Marco Polo, Goethe y la política monetaria en tiempos del post Covid-19

Por Marc Hofstetter | Twitter: @mahofste

Comienzo por la política monetaria como alquimia, cortesía de los escritos de Marco Polo en el siglo XIII.  Sigo con su interpretación diabólica, cortesía de Fausto, la tragedia escrita por Goethe hace dos siglos y termino con el rol que podría cumplir en algunos países en desarrollo como Colombia en la post-pandemia. EL mensaje: manteniendo a raya a Mefistófeles, hay elementos de la alquimia que pueden resultar útiles.

“Se puede decir que el Gran Kan está en posesión del secreto de la alquimia”. Así comienza Marco Polo la descripción de cómo funcionaba el sistema monetario en el Imperio Mongol, dirigido por Kublai Kan, nieto de Gengis Kan.

Para fabricar su moneda—continúa Marco Polo—envían a unos hombres para mondar la corteza de un tipo de árbol que nosotros llamamos moreras…y hay allí tal cantidad de estos árboles que todos los campos están llenos de ellos. Cogen una capa de la corteza que es muy fina… de esta delgada película elaboran unas hojas… Y una vez hechas las hacen cortar así: la más pequeña vale entre ellos la mitad de un pequeño tornés; y la siguiente, algo mayor, un tornés; la que le sigue que es más grande aún, vale medio doblón de plata de Venecia;…continuando así hasta llegar a diez bizancios de oro. En todas estas hojas se imprime el sello del Gran Señor, sin el cual nada valen. … A partir de ese momento la moneda ya es válida y si alguno intentase falsificarla, imitándola, sería castigado con la pena capital, así como sus descendientes hasta la tercera generación….Y hace fabricar el Gran Kan tan enorme cantidad de esta moneda que puede pagar con ella todos los tesoros del mundo sin que nada le cueste…. hace con ellos todos los pagos… todas las gentes y comunidades que viven bajo sus leyes aceptan de buen grado como pago estas hojas; pues por cualquier sitio donde vayan pueden hacer con ellas todos sus pagos…Muchas veces al año llegan numerosos mercaderes de la India o de otras regiones, cargados de perlas, piedras preciosas, oro plata, y tejidos de seda y oro y se los ofrecen al Gran Señor. Y este, llama() a doce hombres expertos… tras examinarlas y valorarlas, abonan  a los comerciantes que las han traído lo que consideran su justo precio mediante las hojas de papel. Y los mercaderes los reciben gustosos…porque reciben dinero contante y pueden cambiarlo por cuantas cosas quieran adquirir… Además, esta forma de pago es más ligera que ninguna otra, y se puede transportar por los caminos con toda facilidad…el Gran Señor compra cada año el equivalente a infinitas sumas de dinero; y todo cuanto compra lo hace pagar con estas hojas que le cuestan poquísimo… En resumen, nunca se paga con oro o plata; y tanto los ejércitos como los funcionarios perciben sus salarios con esta moneda de papel de la que el Señor puede tener siempre tanta como quiera.

Al igual que en el imperio mongol del siglo XIII, hoy tenemos papel moneda que sigue siendo de curso forzoso, es decir, debe ser aceptado como medio de pago dentro del país que lo emite. Su funcionamiento se basa en la confianza: luego de aceptarlo esperamos que otros también lo aceptarán en futuras transacciones. Al igual que en el imperio Mongol, el Estado controla su emisión y en principio podría imprimir moneda de papel “tanta como quiera”. El Emisor también puede acumular riquezas a cambio de esos papeles: un Banco Central moderno puede comprar oro u otros activos financieros locales o extranjeros. También está prohibida la falsificación, si bien no fusilamos a quién lo haga y sus descendientes. Y es más fácil de transportar que otras formas de dinero si bien los cambios técnicos han ido desplazando su uso en los últimos años. Pero la esencia, la alquimia, aún existe.

Paso a Fausto, de Goethe. Allí, el diabólico Mefistófeles, ha empujado al emperador a adoptar “el papel”; la ironía sobre su beneficio tras su emisión abusiva va tomando color a medida que avanza la escena:

SENESCAL (Entrando apresuradamente). Serenísimo Señor, en mi vida he imaginado tener que anunciar una dicha más grande que esta que ahora me congratula y que me trae alegre a vuestra presencia. Cuenta tras cuenta ha sido pagada y se han apartado de nosotros las garras de la usura. Me he liberado de esa pena infernal, en el Cielo no podría sentirme mejor. …

CANCILLER (Que viene avanzando despacio.) Bastante contento estoy en mi vejez. Oíd y ved este papel fatídico que ha transformado la pena en dicha. (Lee.) «Para todo aquel que le concierna, sépase que este billete tiene valor de mil coronas. Como garantía lleva en prenda un sinfín de tesoros enterrados en territorio imperial. Se ha ordenado, que una vez extraídos, se canjeen por aquel

EMPERADOR Presiento que aquí se ha cometido un crimen, una monstruosa farsa. ¿Quién falsificó aquí la firma del Emperador? ¿Ha de quedar impune ese delito?

TESORERO Recuerda que tú mismo esta noche lo firmaste. Hacías el papel de gran Pan y el Canciller se acercó a ti acompañado de nosotros. «Asegúrate el gran placer de la fiesta, procura el bienestar del pueblo con unos pocos trazos de pluma.» Firmaste con claros trazos y esa misma noche los grabadores lo imprimieron a miles. Para que el beneficio llegara a todos por igual, timbramos la serie entera enseguida. Ya tenemos dispuestos los billetes de diez, de treinta, cincuenta y cien. No sabéis el bien que se le ha hecho al pueblo. Recuerda cómo estaba antes tu ciudad enmohecida por la muerte y ve cómo, ahora, todo vive y bulle alegremente. Aunque tu nombre ya reportaba alegría a todo el mundo, nunca ha sido hasta hoy mejor considerado. Ahora el alfabeto está de más, con este signo todo el mundo es feliz.

EMPERADOR ¿Y mi gente lo acepta como si fuera oro? ¿A la corte y el ejército les sirve de paga? Aunque me extraña, he de dejar que esto siga adelante.

SENESCAL Estos papeles no podrían frenarse; se han diseminado con la rapidez del rayo. Las casas de cambio están abiertas día y noche y en ellas se hace honor a cada papel con oro y plata, aunque, es cierto, con descuento. De allí se va entonces al carnicero, al panadero y a la bodega. La mitad del mundo parece sólo pensar en festines y el otro medio presume con su traje nuevo. El pañero corta tela, el sastre cose. Al grito de «Viva el Emperador» mana el vino en las bodegas, allí se asa, se cuece y se hace chascar los platos.

MEFISTÓFELES … No habrá ya que torturarse acarreando bolsas ni talegas, es fácil llevar un papelito en el pecho y este hace muy buena pareja con los billetes amorosos. El sacerdote lo lleva en el breviario con piedad, y el soldado, para gastarlo con más presteza, se desabrocha rápido el cinturón prieto a sus riñones. Perdone, su Majestad, si parezco rebajar su obra y presentarla insignificante. …Un papel de esos, en lugar del oro y las perlas, es tan cómodo. Con ellos se sabe lo que se tiene. No hacen falta ni regateos ni cambios para embriagarse de vino y de amor. Si se quiere metal, siempre hay cambistas. Si este falta, se cava durante un tiempo. … Nada es mejor en cuanto uno se ha acostumbrado. Desde hoy en las tierras del imperio habrá suficientes joyas, oro y papel. …

EMPERADOR Ofreceré obsequios a cada uno de los miembros de la corte, si me dicen en qué los emplearán.

PAJE (Recibiendo el obsequio.) Viviré con placer, tranquilidad y disfrutaré de las cosas buenas.

OTRO (Igualmente.) Yo mismo le conseguiré a mi amada sortijas y una cadena.

UN CHAMBELÁN (Lo mismo.) Desde ahora beberé vinos el doble de buenos. …

PORTAESTANDARTE (Con circunspección.) Libraré de deudas mi castillo y mis tierras.

OTRO (Igual.) A este tesoro añadiré tesoros.

EMPERADOR Esperaba de vosotros afán y alientos nuevos, pero el que os conoce sabe bien adivinar vuestras intenciones. Bien lo advierto: en medio de estas florecientes riquezas, seguís siendo igual que antes.

BUFÓN ¡Son hojas mágicas! No entiendo muy bien…¿Lo que hay aquí tiene valor de moneda?

MEFISTÓFELES Con eso tienes para todo lo que les apetezca a la barriga y al gaznate.

BUFÓN ¿Puedo comprar tierra, casa y ganado?

MEFISTÓFELES ¡Está claro! Sólo pide, que no te faltará nada.

BUFÓN ¿Y castillo con bosque, caza y un arroyuelo con pesca?

MEFISTÓFELES ¡Sin duda! Cómo me gustaría verte hecho un gran señor.

BUFÓN Esta misma tarde me pavonearé en mis dominios. (Se va.)

***

La pandemia ha cambiado el paisaje económico mundial de una manera acelerada. En América Latina se verán caídas en la actividad económica sin precedentes. En el caso colombiano, por ejemplo, algunas proyecciones apuntan a reducciones del PIB cercanas a dos dígitos, un colapso que dobla el de 1999, que a su vez era el peor desde que tenemos datos confiables de la actividad. El desempleo ya nos recuerda los peores registros de esa crisis y despierta temor la idea de que nos cueste de nuevo, como en ese caso, tres lustros devolverlo a un dígito.

A la par con el desmoronamiento de las cuentas de los hogares y las empresas, los Estados pasan por profundos problemas fiscales. Los recaudos y los rendimientos de las inversiones en empresas en las que participan han ido con celeridad a la baja. Se ha necesitado de gastos extraordinarios para adecuar sistemas de salud, dar ingresos a los hogares confinados, echar salvavidas financieros al tejido empresarial y subsidiar las nóminas del sector privado en un intento por evitar que el aparato productivo se evapore y haga imposible una recuperación cuando las circunstancias de salud mejoren. Los gobiernos de América Latina, cuando unimos las piezas de caídas en el recaudo y aumentos en los egresos, han incrementado sus déficits y su deuda.

En el caso colombiano, por ejemplo, el año cerrará con un déficit del gobierno superior al 8% del PIB, cerca de seis puntos adicionales a los que se tenían presupuestados hace apenas unos meses. Hacia adelante, los interrogantes sobre la sostenibilidad fiscal son enormes: las cuentas dependen de una reforma tributaria que recoja recursos por dos puntos del PIB (una reforma nunca antes vista, ahora a cargo de un gobierno que en las dos anteriores lo que ha hecho es erosionar las fuentes de recaudo, y que lo intentaría en un año preelectoral y sin mayorías en el Congreso: buena suerte, la necesitamos) y enajenaciones de activos estatales por más de un punto del PIB (como vender dos veces ISAEGN, que tanto le costó al gobierno pasado).

Ante lo que luce como un ajuste fiscal imposible, el escenario más probable es un retroceso a lo mínimo imprescindible y de muy largo aliento en la inversión estatal. Cuando más necesitaremos poner en marcha la actividad económica y cimentar el futuro sobre la base de los aprendizajes de estos tiempos, no habrá gasolina estatal para apalancarlos. La crisis, así, dejaría cicatrices generacionales imborrables.

Algunos han propuesto que en esta coyuntura los Bancos Centrales deberían cumplir un rol preponderante y han propuesto que emitan para financiar al gobierno, como en la alquimia que maravilló a Marco Polo. Pero como en Fausto, la emisión es también una tentación diabólica. Una vez abierto el grifo para financiar gastos recurrentes del gobierno, es difícil cerrarlo. La inundación de billetes puede no terminar, en esos casos, en mayor riqueza de la población sino en mayores precios. Justamente por eso los diseños institucionales de muchos Bancos Centrales están afinados para evitar las consecuencias de los excesos, para frenar las propuestas mefistofélicas. En el caso colombiano, el Banco de la República desde 1991 puede financiar directamente al gobierno pero esa decisión requiere unanimidad de su junta directiva. Desde esa fecha, nunca ha sido utilizado el mecanismo.

Con las cuentas descuadernadas del Estado, luce muy riesgoso acudir al mecanismo si simplemente engrosa las arcas del presupuesto general. La posibilidad de que se convierta en un fatídico papel, como el descrito por el CANCIELLER en Fausto, es real. Escapar de una espiral en la que el financiamiento recurrente del Estado depende del Banco Central, es una tarea compleja: esa emisión puede ser adictiva como lo han mostrado las experiencias recientes de Venezuela y Argentina.

Pero hay una ruta que merece estudio: la alquimia podría usarse para apalancar, por una vez, a la Financiera de Desarrollo Nacional. Esa institución, desconocida para muchos, es el motor de apalancamiento de los proyectos de infraestructura de cuarta generación. La inyección de capital público importante la recibió tras la privatización de ISAGEN cuyos recursos se destinaron primordialmente para ese destino. Un impulso complementario a las obras civiles con los eslabones que involucran y su intensidad en mano de obra, podría ser la ruta a través de la cual las complementariedades entre lo fiscal y lo monetario, sin tentar al diablo, permitan que el empleo, los ingresos y de paso la infraestructura que le dejaremos a la siguiente generación no estén lastradas de pies a cabeza tras la pandemia.

Habrá que afinar muchos detalles: el monto, las condiciones, las garantías de que esos recursos no irán a financiar gastos corrientes y el tipo de registro contable en el Emisor. En mi opinión, hay que buscar las rutas del mecanismo que no impliquen un aumento en la deuda pública, tal cual lo discute Galí (2020).

Si no pensamos en cómo recargar la inversión pública, se vendrán lustros de bajo empleo, ingresos y un desmejoramiento de los bienes públicos: por primera vez en décadas le heredaríamos a la siguiente generación unas condiciones de vida con peores perspectivas que las de la generación previa.