Raquel Bernal: Premio Juan Luis Londoño de la Cuesta 2012

Raquel Bernal, directora del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes, gran amiga y colaboradora de Foco Económico, recibió el pasado 6 de febrero el premio Juan Luis Londoño, que se concede cada dos años a «un economista de menos de 40 años que haya hecho contribuciones significativas al diseño de políticas que contribuyan al bienestar de los colombianos». El premio ha sido celebrado ampliamente por los medios. «Es muy esperanzador constatar cómo una nueva generación de investigadores se agiganta por sus aportes a las ciencias sociales y a las políticas públicas» dice Santiago Montenegro en su columna de El Espectador en la que celebra la selección de Raquel Bernal como ganadora. Queremos que sea cierto. Que Santiago Montenegro tenga razón y que las horas de trabajo y el esfuerzo invertido aporten en efecto a mejorar nuestra sociedad. Que el aprendizaje se traduzca en decisiones de política pública y no se quede en el papel. Es así como interpreto el mensaje de Raquel en el discurso con el que recibió su premio. En una demostración espectacular de su inteligencia y su carácter, Raquel usó la ocasión para contarle a una audiencia que juntaba a Ministros, ex Ministros, ex Presidentes de Colombia y a gran parte de la élite intelectual colombiana, lo que ha aprendido a lo largo de más de diez años dedicada a pensar en la atención a la primera infancia, el área de investigación que la desvela y en la que sin duda es hoy un referente en Latinoamérica. La nota personal fue mínima. El discurso completo es largo (lo pueden encontrar aquí). Abajo transcribo apartes, para que celebremos desde este espacio este reconocimiento tan merecido. Gracias Raquel!

Premiación Juan Luis Londoño de la Cuesta 

Raquel Bernal

«Esta edición del premio Juan Luis Londoño es un reconocimiento a la enorme importancia de la primera infancia para el crecimiento, desarrollo y disminución de la inequidad económica y social en Colombia. En el transcurso de los últimos 12 años me he dedicado a tratar de entender cuáles son las inversiones más eficientes para producir un desarrollo cognitivo y socio emocional saludable de los niños y niñas. En particular, hemos tratado de entender cuáles son los efectos de las diferentes decisiones al interior del hogar relacionadas con inversiones en tiempo de la madre, tiempo de otros cuidadores, bienes, servicios e ingresos del hogar, sobre los niños y niñas; cuáles son los efectos de diferentes modalidades de atención pública de la primera infancia sobre los niños y niñas; cuáles son las características más relevantes de la atención a la primera infancia que promueven la salud, la buena nutrición, el desempeño cognitivo y el desarrollo socio emocional de manera más efectiva; cuál es la rentabilidad futura (tanto individual como social) de las inversiones públicas que se hacen durante la primera infancia; y cuál debe ser el diseño óptimo y el marco financiero e institucional de la política ideal de primera infancia en Colombia.

La literatura ha mostrado que las inversiones tal vez más rentables para la formación de capital humano individual y para la sociedad como un todo, son aquellas que se hacen durante la primera infancia, con retornos significativamente más altos que aquellos de inversiones posteriores durante la juventud o adultez (como educación terciaria o los programas de capacitación laboral). Las razones de ello son múltiples. Primero, el mayor desarrollo del cerebro, tanto cognitivo como socioemocional, ocurre durante los primeros años de vida. El cerebro humano al nacer tiene una infinidad de células que deben interconectarse para funcionar de manera apropiada. Las células logran este objetivo a través de la construcción de sinapsis entre ellas que resultan en una red neuronal compleja. Se sabe que el período más crítico en este proceso es entre el nacimiento y los tres años de edad. A la edad de dos, la red sináptica es tan rica en conexiones como la de un adulto. A los tres años de edad es el doble de densa que la de un adulto y permanece así hasta los 9 o 10 años.

Segundo, durante los primeros años de vida las habilidades básicas del individuo se pueden alterar de manera significativa y se vuelven menos maleables con el tiempo. Por ejemplo, las habilidades de audición, visión, control emocional y formas habituales de responder tienen su período de desarrollo más alto entre el primer y segundo año de vida y pasan a ser muy poco maleables después de los 5. De manera similar, las habilidades relacionadas con los números, habilidades sociales, lenguaje y símbolos tienen su período más alto de desarrollo entre los 3 y 4 años de edad y son relativamente maleables después de los cinco y hasta la adolescencia.

Tercero, se ha mostrado que las habilidades de los niños a una edad muy temprana explican el desempeño durante la edad adulta, incluidos los salarios, ocupaciones, estabilidad laboral, probabilidad de pobreza, participación en crimen y bienestar en general. Los resultados verbales y matemáticos de los niños desde los 4 años de edad ya están altamente correlacionados con su desempeño futuro.

Cuarto, la atención durante la primera infancia contribuye a la reducción de la desigualdad del ingreso al disminuir desde temprano las disparidades de desarrollo entre los más ricos y los más pobres. En Colombia, por ejemplo, los niños del tercio más pobre de la población urbana obtienen puntajes en pruebas de aptitud verbal que son 15% más bajos que los puntajes de niños del tercio más rico de la población (cerca de una desviación estándar) y a los cinco años esta diferencia se ha ampliado a 22%. Estas diferencias corresponden a aquellas que se observan entre un país desarrollado y un país en desarrollo, y son las mismas con las que comienzan su educación formal primaria. Se observa que estas brechas permanecen prácticamente constantes posteriormente, y se vuelve más difícil y costoso tratar de reducirlas después.

Finalmente, los estudios sobre programas de primera infancia han reportado grandes beneficios para los niños y niñas beneficiarias en términos de salud, nutrición, desarrollo cognitivo y desarrollo socio emocional. En particular, se reportan mejoras en la capacidad de autocontrol, autoestima, control inhibitorio y paciencia, todos comportamientos altamente correlacionados con precursores del crimen y otros comportamientos riesgosos como embarazo adolescente y adicción a drogas y alcohol. En consecuencia, aparte de los beneficios individuales de los mismos beneficiarios se observan también importantes beneficios sociales en términos de disminución del crimen, reducción en la probabilidad de pobreza y disminución en la dependencia de programas del Estado.»

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«En Colombia, unos cálculos muy sencillos que tienen en cuenta sólo el efecto de mejoras en nutrición, salud, desarrollo cognitivo y desarrollo socio emocional sobre salarios futuros e ignoran los potenciales efectos sociales sobre tasas de criminalidad y dependencia del Estado, indican que los programas de primera infancia (como el componente nutricional de Familias en Acción) implican un retorno privado anual de entre 27 y 32 centavos por cada dólar invertido por el Estado en el individuo beneficiario. Al comparar con otras inversiones en capital humano posteriores, se observa que el beneficio de educación primaria y secundaria es de 23 centavos anuales por cada dólar invertido en educar al individuo, 19 centavos por la inversión en educación universitaria y apenas 16 centavos por programas de capacitación laboral durante la juventud y adultez temprana. El ranking de costo-efectividad es clarísimo.

En Colombia hay cerca de 4,3 millones de niños menores de 5 años y aproximadamente 65% de estos se encuentran en condiciones de vulnerabilidad económica y social. Entre 30% y 40% de éstos reciben algún tipo de atención y educación inicial con énfasis en nutrición, y casi la totalidad cuenta con cobertura de salud. En particular, cerca de 1.2 millones de niños entre los 0 y 5 años de edad son atendidos en la actualidad a través del programa hogares comunitarios de bienestar tradicionales. En esta modalidad, una madre de la comunidad se ocupa del cuidado de entre 12 y 15 niños en su propio hogar, con un importante suplemento nutricional que equivale a cerca del 70% de los requerimientos diarios. Aunque la cobertura lograda por este programa es alta en el contexto Latinoamericano, los datos de la evaluación del programa que se hizo desde la Universidad de los Andes en colaboración con Profamilia en el 2007, indican que la calidad del servicio ofrecido es baja y generalmente muy heterogénea. Por ejemplo, en el 2007 las madres comunitarias tenían en promedio 9.3 años de escolaridad, y sabían poco sobre hitos de desarrollo infantil, seguridad y mejores prácticas de cuidado. Así mismo, se encontró que los hogares comunitarios obtenían puntajes mínimos en escalas estandarizadas que miden calidad del servicio con base en la observación de la infraestructura física y la interacción del cuidador con los niños beneficiarios.

Las debilidades de calidad limitan el potencial de los hogares comunitarios en la promoción de nutrición, salud y desarrollo de los niños y niñas beneficiarios. Sin embargo, se reportan efectos positivos sobre desarrollo cognitivo y desarrollo socio emocional al comparar niños que llevan al menos 15 meses en el programa con niños de la misma edad pero que apenas han ingresado al servicio. A partir de entonces, se han implementado innovaciones importantes para mejorar el servicio y atención ofrecidos a esos 1.2 millones de niños y niñas. En primer lugar, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar implementó el programa de mejora de viviendas en respuesta al hallazgo de la evaluación según el cual los efectos positivos del programa se potenciaban con mejores condiciones de infraestructura incluidos pisos, área de cocina y baños.

Así mismo, se diseñó e implementó conjuntamente con el SENA el programa de profesionalización técnica de las madres comunitarias. En tres semestres y unas 2,600 horas de enseñanza, se les ofrece a las madres un grado técnico profesional en atención a la primera infancia de manera gratuita. La evaluación de este programa en la ciudad de Bogotá arrojó unos resultados impresionantes. Se observan mejorías en la calidad del cuidado que se ofrece en términos de infraestructura, interacciones entre el cuidador y los niños, materiales pedagógicos y rutinas educativas al interior del hogar comunitario. Como consecuencia, se reportan efectos de hasta 10% (equivalente a un tercio de desviación estándar) sobre desarrollo cognitivo y desarrollo socio emocional, e incluso se observan efectos importantes sobre salud debido a que las madres comunitarias profesionalizadas tienen mejores prácticas saludables en el hogar comunitario. El costo total del programa es de apenas $1,200,000 por madre comunitaria y arroja unos beneficios importantes dado el bajo costo.

Es en este contexto, que en 2011 se lanza la estrategia nacional para la primera infancia “De Cero a Siempre” con el apoyo de la Primera Dama y la Alta Consejería para Proyectos Especiales. La Estrategia está concebida para lograr una cobertura de servicios de mayor calidad y no necesariamente para incrementar la cobertura que ya existe, al menos en el corto plazo, según los datos de financiación establecidos en el Plan Nacional de Desarrollo. El énfasis de la estrategia es lograr una atención verdaderamente integral para los niños y niñas en Colombia que incluya desarrollo físico, desarrollo cognitivo y socio emocional, saneamiento y derechos.»

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«En asociación con el Instituto de Estudios Fiscales, estamos llevando a cabo desde la Universidad la evaluación de estos centros de desarrollo infantil (antes denominados Jardines Sociales) en 15 municipios del país y un total de 2,700 niños evaluados antes y después de la implementación del programa. Los centros de desarrollo infantil son centros de atención en infraestructuras apropiadas que atienden cerca de 320 niños provenientes de 22 a 24 hogares comunitarios de la comunidad. La modalidad cuenta con personal debidamente calificado para la atención de los niños y un currículo estructurado con metas bien delineadas. El costo de atención por niño por año pasa de $650,000 por niño por año en hogares comunitarios a $2,800,000 en centros de desarrollo. En este escenario, se vuelve extremadamente importante evaluar los impactos del programa sobre los niños beneficiarios y la costo-eficiencia de la intervención.

De manera similar, estamos llevando a cabo la evaluación del programa de atención en centro aeioTU de la Fundación Carulla. Único en Latinoamérica, este estudio sigue a 1,200 niños desde 2010 y cada año para evaluar el impacto de la intervención aeioTU sobre los beneficiarios, y la intención es seguirlos hasta la adolescencia. El diseño de la evaluación consiste en un experimento social controlado con asignación aleatoria de niños a la intervención por exceso de demanda por el programa. aeioTU es un servicio de atención integral en centro inspirado en la metodología pedagógica Reggio Emilia.

Aunque los resultados de estas evaluaciones aún no están disponibles sabemos que las características más importantes de la atención efectiva en centro son: focalización adecuada a las poblaciones más vulnerables; intensidad adecuada en términos de la duración de la intervención (tanto total como diaria); infraestructura, ambientes y materiales adecuados para que los maestros puedan motivar el juego, la lectura, la escritura, las matemáticas y las ciencias; currículos bien establecidos con objetivos, lineamientos y procedimientos bien estructurados, y un sistema de supervisión y capacitación para guiar a los maestros en sus tareas diarias; interacción y cooperación adecuada con los padres de familia para lograr alineación en términos de cuidados, prácticas de crianza, salud, nutrición y prácticas de desarrollo infantil; pero sobre todo, personal idóneo que entienda apropiadamente los temas de desarrollo infantil y los procesos de aprendizaje y enseñanza; que tenga abundante capital social con relación a los padres de los niños; que tenga vocabulario extenso, conocimiento cultural y capacidades y conocimientos adecuados en matemáticas y ciencias.»

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«Nosotros seguiremos trabajando para cooperar con los diseñadores en la comprensión y superación de los retos que enfrenta la implementación de la Estrategia de atención. Esta coyuntura es una oportunidad de oro para estudiar, evaluar y pilotear programas de los que aún no conocemos mucho. Los retos son grandes y las oportunidades son inmensas. Celebro con ustedes esta noche la euforia que ha surgido por la atención a nuestra infancia.

Los niños y niños son verdaderamente el futuro de este país. Nuestros hijos son lo que sus padres hacemos de ellos. El potencial es inmenso y las oportunidades emocionantes. De un compromiso político con nuestra niñez depende que logremos el país que soñamos, que es también el que Juan Luis soñó.»