La Deuda Social

Hace un par de semanas regresé al país con un estado gripal y me quedé en casa todo el fin de semana. Si bien no suelo mirar televisión, terminé viendo el programa de Jorge Lanata. Durante el programa se emitió una nota que me generó mucha tristeza. Esta se refería al problema de la desnutrición en Argentina y sus serias consecuencias de largo plazo. A continuación discutiré unas notas relacionadas a estas dos cuestiones.

Algunos Números Sistemáticos

Una primer pregunta que uno puede hacerse es cuán grande es el problema. Lamentablemente, no encontré estadísticas representativas recientes sobre desnutrición en Argentina. Veamos igual los datos disponibles.

El estatus nutricional de los niños se suele caracterizar mediante la comparación de pesos o alturas para una edad y sexo específicos con la distribución de pesos o alturas observadas en una población de referencia de niños presuntamente sanos de la misma edad y sexo. Existen tres indicadores que se suelen utilizar para caracterizar el estado nutricional de los niños: peso por edad estandarizado, altura por edad estandarizada, y peso por altura estandarizado. El primero captura el estatus nutricional corriente del niño, mientras que los otros dos reflejan su estatus nutricional crónico.

Tomando datos de CEPAL (2005) para niños menores a 5 años, la tasa de bajo peso para América Latina y el Caribe (LAC) trepaba a 7.5%. El rango para la tasa de niños con peso bajo iba desde el 0,8% en Chile hasta el 24,2% en Guatemala. Adicionalmente, la región aún presentaba una proporción significativa de niños con acortamiento (11,8%). Una vez más, se reportaban grandes diferencias entre países. El rango para la tasa de niños con acortamiento iba desde el 1,5% en Chile hasta el 46,4% en Guatemala.

En Argentina, los datos más cercanos que encontré son los que provienen de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) de 2005 ( http://msal.gov.ar/htm/Site/ennys/site/default.asp ). Allí podemos ver que la prevalencia de bajo peso en niños menores de 5 años es de 3,8% (tomando como referencia la mediana argentina de niños en condiciones de crecimiento ideales), sustancialmente mayor al número que encontramos en Chile.

Por otra parte, y también de acuerdo a la ENNyS, la proporción de niños con talla para la edad por debajo de dos desvíos estándares de la mediana de la población de referencia (otra vez, Argentina) es 4,1%, nuevamente substancialmente mayor al número observado en Chile. Es importante notar además que para una muestra de de 474 niños menores de 6 años de la ciudad de Gualeguaychú, Anigstein et al (2008) muestra que si se utiliza como población de referencia la recomendada por la OMS, lo cual facilitaría la comparación internacional, este indicador es 12.2% (mediana OMS), mientras que si toma como población de referencia los datos de niños argentinos, el mismo solo alcanza el 8.2% (Mediana argentina).

El siguiente gráfico muestra la cantidad de niños recién nacidos con peso por debajo de los 2.500 gramos por cada 1.000 nacimientos exitosos (es decir, niños que nacen vivos). Este indicador está correlacionado con la mortalidad de los recién nacidos, problemas en el crecimiento y en el desarrollo cognitivo, y posteriores enfermedades crónicas. Lo bueno de esta serie es que nos permite evaluar la evolución temporal del problema nutricional a través de este indicador. La serie presenta una media de 72, con un desvío estándar de 3,1. Como puede observarse, esta variable alcanzó sus valores más altos en los años cercanos a la crisis del 2001, y al menos hasta 2009 no había alcanzado sus valores pre-crisis.

Gráfico 1. Cantidad de niños recién nacidos con peso menor a 2.500 gramos por cada 1000 nacimientos exitosos

 

Fuente: Cruces, G.; Glüzman, P.; Lopez Calva, Luis F. (2011): ‘Economic Crises, Maternal and Infant Mortality, Low Birth Weight and Enrollment Rates: Evidence from Argentina’s Downturns’. CEDLAS, Documento de Trabajo número 121.

Efectos de Largo Plazo y Equidad

Sami Berlinski escribió en este blog sobre esta cuestión. En resumen, nos contaba lo siguiente:

“El proceso de acumulación de capital humano no comienza el día que los niños entran a primer grado. Un área de común acuerdo entre economistas, educadores, médicos y psicólogos (Walker et al, 2007) es que los niños menores de seis años en los países en desarrollo sufren privaciones (malnutrición, deficiencias de yodo y hierro, y  estimulación cognitiva inadecuada) asociadas con la pobreza que repercuten en el largo plazo sobre su salud, educación y bienestar.

Para cuando llegan a la escuela primaria, ya es muy tarde para actuar. ¿Por qué? Como señalan Grantham-McGregor y sus coautores (2007), en los primeros años de vida el cerebro se desarrolla rápidamente a través de una cadena de eventos biológicos complementarios. Perturbaciones en dichos eventos pueden tener efectos de largo plazo en el desarrollo del cerebro.  Experimentos con animales y humanos muestran que la falta de nutrientes y una pobre estimulación cognitiva pueden afectar el desarrollo del cerebro en el largo plazo.

Los economistas –con el Premio Nobel James Heckman a la cabeza- sostienen que el retorno a la inversión en capital humano declina en forma exponencial durante el ciclo de vida, estando en su pico más alto al comienzo del mismo. Primero, mientras más temprano se realiza la inversión más tiempo hay para recuperarla. Segundo, es probable que ciertas acciones tengan retornos más bajos cuando ocurren más tarde en el ciclo de vida. Finalmente, existen complementariedades dinámicas en la inversión. Es decir, a mayor inversión pasada, mayores son los retornos a invertir en el presente.

Si los retornos para el individuo son altos, ¿por qué los padres no realizan estas inversiones? La respuesta es simple, no saben o no pueden. Es decir, es probable que a las familias no les sea posible realizar las inversiones que les gustarían para sus hijos ya sea por falta de información o por su situación de vulnerabilidad y falta de acceso al crédito.”

Entonces, es importante volver a resaltar que debemos priorizar el desarrollo de los niños durante el período de 0  a 5 años. Heckman (2011) argumenta que la equidad educativa es uno de los medios más útiles para acercarse a este objetivo. En particular, sostiene que la política de mayor impacto es invertir en mejorar las condiciones de los primeros años de vida de niños en situaciones desventajosas.

Sami, en su entrada, resumía dos áreas de intervención específicas: (a) Mejorar la alimentación y la ingesta de nutrientes: Estas intervenciones apuntan a mejorar la nutrición de las mujeres embarazadas y sus niños a través de mejoras en la alimentación tanto en cantidad como en calidad; (b) Estimulación cognitiva: La literatura distingue entre las intervenciones que tienen como epicentro el hogar y aquellas que están centradas en la asistencia a un establecimiento al que concurren otros niños. Generalmente, estas intervenciones se complementan con un componente de nutrición. En ambos casos, existe evidencia rigurosa sobre la efectividad (en relación a sus costos) de estas intervenciones (ver la entrada de Sami para más detalles sobre estos programas).

Entonces, ¿Por qué tenemos indicadores de nutrición infantil mucho peores que Chile? Deberíamos ponernos como objetivo que, en pocos años, esta situación se revierta dado que ello es posible si tenemos en cuenta nuestro nivel de riqueza, y si el gasto público se focalizase eficientemente en saldar esta deuda social adoptando intervenciones altamente costo-efectivas.

Referencias:

  • Anigstein, C.; Kerai, VAcosta, A.; Moranelli de Zárate, A.; Martinolich, A.; Cabrera, D.; Portela, J.; Lerner, M.; Corfield, L.; Frutos, M.; Delmagro, J.; Roa, S.; Esparapan, I.; Odriozola, N.; Schneider, V. (2008): ‘Comparing argentinian reference with WHO standards for the anthropometric evaluation of children less than 5 year-old’, Archivo Argentino de Pediatría.
  • Base de Datos de Estadísticas de Salud: Indicadores de Natalidad y Mortalidad (2006 – 2011). Dirección de Estadísticas e Información de la Salud, Ministerio de Salud de la Nación, Argentina. < deis.gov.ar>
  • CEPAL (2005): Objetivos de Desarrollo del Milenio: Una Mirada desde America Latiana y el Caribe, Santiago de Chile, ECLAC.
  • Grantham-McGregor, S.; Cheung, Y.; Cueto, S.; Glewwe, P.; Richter, L.; Strupp, B. (2007): ‘Developmental potential in the first 5 years for children in developing countries’, Lancet, pp. 60–70.
  • Walker, S.; Wachs, T.; Meeks, J.; Gardner, J. M.; Lozoff, B.; Wasserman, G. A.; Pollitt, E.; Carter, J.A. (2007): ‘Child development: risk factors for adverse outcomes in developing countries’, Lancet, pp. 145–157.
  • Heckman, James J. (2011): ‘The Economics of Inequality: The Value of Early Childhood Education’ American Educator, Primavera.