¿A quien le importa la inflación?

Luego de las tres horas y media que le tomó su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, en el que no hizo mención alguna al fenómeno inflacionario, parece justo decir que en efecto Cristina Fernández de Kirchner considera que el 10% de inflación anual que reconoce su gobierno no merece siquiera una mera reflexión. Seguramente, pocos presidentes se hubiesen animado a ignorar una cuestión de tanta importancia, sobre todo teniendo en cuenta que Argentina entra en su octavo año consecutivo de inflación alta.

Obviamente que casi nadie considera creíble esas cifras oficiales (dentro o fuera del país), pues han venido siendo groseramente manipuladas desde por lo menos comienzos del 2007. Así, las estadísticas de varias provincias y otras estimaciones privadas calculan que la inflación del 2012 fue de alrededor de 25%.

Pero si eso es así, y considerando que este año  habrá elecciones legislativas que serán cruciales para el futuro político de Cristina, ¿cuál será el impacto electoral de la inflación? ¿Hasta qué punto los electores habrán de definir su voto en función de las propuestas de los distintos candidatos para controlar la suba generalizada de precios?

Es interesante señalar que la proliferación de economistas como pre candidatos a diputados y senadores (ejemplo: Carlos Melconián, Roberto Lavagna, Martín Redrado, Martín Lousteau. Alfonso Prat Gay, Javier González Fraga, Claudio Lozano, Aldo Pignanelli, ¿Ricardo López Murphy?) sugiere que desde el punto de vista de la oferta política, se percibe que habrá un particular interés en la opinión pública por tópicos económicos.

Por eso, es interesante repasar algunos datos de opinión pública (a partir de sondeos realizados por Poliarquía Consultores) para indagar a quiénes (y cuánto realmente) le importa la inflación, qué opinión tienen de los actuales líderes, qué otras prioridades tienen en materia de agenda de política pública.

La inflación parece ser un fenómeno ampliamente reconocido por la sociedad, pero aparentemente (y esto constituye un elemento que merece un análisis mucho más profundo) las preferencias políticas influyen en la opinión de los distintos segmentos sociales. En otras palabras, cuanto mayor resulta la identificación de los ciudadanos con el actual gobierno, menos grave parece ser el fenómeno inflacionario.

El último gráfico confirma esta hipótesis. Quienes están preocupados por la inflación lo están también, en particular, por la inseguridad y la corrupción, que constituyen dos cuestiones tradicionalmente negadas o menospreciadas por el gobierno y sus seguidores.

Tal vez sea por eso que los economistas son convocados por líderes o partidos de la oposición, mientras que el gobierno y sus seguidores se orientan hacia candidatos con otra formación o perfil. Y también ahora resulta más claro por qué Cristina no hizo referencia alguna a la inflación en su interminable discurso. Intentó actuar, aunque parezca raro, de forma racional desde el punto de vista político, teniendo en cuenta las principales preocupaciones de sus electores. No es la primera vez que la racionalidad individual conduce  a la irracionalidad colectiva.

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