Políticas y proyecciones para América Latina y el Caribe en tiempos del Covid-19

El nuevo coronavirus y la enfermedad Covid-19 han impuesto graves costos humanos y económicos en todo el mundo. Los casos están aumentando en América Latina y el Caribe, y la lección aprendida de otros países en el mundo es que tomar medidas tempranas para detener la propagación del virus es clave. Un análisis reciente señala que el número de muertos en la región hubiera ascendido a 3,3 millones si no se hubieran tomado medidas para contener el virus; los países han actuado con cierres de emergencia, cierres temporales de empresas no esenciales y ordenanzas de quedarse en casa para salvar vidas.

Las repercusiones en la economía mundial han sido dramáticas; el crecimiento se ha desmoronado, el comercio se ha prácticamente congelado, los precios del petróleo se han desplomado y los precios de otras materias primas han caído. Además, los mercados de valores mundiales sufrieron fuertes caídas, los mercados de capitales están agitados y los costos de deuda de los mercados emergentes han aumentado. El rendimiento de los bonos de América Latina y el Caribe aumentó 150 puntos desde principios de año hasta el 1 de abril de 2020.[1]

Utilizando como referencia las tasas de crecimiento previstas a finales de enero de 2020, es decir el momento anterior a la crisis, y aplicando una serie de shocks, un modelo estadístico de la economía mundial arroja posibles escenarios macroeconómicos de crecimiento para la región. El escenario más optimista (dentro de lo posible) pone a América Latina y el Caribe en una recesión casi de la misma intensidad que la de la crisis financiera mundial, pero los escenarios más pesimistas, y probablemente los que tienen mayor probabilidad de ocurrir, sugieren una caída más profunda. Estos escenarios y las respuestas políticas se detallan en el Informe macroeconómico de América Latina y el Caribe 2020 publicado el jueves 9 de abril.

Muchos países de la región están implementando fuertes políticas de distanciamiento social. La caída de la demanda externa por sí sola habría creado un aumento desempleo y una mayor subutilización de la capacidad laboral, pero las intervenciones no farmacéuticas tendrán efectos adicionales. Este año la región tendrá un crecimiento negativo, pero esto no debería interpretarse como una recesión normal. No existe prácticamente ninguna relación con un análisis convencional de los “ciclos de negocios”, dado que se trata de un cierre parcial y organizado de la economía.

Dada la dinámica tan diferente de esta crisis, es muy difícil hacer proyecciones definitivas, por eso el análisis se centra en un rango. Los países sufrirán fuertes caídas en el PIB, pero la mayoría de los analistas prevén una recuperación hacia el final del año en curso y en el 2021. El sector industrial de China ya parece estar recuperándose, y se espera que los sectores del consumo y los servicios le sigan. Habrá reveses, y es posible que algunos países sufran nuevos brotes a lo largo del camino, que serán necesario controlar. El apoyo fiscal y monetario, sin precedentes en las economías avanzadas, seguramente ayudará a esas economías, pero hay mucha incertidumbre acerca de la intensidad de las pérdidas y de la rapidez de la recuperación.

Recurrir a la típica gestión anticíclica de la demanda, tanto fiscal como monetaria, es probablemente inapropiado. Si el estímulo a la demanda reduce el distanciamiento social, eso funcionará en contra de las intervenciones no farmacéuticas. Más bien, el objetivo de la política debería ser complementar el cierre parcial; permitir a quienes pierden su fuente de ingresos comprar alimentos y otros artículos de primera necesidad; proporcionar apoyo e incentivos a las empresas para que mantengan a los trabajadores en su nómina y reduzcan las liquidaciones; y garantizar que el sistema bancario se mantenga sólido y pueda ayudar a las empresas con liquidez y crédito. En resumen, las políticas deben tener por objeto proporcionar alivio (no incentivos), impedir que se amplifiquen los costos económicos y mantener intacto el núcleo productivo de la economía para la fase de recuperación.

Antes de la crisis, las necesidades de financiamiento de la región se situaban entre el 4% y el 5% del PIB, pero con variaciones importantes entre los países. Habrá significativas necesidades adicionales. Los países deberán encontrar la forma de financiar el gasto adicional en el sistema de salud y los paquetes de apoyo. Habrá que tener una mayor eficiencia, renunciar a otros gastos no esenciales, y obtener un mayor endeudamiento, a través de los bancos públicos y a través del balance de los bancos centrales, cuando sea apropiado. Los bancos centrales, reduciendo las tasas de interés, desempeñan un papel importante; también pueden contar con reducciones de los requerimiento de reserva y liquidez y la provisión de liquidez extraordinaria a los mercados, a los bancos y, en algunos casos, incluso a otras entidades no financieras. Los países deben diseñar y calibrar esas políticas con mucho cuidado para proporcionar el máximo alivio a los recursos utilizados, manteniendo a la vez la estabilidad monetaria y financiera, y la sostenibilidad fiscal. En el informe se examinan un conjunto de políticas apropiadas y se brinda información sobre las acciones concretas de los países.

Tanto el FMI como el Banco Mundial y, a su vez, el BID, han anunciado financiamiento adicional para los países prestatarios. El brazo del sector privado del BID, BID Invest, también ha puesto a disposición más recursos. Algunas economías más grandes, como las de Brasil y México, tienen líneas de liquidez en dólares tipo swap con la Reserva Federal de los Estados Unidos. Lo más aconsejable para los países sería que buscaran el financiamiento adicional que necesitarán para costear las medidas de salud y de apoyo extraordinario, habida cuenta de los cierres económicos parciales. Es posible que cuando los casos disminuyan y se puedan acumular recursos para la realización de pruebas y la localización de contactos, una transición a políticas menos agresivas pueda ser efectiva.

La región ha resistido muchas crisis. Lamentablemente, con frecuencia son los más pobres y vulnerables los que sufren. El Informe Macroeconómico de América Latina y el Caribe 2020 había sido concebido como un informe sobre la desigualdad con capítulos sobre diferentes aspectos. Cuando la crisis de salud comience a disiparse, la desigualdad y la inclusión se van a volver temas aún más relevantes.

[1] Dada la caída de las tasas de interés en EE.UU., los rendimientos son mejor guía que los diferenciales. Los diferenciales aumentaron en 350 puntos básicos mientras que los rendimientos aumentaron en 150.