¿Es posible formalizar a los informales?

El trabajo sigue siendo la fuente principal de los hogares. Sin embargo, a lo largo del tiempo los mercados laborales cambian, y con ello, algunas características de los empleos. En las últimas décadas, hemos visto un aumento en la cantidad de empleos informales, lo cual trae varios desafíos. La alta informalidad está relacionada con menores ingresos, cobertura en salud, problemas pensionales, evasión de impuestos y otros males de mediano y largo plazo. Por estas razones, enfrentamos la tarea de reducir la informalidad para evitar algunos de estos resultados adversos.

Una frase común que se escucha cuando se discute la informalidad laboral es “debemos formalizar a los informales”. Sin embargo, esto es fácil decir pero quizás no tan fácil de hacer. En un proyecto de investigación actualmente en marcha, hemos estado tratando de averiguar si realmente es posible lograr ese objetivo. Aquí les contamos algunas de las cosas que hemos encontrado hasta ahora.

Antes de continuar, definamos que implica ser formal o informal. Un trabajo formal es aquel donde la persona cotiza a pensión y salud. Un trabajo informal es donde la persona no cotiza a pensión y salud. La tasa de informalidad reportada en artículos académicos y los reportes de mercado laboral del DANE usualmente se refiere al porcentaje de trabajadores informales entre todos los ocupados(as). Estas cifras se suelen reportar a nivel nacional y para ciudades capitales.

Nosotros aprovechamos la existencia del Atlas Colombiano de Complejidad Económica, que recoge información sobre actividad productiva, empleo, salarios y exportaciones a nivel municipal. Para nuestros fines, nos dice cuantos empleos formales hay en cada municipio durante el periodo 2008-2017. Para el análisis que nos ocupa hoy, utilizamos solamente los datos del último año disponible: 2017. Para calcular las tasas de informalidad, aprovechamos los microdatos del Censo Nacional de Población y Vivienda del 2018. De esta fuente de información, calculamos la cantidad de personas ocupadas por municipio. Con los dos ingredientes necesarios, podemos estimar la tasa de informalidad para cada municipio dentro de Colombia.

La tasa de informalidad municipal que calculamos se puede visualizar en el siguiente mapa. En promedio, calculamos que la tasa de informalidad utilizando estos datos es más alta que la reportada por fuentes como la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) que suele rondar el 50% de informalidad. En promedio, nosotros estimamos una tasa de informalidad del 88%. Una explicación de esta diferencia es que los datos que utilizamos incluyen municipios alejados a los cuales no llega la GEIH, que son los que presentan la mayor cantidad de trabajadores informales. Actualmente, nos encontramos en proceso de verificación de las discrepancias para entenderlas mejor. El mapa ilustra que un gran número de municipios tienen más de la mitad de la población en condición de informalidad. Un conteo muestra que de los 1,122 municipios, 35 tienen tasas de informalidad menor al 50%, 87 entre 50-75%, y 1,000 mas del 75%. Esto es preocupante para los que proponen “formalizar a los informales”, pues sugiere que va a ser una tarea que implica en muchos lugares pasar a todos los trabajadores de la informalidad a la formalidad. Este proceso implica costos de tiempo y financieros, los cuales pueden resultar muy altos comparados con los beneficios de formalizar a la fuerza laboral, pero esta será una idea para debatir en otro momento.

 

Fuente: Elaboración propia de los autores con datos del DATLAS y DANE.

 

¿Qué implican estos cálculos? Al ser un ejercicio exploratorio, no constituyen evidencia irrefutable pero sugieren algunas avenidas a seguir explorando en materia de informalidad. Primero, quizás la informalidad es más alta de lo que creemos. Segundo, hay mucha variación entre municipios. Fuera de las ciudades capitales, hay mucha más informalidad, sugiriendo que este problema puede ser mas grande en sitios más alejados y con mercados laborales muy distintos a las zonas urbanas. Tercero, si queremos reducir la informalidad hay que pensar más allá de mover a las personas de un sector a otro. Este quizás es el punto más importante que requiere de mayor investigación en todos los frentes posibles.

Guillermo Perry propuso que las personas se encuentran en la informalidad por dos razones: 1) Quieren ser formales pero enfrentar barreras para entrar al sector; 2) Prefieren ser informales que formales. Entonces, necesitamos averiguar cuantas personas se encuentran en cada uno de estos grupos. Pasar de la informalidad a la formalidad al primer grupo es menos complicado porque tienen incentivos para ser formales pero enfrentan obstáculos para lograrlo. Quitar dichos obstáculos formalizaría a este grupo. El problema más grande es el segundo grupo, ya que estas son personas que hacen las cuentas y determinan que no les conviene ser formales. Para esto se requieren reformas profundas al sistema de protección del sector formal y cambiar las actitudes a la formalidad. Parafraseando a Santiago Levy, los sistemas de protección social a veces implican que estar en el sector formal es un “impuesto” y esto hace que la gente prefiera la informalidad.

En tiempos normales, la informalidad presenta un gran desafío. En tiempos de pandemia, cobra mayor relevancia pues muchas personas han perdido su empleo formal y han transitado hacia actividades informales para llegar a fin de mes. Si queremos evitar las consecuencias negativas en el mediano y largo plazo de los altos niveles de informalidad, necesitamos dimensionar la dificultad de la tarea. Entender la prevalencia de informalidad en todo el territorio es un primer paso porque la idea es ayudar a todos, no solo a algunos. Adicionalmente, necesitamos dimensionar cuantas personas quieren ser formales y cuantas no lo desean. Al entender al siguiente grupo vamos a poder realmente “formalizar a los informales” con acciones en vez de palabras.