¿Lucro o no lucro?

¿En qué afecta a la educación universitaria la existencia de universidades con fines de lucro? ¿Qué diferencia le hace a un joven estudiar en una universidad con o sin fines de lucro?

Considerando la matrícula universitaria chilena se observa: (i) Cerca del 75% de los estudiantes está en universidades privadas. (ii) Podría suponerse que la matrícula de las universidades con fines de lucro representaría cerca del 40% del total de las privadas, poco más del 30% del total del estudiantado universitario, casi 180.000 estudiantes.

En breve, las universidades con fines de lucro han desempeñado un doble rol importante. En primer lugar han posibilitado la gran expansión universitaria de las dos últimas décadas. Además, puesto que la composición mayoritaria de sus estudiantes proviene de los quintiles de menores ingresos, han contribuido a la movilidad social.

Revisaremos la evidencia existente de EE.UU. sobre el rol que están desempeñando allá las universidades con fines de lucro (UFL). Veremos que hay abundantes quejas en EEUU contra las UFL:

a.- A los profesores de las UFL se les dice “bajen los requerimientos para aprobar un curso; de esta forma está ayudando a un joven de una familia de bajos ingresos”; los profesores “son inducidos a poner notas altas para mantener contentos a los alumnos”, “entretégalos y retégalos, esa es su pega”; “hay incentivos monetarios para los profesores que reduzcan la tasa de deserción y que incrementen la tasa de aprobación”.

b.- Sólo el 22% de los estudiantes de las UFL logra graduarse comparado con el 55% de los estudiantes de las universidades estatales y 65% de las universidades privadas sin fines de lucro.

c.- El Presidente Obama acusa a las UFL por “inducir a los estudiantes a solicitar una deuda que no pueden financiar a cambio de un grado y tíulo que no pueden usar”. La matrícula de las UFL se expande gracias a los préstamos otorgados por el Gobierno Federal. Los estudiantes de las UFL tienen una morosidad del 40% de los préstamos federales.

d.- Las UFL tienen incentivos para reducir la calidad. El objetivo de maximización del lucro induce a estas instituciones a reducir costos vía disminución de la calidad de la educación. Un mecanismo de esto se observa en el caso chileno en que las UFL contratan muchos “profesores hora”.

e.- Las UFL han transformado la educación universitaria en un proceso productivo similar al de una “fábrica de hamburguesas”, McEducation.

Pero también hay argumentos favorables a las UFL.

En Brasil se percibe que las UFL han cumplido un importante rol favorable a la equidad por cuanto han permitido la gran expansión de la matrícula universitaria. Al establecer requerimientos de ingreso más bajos, horarios flexibles y ubicaciones geográficas fuera de las áreas metropolitanas, han posibilitado que muchos brasileros obtengan diplomas universitarios que de otra manera no los hubieran conseguido.

En síntesis, en Brasil se observa que “las universidades con fines de lucro no son todas enteramente malas, ni las universidades estatales son todas enteramente buenas”. En EE.UU. “hay algunas UFL malas pero no por eso hay que eliminarlas a todas” (editorial Washington Post). En efecto “hay UFL que tienen un desempeño similar a las que no tienen fines de lucro; y hay universidades sin fines de lucro que se parecen a las UFL”.

Algo similar sucede en el caso chileno.

Dada esta discusión, parece conveniente abordar una cuestión delicada. Las universidades chilenas tradicionales del CRUCH, ¿no están involucradas en actividades lucrativas? Una respuesta formal sería la siguiente: hay que distinguir entre lucro y excedente. Las universidades tradicionales (del CRUCH) debido a la política de autofinanciamiento realizan actividades que generan excedentes. Estos excedentes se reinvierten en las actividades universitarias; en concreto, no hay distribución de excedentes a través del mecanismo de bonos especiales o “premios monetarios” para las autoridades universitarias (o para los dueños de la universidad). En las UFL, parte de los excedentes son transferidos a los dueñs, lo cual los transforma en lucro.

Lo anterior sugiere implícitamente que hay diversos mecanismos por medio de los cuales una UFL puede transformar todas sus ganancias en excedentes, reduciendo su nivel de lucro a cero. Luego, aun cuando haya una Superintendencia de Educación Superior controlando a las UFL, éstas van a encontrar la vía para transferir el eventual lucro a sus dueños. Luego ¿tiene sentido legislar para que no haya UFL si esta ley va a ser violada como lo ha sido hasta ahora?

El debate sobre el lucro tiene una dimensión ideológica-política que hace difícil su solución si nos centramos en aspectos puramente técnicos. El lucro es un “símbolo”. Estar “contra el lucro” es una consigna emblemática; es como estar “contra el capitalismo”. En el capitalismo las empresas tienen como objetivo la maximización de ganancias. La generación de ganancias genera recursos para las empresas, las cuales reinvierten y permiten la expansión de la producción. En breve, la maximización de ganancias constituye el motor del crecimiento económico y, por lo tanto, el motor del capitalismo. Atacar el lucro (o ganancia) implica atacar al sistema capitalista.

Pero ¿por qué habría que prohibir las universidades con fines de lucro y no hacer lo mismo con los CFT (Centros de Formación Técnica) e IP (Institutos Profesionales)? No hay una respuesta lógica. El general Pinochet dictó en 1981 una ley que prohibía las universidades con fines de lucro, y ese es el punto de referencia. ¿se puede entonces cambiar esa ley? ¿»Vamos a ser más retrógrados que el general Pinochet”(Jorge Arrate)?

¿Es la existencia de las UFL el problema principal de la educación universitaria? Si se acabaran las UFL, ¿van a disminuir los aranceles y va a mejorar la calidad del resto de las universidades? Obviamente no. Y tampoco se va a debilitar el sistema capitalista.

Es por esto que a mi juicio focalizar el problema de las universidades fundamentalmente en el lucro desvía el debate de los problemas de fondo: elevados aranceles, calidad y endeudamiento.

Desde el punto de vista de un joven estudiante, ¿qué diferencia le haría estudiar en una universidad con o sin fines de lucro? Lo fundamental para un joven es ingresar a una universidad. El joven no ingresa a una universidad estatal o a una universidad con o sin fines de lucro. Ingresa a la universidad.

La universidad lo va formar en tres dimensiones diferentes. Como profesional capaz y responsable; como ciudadano criterioso preocupado del bienestar social y como ser humano que comprende el mundo en el cual vivimos. Para que esto suceda hay ciertos principios básicos que cada universidad debiera acatar: (i) Excelencia académica, lo cual requiere que haya una especie de claustro académico que vele por la contratación de los profesores en base a antecedentes académicos. Por el lado de los estudiantes tiene que haber centros de alumnos que velen por sus cuestiones gremiales y que supervisen la calidad de la docencia. (ii) Pluralismo de alumnos y profesores. (iii) Libertad académica.

Si todas las universidades cumplen con estos principios, y hay mecanismos institucionales como la Superintendencia de Educación Superior que supervise y fiscalice, no interesaría realmente que haya UFL.

Sin embargo, como hemos visto que las Superintendencias no son infalibles, a las UFL habría que ponerles una regulación especial. Primero, sus egresados debieran tener garantizado al primer año de egreso una remuneración que sea equivalente al promedio de lo observado en el mercado para su profesión. Cualquier diferencia la cubriría la UFL. Segundo, si hay alumnos que desertan de una UFL ésta debiera reembolsarles todo el pago de aranceles que han efectuado hasta esa fecha. Si cumplen con estas dos medidas, sería irrelevante incluso el nivel de lucro que estas UFL obtengan.

*Patricio Meller es académico de Ingeniería Industrial U. de Chile y autor del libro “Universitarios, ¡el problema no es el lucro, es el mercado!”, próximo a publicarse.