Pobreza comparada a ambos lados de la cordillera

En septiembre de 2016 el INDEC publicó que, en el segundo trimestre del año, 32,2% de la población urbana, o casi uno de casa tres personas, era pobre. Sorprendentemente, en la comparación internacional, la tasa de pobreza en Argentina es superior a la de países tradicionalmente considerados de inferior desarrollo económico como Colombia (28%), Costa Rica (23%) y Ecuador (22,9%). Asimismo, es sustancialmente mayor a la última tasa de pobreza informada por el Ministerio de Desarrollo Social de Chile, a pesar de que éste tiene un nivel de desarrollo similar a Argentina.

Para indagar sobre los motivos de estas diferencias, profundicemos la comparación con Chile. El ingreso promedio en Chile es algo más alto que en Argentina, pero la distribución del ingreso en aquel país también es más desigual. Mientras que el primer factor contribuye a una menor tasa de pobreza, el segundo implica una mayor (ver esta entrada previa). Si estos factores se compensan adecuadamente, deberíamos observar tasas de pobreza similares en ambos países. Para tener una idea de si esto es así, en la Tabla 1 mostramos las cifras oficiales de pobreza en ambos países. Llama la atención que la pobreza extrema (en Argentina, la tasa de indigencia) efectivamente es similar en ambos países, pero que existe una diferencia enorme cuando comparamos las tasas de pobreza.

El contraste entre las dos comparaciones es notable. Claramente, los organismos oficiales de ambos países no usan un criterio estándar para medir la pobreza. ¿Cuál es la diferencia en las tasas de pobreza cuando se usan criterios internacionales estandarizados? Para responder esta pregunta, en la Tabla 2 mostramos las tasas de pobreza elaboradas por el CEDLAS y el Banco Mundial. Estas instituciones usan una metodología común para maximizar la comparabilidad entre países. Vemos que el efecto de ello es reducir significativamente la diferencia en las tasas de pobreza de ambos países, conforme con nuestra creencia a priori de que ambos países deberían tener tasas mucho menos disimilares. Segundo, la conclusión de que Chile es un país menos pobre que Argentina es robusta tanto a la línea como el año que se tome como referencia.

Como vemos, entonces, diferencias metodológicas exacerban las diferencias entre las tasas de pobreza en Argentina y Chile. Al leer detalladamente los informes metodológicos de Argentina y Chile pueden verse varias diferencias. En especial, queremos remarcar la diferencia que existe en el valor de las líneas de pobreza. La Tabla 3 muestra las líneas de pobreza utilizadas en Chile en noviembre de 2015. El panel izquierdo muestra las líneas de pobreza oficiales, tanto para la pobreza extrema como para la moderada. Vemos que se asume la existencia de ciertas economías de escala dentro del hogar, dado que el aumento del tamaño del hogar lleva a un crecimiento menos que proporcional en el valor de la línea. Nuestro objetivo es pasar estas líneas a alguna medida que pueda compararse con las de Argentina. Para ello, dividimos la línea de pobreza por el tipo de cambio a dólares promedio de noviembre 2015 (704 CLP/USD). Tener las líneas expresadas en dólares no es suficiente, dado que los países difieren en sus niveles de precios. Para contemplar esto, multiplicamos por un factor de ajuste de paridad de poder de compra (PPC) que nos permite obtener el precio de una canasta en Estados Unidos. Según cifras del Banco Mundial, el coeficiente de ajuste de Chile era de aproximadamente 1,74 en 2015 en precios corrientes o alrededor de 1,64 cuando se deflacta a precios de 2011. El panel derecho de la tabla 3 muestra el valor de las líneas de pobreza al usar un coeficiente de ajuste de 1,64 y dividir la línea por el tamaño del hogar.

Las líneas de pobreza en Chile son altas: en promedio, la línea de pobreza por persona por día es USD PPC 8,09 a precios de 2011, mientras que la línea de pobreza extrema es USD PPC 5,74. Nuestra intención es replicar este ejercicio para las líneas de pobreza en Argentina. Antes de replicar el ejercicio hecho para las líneas chilenas, debemos tener en cuenta que en nuestro país se considera que distintos tipos de individuos tienen distintas necesidades de consumo. Por ejemplo, una mujer de 30 años requiere de un consumo equivalente al 77% del de un hombre adulto de la misma edad, un niño de 3 años requiere de 51% del consumo de un hombre adulto, etc. Siguiendo este procedimiento se define el número de adultos equivalentes por hogar y se calcula la línea de pobreza multiplicando el costo de una canasta para un adulto equivalente por el número de adultos equivalentes del hogar. Por ello, para obtener líneas comparables con las de Chile necesitamos previamente asumir toda la estructura interna del hogar.

Dado que hay múltiples estructuras de hogar posibles, definimos siete posibles estructuras de hogar que tomaremos como casos testigos. Estos casos son:

  • Caso 1 Hombre soltero (1,00 adulto equivalente)
  • Caso 2 Mujer soltera (0,77 adultos equivalentes)
  • Caso 3 Mujer + dos niños  (2,16 adultos equivalentes)
  • Caso 4 Hombre + mujer + un niño (2,44 adultos equivalentes)
  • Caso 5 Hombre + mujer + dos niños (3,16 adultos equivalentes)
  • Caso 6 Hombre + mujer + tres niños (3,67 adultos equivalentes)
  • Caso 7 Hombre + mujer + dos niños + anciano (3,83 adultos equivalentes)

Tomamos la línea de pobreza definida para el Gran Buenos Aires, que convertimos a USD con un tipo de cambio promedio de abril de 2016, fecha en la cual están valuadas las líneas de pobreza (14,5 ARS/USD).  Para ajustar por PPC, notamos que el último dato disponible del Banco Mundial corresponde a 2015; según este dato el poder de compra de un USD en Argentina equivalía al de 1,51 en dólares corrientes en Estados Unidos. Sin embargo, dado que nuestra canasta está valuada en abril de 2016, debemos hacer un supuesto sobre cómo la devaluación y la inflación posterior afectaron el valor de la canasta. Por eso suponemos que a esta fecha el factor de ajuste habría aumentado en un 10%, valor que consideramos una estimación conservadora. Los resultados de esta conversión se muestran en la Tabla 4. Teniendo en cuenta que usamos una estimación conservadora para el ajuste por PPC, los valores del panel derecho pueden interpretarse como una cota inferior del valor de las líneas de pobreza.

En Argentina, en promedio, la línea de pobreza es de USD PPC 10,44 por persona por día y USD PPC 4,31 en el caso de pobreza extrema. Comparando las líneas de pobreza, vemos que el valor de la línea chilena es 17,5% inferior al de la línea argentina. Por curiosidad intelectual, calculamos la tasa de pobreza que obtendríamos en Argentina si prevaleciese la línea de pobreza chilena y obtenemos una tasa de 24,3% en vez de 32,2%. Igualmente, calculamos la tasa de pobreza que prevalecería en Chile con la línea argentina y obtenemos una tasa de 19,5% en lugar de 11,7%.

Finalmente, notamos que el valor de la línea de pobreza en Argentina no sólo es alto en relación al valor de la línea chilena, sino también en relación a su propio valor pasado. Para ello, debemos tomar nota de los cambios metodológicos introducidos por el INDEC para el último cálculo de la tasa de pobreza. El INDEC realiza un seguimiento del costo de una canasta de consumo de alimentos que constituye la línea de indigencia. Para obtener la línea de pobreza, se multiplica la línea de indigencia por la inversa del coeficiente de Engel. El coeficiente de Engel es un parámetro que mide la participación del gasto en alimentos en la canasta total de las familias. Si la participación de los alimentos en el consumo de los hogares (el coeficiente de Engel) cae, la inversa del coeficiente de Engel aumenta y también lo hace la brecha entre las líneas de pobreza e indigencia. Tanto el costo de la canasta alimentaria como la inversa del coeficiente de Engel han aumentado con la nueva metodología, contribuyendo al aumento de la línea de pobreza. Históricamente, Argentina ha usado el coeficiente de Engel de 0,481 correspondiente a la ENGHo de 1985/86; si usáramos éste en vez de los reportados por el INDEC en 2016, la canasta básica total sería 14% más baja y la pobreza hubiese sido 26,2% en vez de 32,2%.

¿A qué obedece el comportamiento del coeficiente de Engel? En cierto sentido, este parámetro puede ser pensado como un indicador de desarrollo: una menor proporción de gasto en alimentos implica una mayor asignación del presupuesto familiar hacia bienes que no son necesarios para la mera subsistencia. Por lo tanto, el ajuste en el coeficiente de Engel refleja la pérdida de peso de los alimentos en el consumo de las familias de bajos ingresos.

Finalmente, debemos señalar que las diferencias en los criterios según los cuales se fijan las líneas de pobreza dificultan la comparación entre las mismas. Por ende, los esfuerzos por preservar la comparabilidad deben ser bienvenidos. De lo contrario, el análisis de las estadísticas sólo puede dar una visión parcial, cuando no totalmente errónea, de los fenómenos que se intentan medir.