La importancia de la independencia del Banco Central

Desde la Constitución de 1980, el Banco Central de Chile (BCCh) tiene autonomía con rango constitucional, la que se hizo operativa con su Ley Orgánica Constitucional que entró en vigencia el 9 de diciembre de 1989. Ahora que nos encaminamos hacia la instalación de una Convención Constituyente es conveniente revisar la lógica y los beneficios que le ha reportado al país la independencia del BCCh. Para ello primero debemos recordar que la independencia de los bancos centrales es una herramienta para combatir la inflación y sus efectos en el bienestar de las personas. La necesidad y conveniencia de controlar la inflación parte de la evidencia de que una inflación alta y variable tiene altos costos para la sociedad. En particular, distorsiona las señales de precios, perjudicando la eficiencia en el uso de recursos, limitando el desarrollo financiero y, en último término, afectando la inversión y el crecimiento. Además, la inflación es un impuesto muy regresivo, que perjudica con particular intensidad a los grupos más pobres de la población.

De otra parte, la evidencia empírica muestra que la tendencia inflacionaria está determinada principalmente por la política monetaria. Cuando ella es predecible y orientada a la estabilidad de precios contribuye, junto a una adecuada regulación y supervisión del sistema financiero, también a la estabilidad financiera. Para facilitar el logro de sus objetivos, los bancos centrales deben contar con una adecuada independencia. Los bancos centrales independientes surgen justamente en respuesta a la necesidad planteada en el párrafo anterior. Un banco central independiente evita que la política monetaria esté influenciada por consideraciones políticas de corto plazo que, más temprano que tarde, terminan teniendo grandes costos en bienestar para los países. La independencia tiene dos dimensiones: libertad en la elección de instrumentos —principalmente la tasa de interés de política— y en el accionar de sus autoridades, sujetas eso sí a una adecuada rendición de cuentas y transparencia en su accionar.

La literatura académica sobre independencia de bancos centrales se desarrolló principalmente a finales de los ochenta y la primera mitad de los noventa. La independencia de los bancos centrales también es una innovación solo de los últimos 30 años. De hecho, a comienzos de los noventa, la tasa de interés en el Reino Unido la fijaba todavía el ministro de Hacienda y no el Banco Central. La literatura empírica acumulada en los últimos 25 años muestra que bancos centrales independientes, con una alta capacidad técnica, transparentes y que rinden cuentas de sus decisiones y sus resultados, contribuyen a aumentar la credibilidad de alcanzar y mantener una inflación baja, que generalmente se especifica como una meta o un rango meta, lo que contribuye a anclar las expectativas inflacionarias en torno a ella. En el proceso, se facilita el control de la inflación, lo que contribuye a reducir el premio por riesgo inflacionario, las expectativas inflacionarias y las tasas de interés de mediano y largo plazo.

Como la experiencia internacional ilustra, la independencia es relevante y permite dar credibilidad a compromisos de estabilidad. Sin embargo, para lograr y mantener la estabilidad de precios, no basta con un banco central independiente, sino que también es necesario complementarla con un ordenamiento fiscal y una adecuada regulación y supervisión del mercado financiero.

La evidencia empírica de los beneficios de la autonomía para controlar la inflación y suavizar los ciclos económicos comenzaron a hacerse patentes en los países emergentes recién a comienzos de este siglo. Como en muchas otras áreas, Chile ha sido un innovador en esto, siendo el primer país de América Latina y uno de los primeros países emergentes que se movió en esta dirección. Con todo, el tránsito hacia la autonomía del BCCh fue un proceso complejo. En particular, en las etapas iniciales, hubo mucha crítica y resistencia a su independencia, en momentos en que Chile estaba en la víspera de su transición desde un régimen militar a un gobierno democrático (Cuadernos de Economía, abril 1989). Una de las preocupaciones de ese momento era la coordinación con las autoridades políticas en el manejo de la política económica. Aspecto que esta considerado en su Ley Orgánica y que, en general, se ha manejado muy bien.

La experiencia de los últimos 30 años muestra que el BCCh le ha permitido a Chile conquistar la estabilidad de precios, definida como una tendencia inflacionaria en torno al 3% (la inflación promedio anual del período diciembre 2000 a diciembre 2020 alcanzó un 3,16%), que fue inalcanzable por más de un siglo, completar más de 30 años sin una crisis financiera y contribuir a los mejores 30 años de crecimiento y progreso de la economía chilena.

A veces se dice que el BCCh se debiera preocupar también del producto y del empleo. Sin embargo, al utilizar un esquema de política monetaria de metas de inflación flexible, el BCCh toma debida cuenta en sus decisiones de política monetaria de las brechas entre producto y producto potencial y de la tasa de desempleo con respecto a su tasa natural. La rendición de cuentas de su accionar se desarrolla a través de sus informes de política monetaria y de estabilidad financiera que presenta periódicamente al Congreso, al mercado y a la academia, las presentaciones de su Presidente y sus Consejeros y altos ejecutivos, sus informes técnicos y su política comunicacional.

La experiencia del BCCh es correctamente destacada a nivel nacional e internacional como una experiencia exitosa. De hecho, la reciente comisión externa que evaluó al Banco Central y que presidió la expresidenta del Banco Central de Israel incluyendo, entre otros, al exvicepresidente del Consejo de Gobernadores de la FED, concluyó que “la conducción de la política monetaria en Chile en los últimos 20 años, utilizando un esquema de política monetaria de metas de inflación flexible y un sistema cambiario flexible, le ha servido bien al país. El manejo macroeconómico/monetario ha sido ejemplar, de acuerdo con los estándares de los países emergentes y ha sido capaz de mantener las expectativas de inflación de mediano plazo ancladas en torno al 3%” (K. Flug y otros, 2019).

Ahora que el país se prepara para redactar una nueva Constitución hay mucho que hacer, en torno a perfeccionar el marco institucional para que facilite avanzar en satisfacer de buena forma las demandas de las clases medias y en reformas estructurales para fortalecer el Estado de derecho y retomar un crecimiento alto y sostenido. Esto requiere, antes que nada, enfocarse en reformas institucionales que contribuyan a facilitar la gobernabilidad y fortalecer la democracia. Con esta nutrida agenda, la autonomía del Banco Central no debiera ser una materia de particular atención en el proceso constitucional, dado el gran trabajo que ha hecho para cumplir con sus objetivos y que es ampliamente valorado interna y externamente.