Saber perder

Con 75 votos a favor y 31 en contra, la Cámara de Diputados aprobó esta semana la idea de legislar sobre la reforma constitucional. Es el primer paso de un largo proceso legislativo para poner fin al sistema binominal. Lograr los 75 votos no fue nada de fácil; fue necesario concitar el apoyo de los diputados de oposición y un importante grupo de legisladores de RN para dejar a la UDI en franca minoría.

Con objeto de dilatar al máximo un eventual fin del sistema binominal, poco antes de que se efectuara la votación, la bancada UDI presentó una serie de enmiendas que deben ser analizadas y votadas por la Comisión de Constitución antes de que el proyecto pueda proseguir su trámite legislativo. Es probable que la oposición y RN logren reunir los 72 votos que se requieren para rechazar estas enmiendas, pero, indudablemente, la estrategia dilatoria de la UDI retrasará el proceso, sobre todo, considerando que estamos en plena campaña electoral.

En el intertanto, el mensaje de la UDI es claro: utilizará todos los medios a su alcance para mantener los artículos de la Constitución que le han permitido distorsionar la voluntad popular durante más de dos décadas.

Esta semana también concluyó un nuevo capítulo del drama político de los Estados Unidos. El Partido Republicano sufrió un revés mayor en su intento por arruinar la reforma de salud del gobierno de Obama, al verse obligado a abandonar su estrategia de chantaje y aprobar el presupuesto y un incremento del límite de deuda.

Cabe preguntarse, sin embargo, cómo fue posible que el gobierno del país más poderoso del planeta tuviera que cerrar durante semanas la mayoría de los servicios públicos, desde parques nacionales hasta correos, al mismo tiempo que ponía en vilo al mundo entero con la posibilidad de repudiar su deuda.

La respuesta es que el Partido Republicano decidió ocupar todos los medios a su alcance para evitar que la reforma al sistema de salud aprobada por el Congreso fuera implementada. Liderada por la facción extrema del Tea Party, la oposición a Obama condicionó la aprobación del presupuesto y el incremento del límite de deuda pública por parte de la Cámara Baja, donde tienen mayoría, a que se eliminaran partidas presupuestarias claves para financiar la puesta en marcha de la reforma de salud. Lo anterior vino acompañado de campañas publicitarias millonarias y francamente tendenciosas, además del boicot sistemático de gobernadores republicanos.

La estrategia republicana fue fundamentalmente antidemocrática, al condicionar la aprobación del presupuesto y la capacidad de pago del gobierno a que no se aplicara una legislación aprobada democráticamente. Una minoría que optó por subterfugios nunca antes utilizados para imponer sus preferencias a la mayoría.

Los republicanos tienen derecho a modificar y hasta eliminar la reforma de salud de Obama. El camino democrático, sin embargo, comienza por ganar las elecciones presidenciales del 2016. ¿Por qué actuaron de manera tan extrema? Una posible explicación es el temor de que, a pesar de todas las cortapisas que han puesto, la reforma de salud de Obama termine siendo exitosa. Una reforma exitosa legitimaría un mayor rol del Estado en la economía estadounidense, lo cual echaría por la borda el discurso extremadamente antiestatista que se apoderó del Partido Republicano en décadas recientes.

El clímax de las conductas obstruccionistas republicanas vino a fines de septiembre, cuando el diputado Ted Cruz habló durante 21 horas consecutivas para presionar a los sectores más moderados de su partido a cerrar el gobierno, con objeto de no financiar la reforma de salud. Su maratón oratoria incluyó la lectura, desde la Cámara Baja, de un cuento clásico de Dr. Seuss a sus hijas a la hora en que éstas se van a dormir. Millones de estadounidenses presenciaron en vivo este circo que simbolizaba un “todo vale” para lograr objetivos en política.

El diputado José Antonio Kast, de la UDI, se consagró esta semana como el imitador chileno de Ted Cruz, al intentar tácticas oratorias similares, aunque en menor escala, para dilatar la votación de la idea de legislar para eliminar el número 120 de la Constitución. Cruz y Kast comparten el dudoso mérito de contribuir a deteriorar aún más la imagen de los políticos en sus respectivos países.

Luego de varias semanas con el gobierno virtualmente paralizado, la ciudadanía estadounidense se fue convenciendo de que los republicanos estaban poniendo en jaque el futuro del país, simplemente porque no estaban dispuestos a asumir una derrota política. Malos perdedores. Cuando la opinión pública se fue volcando en contra, el Partido Republicano se vio forzado a abandonar su estrategia obstructiva. Mick Mulvaney, uno de los diputados más conservadores

del Partido Republicano, expresó su desazón en CNN el miércoles, cuando dijo: “Perdimos. Se terminó. Quienes dijeron que íbamos a perder tenían razón”. En el camino a la derrota, el pueblo estadounidense pagó un costo de US$ 24 mil millones.

Está por verse cómo le irá a la UDI con su estrategia obstruccionista. Es probable que, al igual que el Partido Republicano, también termine perdiendo. Desgraciadamente, también es probable que termine causando mucho daño en el camino a una derrota, polarizando aún más un ambiente político ya deteriorado.