Salarios en el sector público en México: privilegio o compensación competitiva

Se aproxima un cambio de gobierno en México tras la victoria de Andrés Manuel López Obrador, no sólo es un cambio de gobierno sino también un gobierno del cambio. De entre las medidas propuestas durante la campaña electoral algunas se refieren a los servidores públicos. El primer cambio propuesto consiste en descentralizar partes del gobierno federal al interior de la república, que no tratará el día de hoy  y el segundo está relacionado con la percepción de la ciudadanía de que a los servidores públicos se les paga demasiado, se les otorgan demasiadas prestaciones y esta situación de privilegio debe ser atajada; tema que se tratará directamente el día de hoy. Huelga decir que el análisis no captura a los funcionarios de más alto rango,  designados políticamente, ya que no suelen ser entrevistados en encuestas de empleo o encuestas de ingresos y gastos.

La preocupación de la ciudadanía sobre la remuneración de los empleados públicos es natural y justificada ya que el sector público, en su totalidad, emplea el 27% de la población trabajadora y un 28% de los servidores públicos están ocupados en alguna de las tres ramas del gobierno: federal, estatal o local; un 7.7% de los trabajadores mexicanos totales. Estas son las personas que serán objeto de mi análisis.

El estado mexicano gasta en ellos 36,624 millones de pesos al año en sueldos y salarios según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Por supuesto, esta cifra no incluye gastos indirectos derivados de los seguros de salud formales (IMSS e ISSSTE) que cubren a un 75% de los empleados públicos, ni los seguros privados de gastos médicos que disfrutan un 9.31% de los funcionarios. Aunque son componentes importantes en la remuneración no monetaria, no los consideraré en esta ocasión ya que es más complicado asignarles valor individual. No piensen que lo hago de forma capciosa, intentaré escribir sobre el valor de los seguros públicos y privados en un futuro.

Analizando los datos que nos ofrece la ENOE en el primer trimestre de 2018, los empleados públicos de las tres ramas de gobierno ganaron en promedio 9105 pesos al mes, frente a los 5802 pesos que ganaron los trabajadores del sector privado, lo que nos llevaría a pensar que la prima salarial es significativa y que la indignación de la población ante su «sobresueldo» está plenamente justificada. No obstante, sólo estaría justificada si los trabajadores en el sector público fueran demográficamente similares a los trabajadores en el sector privado. Les adelanto que no son iguales y no podemos comparar peras con manzanas.

El sector público emplea a personas con un nivel educativo significativamente mayor que el sector privado: un 51.7% de los empleados públicos tiene carreras técnicas, licenciaturas o estudios de posgrado, mientras que solo un 23.15% de los empleados en el sector privado se encuentran en esta situación. Parte del salario mensual extra que reciben también se origina en que los empleados públicos son 3 años mayores que los empleados del sector privado, que en promedio tienen 36 años[1]. Por lo tanto, es cierto que en el sector público se paga más, pero sólo podríamos decir que ostentan una situación de privilegio si ganaran substancialmente más que en el sector privado, una vez tenidas en cuenta las diferencias observables que existen entre ambos.

Para intentar identificar esta probable situación de privilegio recurrí a un análisis estadístico sencillo en el que intento incluir variables relevantes para determinar el salario por hora: sexo, edad, educación, tamaño de empresa y posición jerárquica entre otras. El gráfico 1 presenta los principales resultados del análisis de regresión.

Gráfico 1. Salario por hora en el sector público respecto del privado

Este gráfico muestra el salario promedio por hora en el sector público respecto del sector privado por nivel educativo: educación primaria (Prim.), secundaria (Sec.), preparatoria (Prep.), carreras técnicas (Tec.), licenciaturas (Prof.), maestrías (Ms.) y doctorados (Ph.D.). La primara columna de esta gráfica presenta la ratio de medias incondicionales. Esta columna mide la prima salarial por estar en el sector público, aunque ignorando las diferencias evidentes que hay entre los trabajadores de ambos sectores. Si nos quedáramos en este nivel de análisis, es evidente que los empleados públicos ganan bastante más que los empleados privados y nos llevaría a pensar que viven en una situación de privilegio, aunque no podríamos afirmar que los trabajadores más educados son los más privilegiados, sino todo lo contrario.

La segunda columna es el coeficiente estimado de un indicador de sector público que es resultado de un análisis de regresión. Esta regresión incluye características observables de los trabajadores que pudieran estar relacionadas con el salario por hora, mencionadas anteriormente. El mayor inconveniente del análisis de regresión es que pertenecer al sector público es una decisión que puede estar relacionada con características inobservables para mí que, simultáneamente, influirían en los salarios por hora, ofreciendo una imagen sesgada del «efectoa» que tiene trabajar en el sector público sobre los salarios. En estos casos no podemos confiar en que la prima salarial estimada corresponda con la prima salarial «real». De igual manera que en la primera columna, también concluiríamos que los empleados públicos son privilegiados aunque, nuevamente, son los empleados públicos menos educados los que obtienen generalmente más comparando con lo que hubieran obtenido en el sector privado.

La tercera columna es el resultado de intentar corregir por el problema de selección endógena mencionado al discutir la segunda columna del gráfico. Una condición necesaria para corregir este efecto pernicioso es encontrar una variable que está relacionada con la decisión sobre pertenecer al sector público pero que no está relacionada con el salario por hora, una tarea generalmente complicada y les aviso que no pondría la mano en el fuego defendiendo los resultados, pero sugieren un patrón que indica que la prima salarial es claramente mayor para las personas con menor educación a medida que vamos refinando el análisis econométrico.

En mi análisis construyo como variable de identificación la densidad de empleo público relativa a la densidad del empleo privado por localidad, inspirado en la literatura que estudia los mercados laborales con fricciones de búsqueda. Es decir, considero que una variable fundamental para elegir trabajar en el sector público es que haya empleos públicos disponibles respecto de la cantidad de empleos privados. La tercera columna es el resultado de incluir la densidad relativa de empleo público-privado como instrumento del indicador de sector público.

Una vez que las decisiones de empleo público son instrumentadas de esta forma, la prima salarial se reduce significativamente para cualquier nivel educativo y desaparece por completo para las personas más educadas. Esto indica que los empleados públicos son compensados en función de sus capacidades únicamente y que si estos trabajadores migraran al sector privado ganaría prácticamente lo mismo. Creo que es una observación importante a tener en cuenta antes de tomar decisiones precipitadas de cualquier tipo.

Concluyo recordando al lector que los seguros médicos pueden ser un «gancho» para incentivar a las personas más educadas a incorporarse al sector público y, en ese caso, podríamos empezar a discutir sobre si representan un privilegio. El gráfico 2 muestra que podría ser el caso, pero es necesario una cuantificación más detallada. Me lo dejo de tarea.

Gráfico 2. Acceso a seguro de gastos médicos privados

[1]Considero un grupo de población comprendido de entre 22 y 55 años para evitar estudiar la incorporación en el mercado laboral y diferencias en las decisiones de jubilación.