Exportaciones en Argentina (2011-2019): Parte I

En colaboración con Martin Serramo (UBA)

Introducción

Hace tiempo, mucho tiempo, que en Argentina se debate cómo hacer para exportar más. No cabe duda que el grado de apertura de la economía argentina es bajo, y que el país debe profundizar su integración al mundo (ver esta entrada). La Figura 1 muestra que, desde comienzos de los 70s, las exportaciones argentinas en relación al PBI se expandieron mayormente durante los 90s. En el crecimiento experimentado durante los 90s tuvo un rol importante la integración en el Mercosur, aunque la performance de las exportaciones fue buena a nivel general. Entre 1994 y 1998, período en el que se concentró el grueso del aumento de las exportaciones, la expansión de los envíos a los países del Mercosur explicó un 42.3% del crecimiento en los envíos globales, y las exportaciones al resto del mundo crecieron al 12.9% anual promedio. Por otra parte, la Figura 1 también muestra la trayectoria del ratio exportaciones/PIB promedio de un conjunto integrado por 54 economías “estables”, que entre 1971 y 2014 crecieron a una tasa promedio anual superior al 1% y tuvieron variaciones negativas del producto en menos del 20% de los años analizados. Esto es, economías a las que les fue mejor que a la economía argentina. De la lectura de este gráfico, resulta claro que, a lo largo de las últimas décadas, el crecimiento de la participación de las exportaciones en la economía de estos países, que comenzó a principios de los 80s y se detuvo con la crisis global de 2008, fue notablemente mayor que en Argentina.

 

Figura 1

Fuente: elaboración propia en base a datos del Banco Mundial.

 

Resulta menos claro, sin embargo, que las razones que se dan en el debate público sobre la performance exportadora argentina sean adecuadas. En nuestra opinión, de hecho, en el debate muchas veces se presentan argumentos inconsistentes que no ayudan a la selección de políticas públicas correctas. Tiende a afirmarse que para poder crecer hay que importar, y para importar hay que exportar. Intertemporalmente, esto es cierto. El problema con esta mirada es que se construye así un modelo causal que va de las exportaciones al crecimiento, el cual no está justificado. Además, se concluye que el principal instrumento de política pública para estimular las exportaciones y, por tanto, el crecimiento de la economía, es el tipo de cambio real, el cual debería ser ‘alto’. Sin embargo, es bien sabido que el tipo de cambio real es una variable endógena en cualquier esquema macroeconómico. Por lo tanto, esta línea de razonamiento no ayuda a encontrar una solución al problema del bajo crecimiento exportador. Más aun, sorprende que quienes plantean esta visión creen al mismo tiempo que para proteger el empleo hay que proteger a la industria sustitutiva de importaciones, lo cual induce un menor tipo de cambio real de equilibrio, y, por tanto, menores exportaciones.

No se señala en este debate que para exportar más es necesario expandir la capacidad instalada a través de aumentos de la inversión, lo cual lleva a producir más, consumir más, y, si las señales de precios son correctas, también a exportar más. En este modelo, lo fundamental es aumentar la inversión, expandir la capacidad instalada, y de esta forma, aumentar las exportaciones e importaciones. Si esto lleva a una mayor integración al mundo o no dependerá de varios factores, pero, en nuestra visión, el incremento de la inversión, y de la productividad de los factores productivos, es la causa fundamental del crecimiento económico y de las exportaciones.

Alternativamente, si no se expande la capacidad instalada, un aumento de las exportaciones requiere de una caída del consumo, y ello, en Argentina, usualmente se alcanza devaluando el valor de la moneda.

Por supuesto, el acceso a mercados internacionales da lugar a incrementos de la productividad a través de la transferencia de conocimientos por parte de intermediarios y compradores extranjeros; y, en países de tamaño medio como la Argentina, hace más probable que las firmas alcancen su tamaño óptimo y puedan financiar actividades de innovación tecnológica y de desarrollo de productos diferenciados. En este sentido, distinto al comúnmente planteado en el debate público, exportar más contribuye causalmente al crecimiento económico al dar lugar a incrementos en la productividad de la economía.

Asimismo, en materia macroeconómica, la integración al comercio internacional contribuye a reducir la volatilidad: cuanto más abierto es un país, menor es la depreciación real a la que dan lugar los sudden stops (Romelli, Terra y Vasconcelos, 2015).

En esta entrada analizaremos la performance de las exportaciones argentinas a lo largo del período 2011-2015, y en una próxima entrega haremos el mismo ejercicio para el período 2016-2019. A nuestro juicio, éstos son dos períodos con tendencias muy distintas en materia de exportaciones, cuyas diferencias dan cuenta de los efectos adversos a los que da lugar la implementación sistemática de políticas que afectan la rentabilidad y el horizonte de planificación de las actividades exportables.

Etapa I: 2011-2015

En 2011, el valor de las exportaciones argentinas de bienes alcanzó su mayor registro histórico: poco menos de 83 mil millones de dólares. De ese total, 28.8 mil millones de dólares correspondían a manufacturas de origen industrial (35%), 27.7 mil millones a manufacturas de origen agropecuario (33%), 19.8 mil millones a productos primarios (19.8%) y 6.7 mil millones a combustibles y energía (8%).

Cuatro años más tarde, el valor de las exportaciones era de 56.8 mil millones de dólares. Entre 2011 y 2015, el valor de las exportaciones argentinas cayó 31.6%. Esta caída se extendió a todos los grandes rubros. En valor, las exportaciones de manufacturas de origen industrial (MOI) cayeron un 37.7%, las de manufacturas de origen agropecuario (MOA) un 15.9%, las de productos primarios un 32.9% y las de combustibles y energía un 66.4% (ver Figura 2).

Figura 2:

Fuente: elaboración propia en base a datos de INDEC.

 

Como podemos ver en la Figura 3, cerca de la mitad de la disminución del valor de las exportaciones estuvo relacionada a la reducción de los precios de exportación. Estos mostraron una baja muy suave entre 2011 y 2014, pero cayeron fuertemente en 2015. Punta a punta, el precio de nuestras exportaciones bajó un 16.49%, liderado por las caídas en el precio de los productos primarios (-27.86%) y de los combustibles y energía (-48.63%).

 

Figura 3

Fuente: elaboración propia en base a datos de INDEC.

 

La otra mitad de la caída en el valor de las exportaciones se explica por la trayectoria de las cantidades exportadas, que se redujeron un 17.7%. En parte, esta caída estuvo ligada a la recesión que Brasil experimentó entre 2014 y 2016. Debido a que Brasil es el principal destino de las exportaciones de manufacturas industriales argentinas (recibió el 48% de las exportaciones de MOI en 2013) y parte de la industria local mantiene un comercio administrado con ese país, la merma en la demanda de bienes manufacturados por parte del país vecino afecta severamente a los envíos al exterior. Entre 2013 y 2015, período durante el cual el valor de las exportaciones de MOI a Brasil se redujo en 6.5 mil millones de dólares, las exportaciones de MOI totales se redujeron en 10.5 mil millones de dólares (pasando de 28.4 a 17.9 mil millones de dólares).

La reducción en el precio de las exportaciones y la caída de la demanda de manufacturas industriales por parte de Brasil, dos factores externos, acentuaron un proceso de deterioro de la performance exportadora de origen doméstico que había comenzado en 2012. Hacia 2013, las importaciones globales de Brasil continuaban creciendo. Sin embargo, ese año las cantidades exportadas por Argentina fueron más bajas que en 2011 en todos los rubros: Productos primarios (-9.9%), MOA (-10.1%), MOI (-7.7%) y Combustibles y energía (-14.4%).

Éste proceso de deterioro de origen doméstico, que de acuerdo a Rapetti et al. (2019) explica alrededor del 40% de la merma en el valor de las exportaciones de bienes y servicios durante el período 2011-2015, estuvo ligado a la intensificación del sesgo anti-exportador de la política económica que se implementó a partir de 2011.

Durante el 2011, año electoral, el Gobierno buscó moderar la trayectoria de depreciación del tipo de cambio para evitar que el alza de los precios internacionales se tradujera en una aceleración de la inflación. Para ello, debió intervenir en el mercado cambiario, vendiendo reservas. Debido a que el mercado percibía que la trayectoria de apreciación real era insostenible y descontaba que el gobierno convalidaría una suba del dólar luego de las elecciones, se produjo una corrida cambiaria que llevó a que las reservas cayeran cerca de un 10% entre junio y octubre. Sin embargo, las expectativas del mercado no fueron convalidadas. Luego de ganar en las elecciones de octubre, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no devaluó, sino que lanzó una serie de medidas destinadas a mantener el tipo de cambio y detener la pérdida de reservas. Limitó la compra de dólares para “atesoramiento”, aplicó estrictos controles a las importaciones a través de las DJAI y los cupos de divisas, y estableció restricciones al giro de dividendos, entre otras medidas.

Los controles cambiarios acompañaron a la Argentina hasta fines de 2015. Cuando el deterioro de los términos de intercambio experimentado desde 2013 (ver Figura 4) y el creciente atraso cambiario (ver Figura 5) intensificaron la presión sobre el tipo de cambio y las reservas, el Gobierno redobló la apuesta. En la medida en la que le resultó posible, dilató el sinceramiento del tipo de cambio a través de la aplicación de nuevas restricciones – como el recargo a las compras con tarjeta de crédito fuera del país – y el endurecimiento de las medidas implementadas inicialmente. Con el tiempo, sin embargo, la situación se tornó prácticamente insostenible. Por ello, a principios de 2014 el Gobierno permitió una devaluación brusca del tipo de cambio oficial, y flexibilizó levemente el cepo a la compra de dólares para ahorro. Sin embargo, esto no cambió significativamente las cosas. Hacia noviembre de 2015, la mayoría de los controles al acceso de divisas seguía en pie, el tipo de cambio real se encontraba más apreciado que luego de la devaluación de 2014 (a pesar de la caída de los términos de intercambio experimentada a lo largo de 2015) y la brecha cambiaria continuaba siendo alta.

 

Figura 4

Fuente: Galiani y Polo (2018)

Figura 5

Fuente: Galiani y Polo (2018)

Al complicar y tornar incierto el acceso a las importaciones, que en su gran mayoría corresponden a insumos y maquinarias, las medidas mencionadas previamente generaron dificultades para producir en país. Además, actuaron como un gran desincentivo a la inversión, que entre 2011 y 2015 cayó un 8.3% en términos reales (ver Figura 6). Al ver limitada la posibilidad de girar dividendos a las casas matrices, las firmas extranjeras redujeron sus inversiones en el país; y, en momentos en los que la brecha entre el dólar oficial y el paralelo adoptaba valores elevados, las empresas posponían sus inversiones ante la expectativa de una devaluación inminente. Como hemos mencionado previamente, el sector exportable fue particularmente afectado por la política económica de 2011-2015. Además de encontrarse sujeto a los mismos desincentivos que el sector no transable, fue alcanzado por medidas anti-exportadoras adicionales – como la extensión en la aplicación de controles discrecionales a las exportaciones agropecuarias –, y el intenso atraso cambiario redujo la rentabilidad del sector.

Figura 6

Fuente: elaboración propia en base a datos de INDEC.

 

La figura 7 ubica la performance exportadora de Argentina en perspectiva regional. En otros países de la región como Perú y Chile, el valor de las exportaciones también cayó más de un 20% en el período bajo análisis. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que, en general, estos países sufrieron shocks externos más duros que el que afectó a Argentina. En Perú, los precios de las exportaciones se redujeron en un 28.4% entre 2011 y 2015, en Chile un 28.5% y en Colombia un 48.4%, pero en todos estos países el valor de las exportaciones cayó menos que en Argentina, donde los precios de las exportaciones bajaron solamente un 16.5%. De esta forma, vemos el costo en el que se incurrió al adoptar una política de corte anti-exportador.

 

Figura 7

Fuente: elaboración propia en base a datos de UN Trade Statistics.

 

** Nota: En esta entrada se consideran solamente las exportaciones de bienes. Sin embargo, vale aclarar que incluir las exportaciones de servicios en el análisis no daría lugar a cambios en las conclusiones del mismo.

 

Referencias

Rapetti, M., Carreras Mayer, P., Brest López, C. y Sorrentino, A. (julio de 2019). Exportar para crecer. Metas estratégicas para transformar Argentina. Buenos Aires: CIPPEC.

Romelli, D., Terra, C., & Vasconcelos, E. (2015). Current account and real exchange rate changes: The impact of trade openness (SSRN Scholarly Paper Núm. ID 2439832). Recuperado de Social Science Research Network website: https://papers.ssrn.com/abstract=2439832