviene no sólo de la importancia de los nuevos medios, sino de la abundancia de información contenida en los miles de millones de usuarios, mensajes, y conexiones que va dejando la difusión de las redes sociales. De hecho, algunas universidades ya han construido centros especializados para el estudio de estos fenómenos. El NYU Social Media and Political Participation Laboratory y el Center for New Media and Society of the New Economic School of Moscow, por ejemplo, están dedicados al tema y el año pasado organizaron un interesante foro en Florencia (pueden consultar los trabajos presentados acá, y también los videos del encuentro).

Varias investigaciones han arrojado ya ciertas luces sobre la influencia de Internet y los nuevos medios en las protestas. Enikolopov, Makarin, Petrov y Polishchukc muestran que VKontakte (algo así como el Facebook ruso) fue un determinante importante de la participación en protestas sociales en Rusia en el periodo 2011-2012. Cristancho y Anduiza, a partir de una serie de entrevistas e información sobre diferentes organizaciones sociales en varios países europeos, examinaron una pregunta importante: ¿Cuál es la diferencia, si es que la hay, entre las protestas tradicionales y las nuevas protestas orquestadas con la ayuda de las redes sociales? Su período cubre las famosas protestas del movimiento de  “Los Indignados”, y sus resultados sugieren que la acción colectiva “tradicional” es distinta de la “digital”. En particular, comparadas con quienes participan en movilizaciones sociales “tradicionales”, las personas involucradas en protestas convocadas a través de las redes sociales suelen ser menos involucradas en política, más disímiles entre sí (por ejemplo, no necesariamente comparten un “discurso” común), más jóvenes, y menos conectadas con otras organizaciones sociales.

Estos ejemplos sugieren que, en al menos algunos casos específicos, las redes sociales sí han hecho una diferencia y han incrementado la frecuencia, o cambiado las características, de la protesta social. En un trabajo en desarrollo con Pablo Querubín (NYU) encontramos que el efecto va más allá de unos pocos casos específicos. Concretamente, interesados en entender si las redes sociales incrementan la protesta social y otras formas de participación política, examinamos el efecto de Facebook. El asunto se dificulta en la práctica por dos razones. Primero, Facebook no comparte sus datos de usuarios para un conjunto suficientemente amplio de países y de tiempo. Segundo, aún con esa información, por lo dicho atrás una asociación positiva entre usuarios de Facebook y protestas sociales no indica causalidad.

Por ello, acudimos como es frecuente a un “experimento natural” para estudiar la influencia de Facebook en la protesta social. Facebook, inicialmente disponible en inglés, poco a poco extendió su plataforma a otros idiomas. Suponga, como es razonable (pero difícil de comprobar, por la escases de datos), que la introducción de Facebook en determinado idioma incrementa el número de usuarios de la red social en los países y regiones donde se habla dicho idioma. Entonces, comparar las protestas después de la introducción de Facebook en el idioma local con aquellas prevalecientes antes de dicho lanzamiento podría dar una idea de la influencia de Facebook. Esta comparación es útil pero potencialmente problemática si aspectos como una crisis económica mundial, o cualquier otro evento que afecte la incidencia de protestas sociales en muchos países, ocurren al tiempo de la introducción del Facebook local. En efecto, en ese caso podríamos atribuirle a Facebook un efecto que realmente proviene de la crisis mundial. Pero hay una solución sencilla: los países que no han tenido aún la introducción de Facebook en su idioma, aunque afectados por la crisis económica mundial y cualquier otra tendencia agregada, no enfrentan el efecto de Facebook. Entonces, podemos tomar su evolución de la protesta como punto de referencia para los países afectados (tratados, en el argot del identification talliban) y atribuir sólo los incrementos por encima de esta referencia como el efecto de Facebook.

Figura 1

Evaluando el efecto de Facebook sobre la protesta social

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 La Figura 1 resume esta estrategia de investigación, que muchos de ustedes reconocerán como una estrategia de diferencias en diferencias[i]. Los resultados, presentados en la Tabla 1, muestran que la introducción de Facebook en el idioma del país efectivamente tiene un efecto positivo sobre la cantidad de la mayoría de tipos de protesta considerados. Cada columna de la Tabla indica el tipo de movilización social estudiada. Las filas muestran el efecto de la introducción de Facebook, así como el valor promedio de las protestas en ausencia de Facebook en el idioma local. Así, por ejemplo, la columna 1 indica que de un valor base de 14 protestas al mes en promedio, los lugares con Facebook local pasan a tener 21 protestas más al mes, esencialmente una protesta por día en lugar de una cada dos días. Esta primera medida es la más numerosa pues incluye todo tipo de protestas. Pero al mirar por categorías, en general se encuentran efectos positivos y significativos. Por ejemplo, en el caso de la protesta violenta el ejercicio le atribuye a Facebook un incremento en dos protestas por mes, sobre un valor base de 1.2 protestas.

Tabla 1

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Los resultados son muy sugestivos del efecto de Facebook sobre la movilización social. Sin embargo, se puede pensar en objeciones a esta interpretación causal. Por ejemplo, puede ser que la introducción de un nuevo idioma responda al aumento del uso de la plataforma social en zonas específicas, a su vez explicado por una mayor agitación social. Para descartar esta posible explicación del efecto observado, eliminamos a los países más importantes para cada idioma (aquellos con mayor población e ingreso per cápita), y obtenemos resultados similares.

Sabiendo que la introducción de Facebook en el idioma local sí influye la cantidad de protestas, resulta interesante preguntarse en qué tipo de países se observa el efecto. La primera pregunta obvia –dada la evidencia anecdótica del papel de medios sociales– es    si dicho efecto depende del tipo de régimen político. Por otro lado, es posible que otros factores como la libertad de prensa sean también determinantes.

En cuanto al régimen político, encontramos que el efecto es más relevante en los extremos, es decir, en regímenes muy autocráticos o muy democráticos. Se trata de un resultado interesante, que descarta la interpretación más simple de las redes sociales como sustitutos de otras formas de organización en sociedades controladas. Al parecer, ese efecto existe pero también hay uno adicional: en sociedades más democráticas, las redes sociales pueden entrar en complementariedad con las instituciones vigentes de una democracia vigorosa, fortaleciendo la movilización social. En línea con lo anterior, de hecho, encontramos que entre mayor la libertad de prensa, mayor es el efecto observado. Es decir, los nuevos medios no sólo sustituyen sino que también complementan a los tradicionales.

También es relevante preguntarse si Facebook tiene influencia sobre otras dimensiones de la participación política de una sociedad. Cuando consideramos el efecto sobre la participación en elecciones encontramos resultados similares: la introducción de Facebook en el idioma local genera un aumento en la participación de los votantes, también robusto a la exclusión de los países más importantes por idioma.

En fin, la evidencia confirma que las redes sociales –particularmente Facebook– son importantes a nivel mundial y que las conclusiones de investigaciones actuales no son exclusivas a casos particulares. Sin embargo, es difícil generalizar la magnitud del efecto debido a las incontables diferencias entre países. Así, es también interesante enfocarse en regiones más delimitadas. Esto hace parte de nuestra agenda de trabajo, y en resultados preliminares para India aprovechando su diversidad lingüística llegamos a resultados similares a nivel regional.

Queda mucho por explorar. Por ejemplo, se debe entender aún el papel que ha jugado Twitter, para lo que aprovecharemos las diferencias mundiales en cobertura de redes móviles, cruciales para esta red social en particular. Pero la nueva evidencia confirma que las redes sociales están cambiando las dinámicas de la protesta social y otras manifestaciones cívicas.  Estudiar este fenómeno será fascinante.


[i] Y para los interesados, concretamente el ejercicio que realizamos es correr la siguiente regresión para una muestra de 208 países, con información mensual desde 2000 hasta 2012:

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donde  corresponde a distintas medidas de protesta social,  a efectos fijos de país, y  a efectos fijos de tiempo,  es una variable binaria que es igual a uno para todos los países i y periodos t en que existe Facebook en el idioma local (y cero de lo contrario).