Pobreza: Perspectiva de largo plazo

En colaboración con Martin Caruso (UNLP).

¿Es posible que el crecimiento económico sostenido reduzca la pobreza? En un post anterior sobre Argentina explicábamos que la pobreza depende fundamentalmente de dos elementos: la distribución del ingreso y del valor de la línea de pobreza; tanto los cambios en la forma de la distribución como los cambios en la línea generan variaciones en la tasa de pobreza. Adicionalmente, explicábamos que la distribución cambiaba porque había una variación generalizada de los ingresos (crecimiento o decrecimiento económico) o porque la distribución de una misma masa de ingresos se volvía más o menos igualitaria.

Dejando de lado los posibles efectos que tiene el corrimiento de la línea de pobreza, cabe preguntarse cuál de los dos caminos, si el del crecimiento o el de la redistribución, es más efectivo para reducir la pobreza en el largo plazo. En esa nota sobre Argentina, veíamos que la mejora en la distribución del ingreso había contribuido más que el crecimiento a la caída en la pobreza entre 1995 y 2014. Sin embargo, el periodo estudiado se caracteriza por un muy bajo crecimiento del ingreso real entre puntas. Por lo tanto, es un caso de estudio limitado para evaluar el potencial del crecimiento económico como factor reductor de la pobreza.

La pobreza en perspectiva histórica

Quizás esto es un hecho que escapa a la mayoría de los lectores, pero los estándares de vida modernos son un fenómeno extremadamente reciente en la historia humana. Por lo menos hasta el siglo XVIII, el mundo vivió en un nivel de subsistencia, que desde una perspectiva actual sería considerado un estado extendido de miseria. Por ejemplo, Bourguignon y Morrisson (2002), estiman que un 94% de la población mundial vivía en la pobreza en 1820. El gráfico 1 muestra las series de pobreza estimadas por Bourguignon y Morrisson junto con las líneas más recientes estimadas por el Banco Mundial.

Gráfico 1. Población pobre a nivel mundial 1820-2015

En un contexto donde la pobreza está tan difundida ¿qué factor puede contribuir a disminuirla? Aquí es donde retomamos el marco de crecimiento versus igualdad. Empecemos primero por analizar el posible efecto de la desigualdad. En principio, si una misma masa de ingresos puede distribuirse de manera más equitativa, esto ayudaría a que los ingresos de los pobres estén por encima de la línea de pobreza, reduciendo la tasa de pobreza. Sin embargo, debe notarse que hay poco espacio para la redistribución, dado que la mayoría de la gente vive en torno a un nivel de mera subsistencia. Adicionalmente, incluso si la redistribución fuera posible, su impacto sería muy limitado, dado que los recursos deberían repartirse entre una gran población de individuos pobres.

Ahora, veamos qué ocurrió con la desigualdad mundial a partir de 1820. La Tabla 1 muestra las estimaciones de desigualdad de Bourguignon y Morrisson. En ella, podemos ver que la desigualdad ha aumentado fuertemente en los 200 años analizados, habiendo períodos donde el aumento es más pronunciado que otros.

Tabla 1. Desigualdad de ingresos a nivel mundial

Fuente: Bourguignon y Morrisson (2002).

En base a la tabla 1, estamos tentados a concluir que el aumento en la desigualdad difícilmente haya contribuido a la caída en la pobreza. Sin embargo, detrás de este proceso de aumento de desigualdad global, existen patrones muy diferentes. El aumento en la desigualdad global se debe principalmente a un fenómeno que los economistas llamamos divergencia: algunos países crecieron de manera sostenida, mientras que otros se quedaron estancados. De hecho, según las estimaciones de Bourguignon y Morrisson, la desigualdad dentro de cada país tendió a bajar en el período considerado. Mientras que la mayor desigualdad global difícilmente haya hecho bajar la tasa de pobreza, la menor desigualdad dentro de cada país debe haber contribuido a la caída de la misma.

Ahora, ¿qué podemos decir de la relación entre el crecimiento económico y la pobreza mundial? Existe un consenso amplio de que el crecimiento económico fue muy bajo y errático, cuando no inexistente, hasta por lo menos el siglo XVIII. Sin embargo, desde entonces, Inglaterra primero y un puñado de países luego, empezaron a crecer de manera sostenida a tasas que hasta entonces no tenían precedentes. Detrás de este crecimiento había un avance muy pronunciado en las tecnologías productivas y en las ciencias, con consecuencias de largo alcance para la historia humana. El crecimiento en estos países fue tan grande que dio origen al fenómeno de divergencia descripto anteriormente y al surgimiento de la distinción entre países “ricos” y “pobres” (ver esta entrada previa acá).

Los economistas estamos de acuerdo en que los niveles actuales de pobreza hubieran sido inalcanzables si no fuera por la explosión en el crecimiento económico que tuvo lugar desde la revolución industrial. Esta conclusión es invalorable para entender la evolución del estándar de vida de la humanidad desde una perspectiva histórica de muy largo plazo. No obstante, cabe preguntarnos cuán relevante es la relación entre el crecimiento y la pobreza en la actualidad. Motivados por esta pregunta buscamos una serie de pobreza más actual y que podamos analizar a nivel microeconómico. Ello nos llevó a estudiar el caso de chileno.

Crecimiento y pobreza en Chile

En América Latina, Chile es un país que se destaca por tener una trayectoria sostenida de crecimiento económico. Por ello, este país es un buen punto de partida para verificar si el crecimiento económico ha dado lugar a caídas sostenidas en la tasa de pobreza. El gráfico 2 muestra la evolución de la tasa de pobreza oficial de Chile en un período relativamente largo. Cabe aclarar que en 2013 el Ministerio de Desarrollo Social aplicó una reforma sustancial en la metodología de cálculo de la tasa de pobreza que se implementó de manera retroactiva hasta 2006. El gráfico muestra los resultados obtenidos de la aplicación de ambas metodologías a los microdatos de las encuestas CASEN.

Grafico 2. Evolución de la tasa de pobreza en Chile

Fuente: elaboración propia en base a microdatos de la encuesta CASEN y documentos metodológicos del Ministerio de Desarrollo Social de Chile.

El gráfico confirma el éxito que ha tenido Chile en reducir la pobreza. Según la metodología tradicional, la pobreza alcanzaba a más del 38% de la población en 1990, cifra que cayó hasta menos del 8% en 2013. De manera similar, la pobreza cayó desde 29% en 2006 a 11,7% en 2015 según la nueva metodología de medición de la pobreza.

Habiendo dicho esto, nos interesa identificar la contribución del crecimiento a la caída de la pobreza en Chile. Metodológicamente, se considera que una persona o familia es pobre si sus ingresos no alcanzan a cubrir una canasta de consumo mínima, llamada línea de pobreza. Por lo tanto, una disminución de la tasa de pobreza puede explicarse porque se reduce la línea de pobreza o bien porque aumentan los ingresos de las personas pobres. Adicionalmente, los ingresos de las personas pobres pueden aumentar porque aumentan los ingresos de toda la población (es decir, porque hay un crecimiento económico generalizado) o bien porque la distribución de ingresos se hace más igualitaria.

El gráfico 3 muestra la evolución de estas tres variables en el tiempo. Puede verse que la línea de pobreza ha variado muy poco en términos reales a lo largo del tiempo: en la metodología tradicional, la línea cae muy suavemente hasta 2006 y luego se aprecia alrededor de 10% hasta 2013, mientras que se registra un aumento del 3% tras 9 años en la metodología nueva. El ingreso per cápita familiar promedio sí ha aumentado fuertemente en términos reales: el cuadro izquierdo muestra que se ha más que duplicado entre 1990 y 2013, mientras que ha aumentado casi un 50% entre 2006 y 2015. Estos aumentos corresponden a tasas anuales de 3,25% y 4,25%, respectivamente. Por último, la desigualdad medida a través del índice de Gini ha caído 9,3% en la serie del panel izquierdo y 5,2% en el derecho. En general, podemos decir que estas caídas son pequeñas, en especial cuando consideramos que los períodos bajo análisis son relativamente largos. Adicionalmente, la desigualdad en Chile es alta, incluso para los estándares de América Latina.

Gráfico 3. Evolución de la desigualdad, ingresos y líneas de pobreza (en pesos chilenos de 2013)

Fuente: elaboración propia en base a encuestas CASEN, Ministerio de Desarrollo Social e Instituto Nacional de Estadísticas de Chile.

Para descomponer los cambios en la tasa de pobreza, podemos hacer estimaciones contrafactuales que nos dan una idea de cuánto sería la pobreza si sólo alguno de los elementos que la determinan (línea, ingreso promedio o distribución del ingreso) cambiara mientras que los demás se mantuviesen constante. A continuación, explicamos el proceso con mayor detalle. El gráfico 4 nos ayuda a ver el efecto de cada uno de estos factores en la tasa de pobreza.

Gráfico 4. Efectos sobre la tasa de pobreza

El panel A nos muestra la distribución del ingreso y la tasa de pobreza. Dado que la tasa de pobreza se calcula como el porcentaje de personas debajo de la línea de pobreza (línea punteada), puede estimarse gráficamente como el área debajo de la distribución hasta dicho valor. El panel B nos muestra el efecto de la línea de pobreza. Este efecto es causado por un encarecimiento (abaratamiento) de la canasta básica de bienes, y se lo representa como un corrimiento de la línea de pobreza hacia la derecha (izquierda). Vemos que el corrimiento de la línea genera una variación en la tasa de pobreza (área roja) que constituye el efecto línea de pobreza. En el panel C, la distribución final se obtiene corriendo la distribución inicial hacia la derecha. En este caso, el ingreso medio de la economía ha crecido, lo cual genera que la tasa de pobreza se reduzca en una magnitud representada por el área en color marrón (efecto crecimiento). Por último, el panel D muestra que, si la distribución del ingreso se hace más igualitaria, manteniendo el ingreso medio constante, entonces la tasa de pobreza también se reduce (efecto distribución).

Ahora bien, para estimar estos efectos hacemos uso de técnicas de simulación. La simulación consiste en ver cómo cambia la tasa de pobreza ante cada uno de los factores bajo estudio. Para simplificar la explicación, supongamos que tenemos dos distribuciones de ingresos para el año 1 y 2. Previo al procedimiento de simulación, es importante tener en cuenta que todas las medidas monetarias (ingresos y líneas de pobreza) deben estar medidas en una unidad comparable, es decir deflactadas por el índice de precios relevante a un mismo año. Esto nos asegura que los cambios en los ingresos y las líneas reflejen la evolución real y no nominal de esas variables. Primero, podemos calcular la tasa de pobreza en el año 1 utilizando la línea de pobreza correspondiente. Ahora bien, si calculamos la tasa de pobreza utilizando la línea del año 2, la diferencia entre ambas tasas de pobreza se debe exclusivamente al cambio en el valor de la línea. La diferencia entre ambas medidas es, entonces, el efecto línea de pobreza. Luego, podemos tomar la distribución del ingreso del año 1 y reescalar todos los valores por el cociente entre el ingreso medio del año 2 y del año 1. En este caso, la distribución obtenida es idéntica a la del año 1, excepto que cambió el nivel de ingresos. Entonces, dado que las distribuciones difieren en el nivel de ingreso, pero no en su distribución, la diferencia en la tasa de pobreza entre ambas distribuciones para una misma línea de pobreza es el efecto crecimiento. Por último, dado que la distribución simulada y la del año 2 tienen el mismo ingreso medio pero distinta distribución, podemos calcular el efecto distribución como la diferencia entre estas tasas de pobreza.

En la explicación anterior, obtuvimos primero el efecto línea de pobreza, luego el efecto crecimiento y por último el efecto distribución. Sin embargo, el orden en el cual se hace la descomposición puede variar (por ejemplo, primero se puede reescalar la distribución obteniendo el efecto crecimiento, luego calcular el efecto línea de pobreza y por último el efecto distribución). Dado que hay pequeñas diferencias en la estimación de cada efecto según el orden que se siga en su cómputo, estimamos los mismos como el promedio de los valores obtenidos en todas las permutaciones posibles. Los resultados de estas descomposiciones pueden verse en la tabla 2. Podemos notar que cerca del 90% del cambio observado en la tasa de pobreza se debe al crecimiento real de los ingresos, mientras que el resto de los efectos tienen una participación menor.

Tabla 2. Resultados de la descomposición

Fuente: elaboración propia en base a CASEN, Ministerio de Desarrollo Social e Instituto Nacional de Estadísticas.

Comentarios finales

Si bien en la primera década de este siglo se dieron caídas significativas en la desigualdad que contribuyeron a que la pobreza caiga en América Latina, esta lleva varios años de estancamiento en la región. Para el futuro, lograr caídas persistentes en la desigualdad requerirá cambios sustanciales y políticas sostenidas que tardarán varios años en dar frutos. Este camino, por más arduo que parezca, merece ser emprendido pues los beneficios de vivir en una sociedad con menos carencias y más igualdad largamente exceden sus costos.

Los economistas hemos alcanzado un amplio consenso de que la erradicación de la pobreza requiere tanto de caídas en la desigualdad como del crecimiento sostenido en el nivel de ingreso real de los países. El caso de Chile es enunciativo de que el crecimiento es capaz de impulsar caídas sustanciales en la pobreza, si se crece sostenidamente durante 20 años a tasas relativamente altas, pero no “chinas” (ingreso per cápita familiar creciendo entre 3 y 4% por año), incluso en un contexto de una sociedad considerablemente desigual.

Referencia:

Francois Bourguignon and Christian Morrison (2002): “Inequality among world citizens: 1820-1992”, American Economic Review, 92, 727-44.