México frente al nuevo entorno internacional

Por Rodrigo García-Verdú[1].

México enfrenta un entorno internacional muy complejo, caracterizado por un clima más proteccionista, aislacionista y unilateralista por parte de su principal socio comercial. En este contexto es importante tener claros los hechos bajo discusión acerca de la relación comercial bilateral. Esta contribución se enfoca en algunos de estos hechos sobre los cuales he encontrado confusión, en ocasiones inclusive entre especialistas.

El primer hecho importante a destacar es que antes de la entrada en vigor el 1 de enero de 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Canadá, Estados Unidos (EE.UU.) y México, las exportaciones mexicanas a los EE.UU. ya enfrentaban aranceles relativamente bajos (Gráfica 1):

Gráfica 1. Promedio ponderado de los aranceles aplicados[2]

Fuente: Cálculos propios con base en los datos de la World Integrated Trade Solutions (WITS) del Banco Mundial. http://wits.worldbank.org/

Este es un hecho poco apreciado, inclusive entre especialistas. Dani Rodrik, un prestigiado economista de la Universidad de Harvard, en una columna reciente de Project Syndicate titulada “Demasiado tarde para compensar a los perdedores del libre comercio”, escribió lo siguiente (la parte resaltada es añadido propio):

“En comparación con la mayoría de los países europeos, Estados Unidos llegó tarde a la globalización. Hasta hace poco, su gran mercado interno y su relativo aislamiento geográfico lo protegían bastante bien de las importaciones, especialmente procedentes de países de bajos salarios. Al mismo tiempo, su Estado de bienestar había sido siempre poco desarrollado.

Cuando en los ochenta Estados Unidos comenzó a abrirse a las importaciones de México, China y otros países en desarrollo, lo esperable hubiera sido que siguiera el modelo europeo. En vez de eso, bajo influencia del reaganismo y del fundamentalismo de mercado, el país tomó la dirección opuesta.”

Es obvio que, dada la frontera común de más de tres mil kilómetros entre ambos países y el hecho de que los aranceles que las exportaciones mexicanas enfrentaba antes de la entrada en vigor del TLCAN ya eran relativamente bajos, el mercado de EE.UU. no estaba protegido de las importaciones de México, por lo que tampoco puede decirse que se abrió significativamente durante la década de los ochenta o con el TLCAN.

Hay otra manera de confirmar el hecho de que la entrada en vigor del TLCAN no significó que las exportaciones mexicanas tuvieran a partir de entonces un acceso preferencial desproporcionado al mercado de EE.UU. relativo a otros países. Ella consiste en observar que una proporción significativa de las importaciones de los EE.UU. provenientes de México continúan entrando pagando el arancel correspondiente a la nación más favorecida,

De acuerdo con Amiti, Freund y Bodini-Smith, de los 3,500 productos que EE.UU. importa de México que tienen un arancel NMF positivo, cerca del 20 por ciento en promedio entra a los EE.UU. sin hacer uso de la preferencia arancelaria. Ello se debe a que algunas empresas lo encuentran más conveniente que entrar sin pago de arancel o con el pago de un arancel preferencial, ya que para ello tendrían que comprobar que se cumple la regla de origen establecida por el TLCAN. Este hecho es interpretado por los autores como una señal de advertencia de los posibles impactos negativos en el comercio bilateral que podría tener endurecer las reglas de origen.

Un segundo hecho que conviene recordar, relacionado al punto anterior, es que México no ha pasado de registrar sistemáticamente déficits comerciales bilaterales con EE.UU. previo a la entrada en vigor del TLCAN a registrar sistemáticamente superávits comerciales bilaterales en la etapa post TLCAN. Ello puede apreciarse en la siguiente gráfica (Gráfica 2), la cual muestra que entre 1980 y 1994 México registró superávit bilateral en siete de los quince años, mientras que EE.UU. registró un superávit bilateral en los otros ocho años:

Gráfica 2. Balanza comercial de mercancías entre EE.UU. y México expresada como porcentaje del comercio total de mercancías (exportaciones más importaciones)

Fuente: Cálculos propios con base en los datos de las Estadísticas Históricas de México. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, http://dgcnesyp.inegi.org.mx/ehm/ehm.htm

Un tercer hecho que conviene aclarar, ligado a los dos puntos anteriores, es que el periodo que siguió a la entrada en vigor del TLCAN no coincidió con una caída en el empleo manufacturero en EE.UU. como comúnmente se ha afirmado. Si bien el empleo manufacturero en EE.UU. sí ha caído tanto en términos absolutos como en términos relativos al empleo total no agrícola desde las décadas de los años setenta y cuarenta del siglo pasado, respectivamente, ello obedece a varios factores, incluyendo de forma destacada al cambio tecnológico en general, y a los diferenciales entre sectores de las tasas de crecimiento de la productividad en particular.

Como muestra la siguiente gráfica, en el periodo de cuatro años que siguió a la entrada en vigor del TLCAN el empleo manufacturero en EE.UU. de hecho aumento en términos absolutos (Gráfica 3), pasando de 16.9 millones de trabajadores en enero de 1994 a 17.4 millones en diciembre de 1998:

Gráfica 3. Empleo manufacturero en EE.UU.

Fuente: Cálculos propios con base en los datos del Bureau of Labor Statistics y del National Bureau of Economic Research. https://www.bls.gov/ces/cesbtabs.htm

En efecto, como se muestra en la siguiente gráfica (Gráfica 4), la caída en el empleo manufacturero como proporción del empleo total es una tendencia de largo plazo asociada a la transformación estructural que han experimentado todas las economías desarrolladas. Si bien dicha caída se acelera durante las recesiones (mostradas en gris), lo que domina la serie es su tendencia negativa de largo plazo:

Gráfica 4. Empleo manufacturero como porcentaje del empleo total no agrícola en EE.UU.

Fuente: Cálculos propios con base en los datos del Bureau of Labor Statistics y del National Bureau of Economic Research. https://www.bls.gov/ces/cesbtabs.htm

A pesar de que esta evidencia muestra que el empleo manufacturero en EE.UU. no cayó en el periodo que siguió a la entrada en vigor del TLCAN, ello no debe interpretarse como evidencia de que el TLCAN no tuvo un impacto negativo. Es posible que el crecimiento de dicho empleo hubiera sido aún mayor al registrado en caso de que no hubiese entrado en vigor el TLCAN.

Para analizar esta pregunta es necesario encontrar una estrategia empírica para identificar el impacto causal del TLCAN en el empleo manufacturera. Una de las mejores evidencias al respecto proviene del estudio de McLaren y Hakobyan, quienes han explotado las diferencias regionales en EE.UU. en el grado en que la producción local estaba expuesta a la competencia de las exportaciones mexicanas. Ellos encuentran efectos significativos a nivel local en los salarios, los cuales experimentaron una caída significativa tras la entrada en vigor del TLCAN, inclusive en el sector servicios que no compiten directamente con las exportaciones mexicanas. A pesar de estos efectos locales significativos, el impacto del TLCAN en el empleo manufacturero total que han encontrado estudios de este tipo es modesto, lo que no debe de sorprender en vista de la evidencia presentada anteriormente.

El camino hacia delante

¿Qué debe hacer entonces México ante un ambiente de mayor proteccionismo, unilateralismo y aislacionismo como el que enfrenta actualmente? La respuesta se encuentra en el cabildeo y la negociación trilateral para preservar el acceso y certidumbre que otorga el TLCAN a sus exportaciones y en una mayor diversificación de las exportaciones.

La diversificación de las exportaciones es un proceso por naturaleza lento. Como muestra la siguiente gráfica (Gráfica 5), el porcentaje de exportaciones de México a EE.UU. es alto, promediando 70 por ciento en todo el periodo y solo en un breve periodo a finales del siglo XIX ha caído debajo del 50 por ciento:

Gráfica 5. Exportaciones de México a EE.UU. como porcentaje de las exportaciones totales de México

Fuente: Cálculos propios con base en los datos de las Estadísticas Históricas de México. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, http://dgcnesyp.inegi.org.mx/ehm/ehm.htm

México había podido contar históricamente con EE.UU. como un socio comercial confiable, por lo que la decisión de comercio no había sido vista como una decisión de elección optima de socios comerciales basada en los riesgos de que el acceso a los mercados pudiera disminuir. El no haber pensado antes en la relación comercial multilateral como un problema de elección optima de socios ha resultado ser, ex post, un error, aunque no solo por los riesgos de un mayor proteccionismo que actualmente pueden materializarse. En particular, dado que las exportaciones mexicanas a los EE.UU. en muchos casos son un insumo para muchos bienes finales que a su vez son exportados por EE.UU. a terceros países, el que las exportaciones estén tan concentradas en un solo socio comercial expone a México al impacto negativo de una apreciación del tipo de cambio real efectivo del dólar frente a otras monedas.

Si bien el proceso de diversificación es lento, ello no debe ser excusa para no acelerar las negociaciones de nuevos tratados de libre comercio y acuerdos de promoción y protección recíproca de las inversiones como la coyuntura actual lo requiere. En este sentido, el reciente anuncio del inicio de la renegociación del TLC con la Unión Europea es una noticia alentadora, pero falta mucho trabajo por delante. También debe de considerarse una apertura unilateral más agresiva, consolidando los aranceles frente a la Organización Mundial de Comercio de manera que se reduzca la brecha entre los aranceles aplicados y los consolidados. Finalmente, debe de considerarse un programa de inversión en infraestructura, tanto pública como privada, específicamente diseñado para facilitar la diversificación geográfica de nuestro comercio internacional.

 

Referencias

Amiti, Mary, Caroline Freund y Tyler Bodine-Smith (2017), “Why Renegotiating NAFTA Could Disrupt Supply Chains,” Federal Reserve Bank of New York Liberty Street Economics (blog), 19 de abril de 2017. Disponible en: http://libertystreeteconomics.newyorkfed.org/2017/04/why-renegotiating-nafta-could-disrupt-supply-chains.html

McLaren, John y Shushanik Hakobyan (2016), “Looking for Local Labor-Market Effects of NAFTA,” Review of Economics and Statistics, Vol. 98, Núm. 4, Octubre 2016.

Rodrik, Dani (2017), “Demasiado tarde para compensar a los perdedores del libre comercio,” Project Syndicate, 11 de abril de 2017. Disponible en: https://www.project-syndicate.org/commentary/free-trade-losers-compensation-too-late-by-dani-rodrik-2017-04/spanish

 

 

 

[1] Los hallazgos, conclusiones e interpretaciones contenidas en este artículo son exclusivas del autor y no deben atribuirse a ninguna otra persona u organización. Correo electrónico: rgarciav@alumni.uchicago.edu

[2] Las importaciones totales excluyen el comercio de armas. El periodo pre TLCAN se refiere al promedio entre 1989 a 1993 para EE.UU. y 1991 para México, mientras que el periodo post TLCAN se refiere al promedio entre 1995 a 2016 para EE.UU. y 1995, 1999, 2002, 2004, 2005, 2006, 2008, 2009, 2010 y 2014 para México.