Mercados de trabajo y ciclo económico en América Latina: ¿Qué está pasando en la pandemia?

Por Gustavo Leyva (Banco de México)[1] y Carlos Urrutia (Centro de Investigación Económica, ITAM)

La crisis sanitaria del COVID-19 y las políticas de confinamiento asociadas a la pandemia han generado una recesión profunda a nivel mundial, con consecuencias importantes en el empleo. En un documento reciente,[2] preparado como parte de un proyecto auspiciado por el Banco Inter-Americano de Desarrollo, analizamos la respuesta de los mercados de trabajo en cinco países de América Latina durante esta crisis con especial énfasis en la informalidad.[3] También usamos un modelo dinámico de equilibrio general, basado en un artículo nuestro anterior,[4] para entender la naturaleza de los choques económicos generados por la pandemia y discutir algunas políticas orientadas a incentivar la recuperación del empleo.

Comparando la crisis actual con recesiones pasadas

El inicio de la pandemia en América Latina ha estado caracterizado por una caída dramática en el empleo. Como se puede apreciar en la Gráfica 1, la tasa de ocupación (medida como fracción de la población en edad de trabajar) cayó en un poco más de 10 puntos porcentuales en México en el 2020.T2, comparado con el mismo trimestre del 2019. Como referencia, ni siquiera la caída acumulada del empleo fue tan alta durante la “Gran Recesión” del 2008-9. Esta contracción en el empleo se ve asociada en los países analizados a una caída fuerte en la participación laboral (aumento en la inactividad en la Gráfica 1), con una respuesta menor del desempleo.

Gráfica 1. México: evolución del mercado laboral en dos recesiones

 

No solo fue el tamaño de la caída inicial del empleo distinto al de otras crisis, también su composición. En episodios anteriores el empleo informal tendía a amortiguar la caída en la tasa de empleo, cayendo menos que el empleo formal. De ahí que la tasa de informalidad (la proporción del empleo ocupado en el sector informal y bajo condiciones de informalidad) se moviera de manera contracíclica, aumentando en recesiones. Sin embargo, durante la pandemia observamos lo opuesto: una brutal destrucción de empleo informal que explica una caída en la tasa de informalidad en esta recesión (véase de nuevo la Gráfica 1 para el caso de México). La única excepción entre los países revisados es Perú, cuya tasa de informalidad ha continuado su ascenso desde inicios de la pandemia (Perú es el país con mayor porcentaje de empleo informal, alrededor de 72 por ciento en promedio entre 2011 y 2019).

En el tercer trimestre del 2020 empezamos a notar una recuperación rápida (pero parcial) del empleo con un rebote en la tasa de informalidad, reportados en la Gráfica 1 para México. La rápida recuperación puede estar asociada a dos márgenes “ocultos” que juegan un rol importante en la pandemia, no así en crisis anteriores. Estos dos márgenes son los desocupados temporales, trabajadores sin empleo pero que esperan regresar a sus antiguos trabajos en el futuro cercano, y los empleados ausentes, personas con empleo pero que reportan no estar trabajando (por lo menos una hora) en la semana de referencia de la encuesta. Estos dos márgenes aumentaron de manera significativa en el 2020.T2 y se redujeron en el 2020.T3, al menos en el caso de México, sugiriendo que parte de la caída y recuperación posterior del empleo se debe a este tipo de personas “enviadas a casa” a inicios de la pandemia pero que retornan en sus antiguos trabajos luego de un tiempo.[5]

El rebote en la tasa de informalidad que observamos en el 2020.T3 parece sugerir también una recuperación económica liderada por el empleo informal. Esto ha sido así en recesiones pasadas y refleja posiblemente la mayor flexibilidad del empleo informal, que escapa de la regulación laboral. El problema es que la calidad de esos puestos de trabajo informales es también menor, tanto por las condiciones para el trabajador como en términos de productividad. Una recuperación liderada por empleo informal puede lastrar la productividad de la economía y por lo tanto ralentizar la recuperación del producto.

Opciones de política

También proponemos un modelo estructural de una economía pequeña y abierta para entender los efectos de la pandemia, calibrado para la economía mexicana. El modelo nos permite recuperar los choques que dan cuenta del comportamiento de la economía en el 2020 (en breve, choques negativos a la oferta de trabajo y a la productividad del sector informal parecen ser los más importantes), generar predicciones para la recuperación (véase Gráfica 2) y analizar el impacto de distintas políticas.

Gráfica 2. México: escenarios para la recuperación

 

En el contexto de nuestro modelo, políticas que incentiven la creación del empleo formal aceleran la recuperación del empleo reduciendo al mismo tiempo la informalidad. Las ganancias de productividad de esas políticas pueden ser importantes. Dos ejemplos son reducir temporalmente la carga tributaria a las empresas formales o subsidiar directamente la contratación formal. Aunque ambas políticas tienen efectos similares sobre el empleo, la informalidad y el producto, subsidiar la contratación formal tiene un costo fiscal menor al focalizar los recursos directamente en el margen de creación de empleo.

También analizamos otras políticas que siguen siendo parte de la discusión, como un subsidio al desempleo o a los trabajadores informales. Si bien puede haber buenas razones de tipo redistributivo para implementar ese tipo de programas, su efecto sobre el empleo es modesto y, en el caso del subsidio al sector informal, puede acelerar el aumento en la tasa de informalidad con efectos negativos en la productividad y por lo tanto en el potencial de crecimiento de mediano plazo.

En conclusión

La pandemia ha vuelto a poner sobre la mesa en América Latina el tema de la informalidad. La destrucción de empleo al inicio de la pandemia es una muestra más de la fragilidad del empleo informal, que va asociada a la falta de una red de apoyo social que abarque al universo de trabajadores. De otro lado, la rápida recuperación del empleo informal también subrayaría los beneficios en flexibilidad que aporta, frente a un sector formal que enfrenta una serie de rigideces, algunas de ellas producto de la propia regulación laboral. Por último, los costos en productividad de una recuperación liderada por el sector informal pueden ser no menores.

En este contexto, el debate de cómo fomentar la creación de empleos de calidad en el sector formal cobra vigencia. Quizás la pandemia sea una oportunidad para impulsar políticas que ayuden a la recuperación y que incluso afecten en un plazo mayor la estructura del empleo en nuestros países, de modo de acompañar sanamente la recuperación de la economía y de sus perspectivas de mediano plazo.

 

 

[1] Las opiniones aquí vertidas no representan necesariamente la posición oficial del Banco de México ni de los miembros de su Junta de Gobierno.

[2] Leyva, G. y C. Urrutia (2021). “Informal Labor Markets in Times of Pandemic: Evidence for Latin America and Policy Options,” Documento de trabajo.

[3] Los países son Brasil, Chile, Colombia, México y Perú y nuestro estudio abarca hasta el tercer trimestre del 2020. Los datos fueron obtenidos directamente de las encuestas (públicas) de hogares y de empleo de cada país. Por ejemplo, para México usamos los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) hasta 2020.T1, la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) para 2020.T2 y la nueva edición de la ENOE para 2020.T3.

[4] Leyva, G. y C. Urrutia (2020). “Informality, labor regulation, and the business cycle.” Journal of International Economics, Vol. 126, Septiembre.

[5] Un resultado interesante que encontramos es que el margen de desempleados temporales afecta especialmente al empleo informal, mientras que el de empleados ausentes está más relacionado con el empleo formal.