Sobre cómo explicar los movimientos migratorios entre México y Estados Unidos

 

En 1987, George Borjas publicó el artículo más influyente en la literatura que busca entender y describir los movimientos migratorios entre países.[1] Su modelo reconoce la heterogeneidad entre los habitantes de las economías de origen y destino y hace predicciones precisas no sólo sobre la respuesta de los movimientos migratorios a las condiciones económicas, sino también sobre la composición de la población migrante.

Sin embargo, los movimientos migratorios desde México hacia Estados Unidos durante las últimas dos décadas, como bien reconoce el mismo Borjas,[2] parecen no ajustarse tan bien a este modelo. Gustavo Fajardo, Horacio Larreguy y yo, en un artículo de investigación reciente,[3] presentamos evidencia que sugiere que, si queremos entender los movimientos migratorios entre México y Estados Unidos, tal vez debamos abandonar algunos de los supuestos del modelo en cuestión.

Una de las características principales del modelo propuesto por Borjas es que las decisiones de migración se toman a nivel individual. Como consecuencia, una importante predicción del mismo es que la migración necesariamente disminuye cuando los salarios en el destino bajan. En términos un poco más técnicos, dado que son los individuos quienes toman la decisión sobre si migrar o no, los flujos migratorios responden a las condiciones económicas en el destino sólo vía el efecto sustitución (la respuesta al hecho de que en términos relativos, los salarios en el destino son más o menos atractivos que en el origen), y no vía el efecto ingreso (que estaría presente si el ingreso de los individuos en el origen se viera afectado por cambios en las condiciones económicas en el destino, y que impactaría en las tasas de migración en la dirección contraria).

Sin embargo, para el contexto mexicano, vale la pena preguntarse si la decisión de migrar es efectivamente una decisión individual. Junto con el extraordinario crecimiento de la población mexicana residente en Estados Unidos durante los años noventa y la primera década de este siglo, crecieron también de forma sin precedente el porcentaje de hogares mexicanos con algún miembro viviendo en Estados Unidos  y el monto que México recibe por concepto remesas. Los migrantes mexicanos no parecen entonces estar tomando la decisión de migrar pensando sólo en ellos mismos. Si están enviando remesas, lo hacen pensando también en sus familiares residentes en México. ¿Por qué no suponemos, entonces, que la decisión de enviar migrantes a Estados Unidos no se toma a nivel individual, sino a nivel hogar?

Este cambio en el modelo de migración puede influir radicalmente en las predicciones del mismo. En particular, porque entender el impacto de las condiciones económicas en el país de destino en los flujos migratorios deja de ser trivial, pues ante un aumento en las tasas de desempleo en Estados Unidos, por ejemplo, el monto que los residentes en México reciben por concepto de remesas puede disminuir. Y si bien es cierto que, en términos relativos, el salario en Estados Unidos con respecto al salario en México disminuye, sigue siendo cierto que en términos absolutos el salario en el destino es mayor al salario en el origen. Ante un choque negativo a la economía estadounidense, la migración desde México hacia Estados Unidos puede aumentar. No es posible, en este contexto, ignorar el posible rol del efecto ingreso en las decisiones de migración de los hogares mexicanos.

Nuestro trabajo busca entonces probar si efectivamente observamos que, ante aumentos en el desempleo en Estados Unidos, algunos hogares mexicanos (sobre todo aquellos para quienes las remesas significan un porcentaje importante del ingreso disponible) responden enviando más de sus miembros al país del norte.  La tarea no es fácil. Para identificar de forma creíble cómo responden la migración de los miembros de los hogares mexicanos a los cambios en las tasas de desempleo en Estados Unidos, es necesario explotar variación en el desempleo en el destino que no explique por otras vías, excepto la potencial disminución en los montos que las familias reciben por remesas, la decisión de migrar.

En nuestro trabajo, enfrentamos este reto empírico aprovechándonos del hecho de que, generalmente, los migrantes mexicanos suelen elegir, dentro de Estados Unidos, las ciudades de destino de sus familiares y amigos que han migrado en el pasado. Así, a partir de las Encuestas sobre Migración en la Frontera Norte, identificamos, para cada municipio en el país, la distribución de su población migrante entre ciudades estadounidenses. A partir de esta distribución, podemos entonces identificar variación anual y entre municipios en la tasa de desempleo en el destino tradicional. La Figura 1 muestra las tasas de desempleo en el destino tradicional que calculamos para los municipios mexicanos en nuestra muestra en 2005. Así, comparamos entonces, en un mismo año, la tasa de migración de residentes en municipios para quienes en el destino tradicional la tasa de desempleo es sorpresivamente alta, con la tasa de migración entre residentes de municipios mexicanos para quienes la tasa de desempleo en el destino tradicional es sorpresivamente baja.

Figura 1. Tasa de Desempleo Esperada en el Destino por Municipio. 2005.

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Pero no nos detenemos ahí. El argumento que hacemos sobre la necesidad de considerar a los hogares, y no a los individuos, como los tomadores de la decisión sobre si migrar o no (y el número de migrantes de cada hogar que migra) es particularmente importante para hogares que reciben remesas, es decir, para hogares que tienen ya algún familiar trabajando en el destino (y que pueden resentir los choques a la economía estadounidense vía cambios en el dinero que reciben por remesas). Entonces, a partir del censo de 2010, identificamos, para cada año desde 2005 hasta la fecha de levantamiento del censo, qué hogares tenían un migrante en Estados Unidos y cuántos de los miembros de cada hogar decidieron emigrar a o volver de Estados Unidos. Sabemos, para cada hogar, cada año, si alguno de sus miembros está en Estados Unidos (y son potencialmente entonces receptores de remesas) y si decidieron enviar (o recibir de vuelta) a algún miembro adicional.  Más aún, reconocemos que, para que el efecto ingreso domine al efecto sustitución, es importante que las remesas representen un porcentaje importante del ingreso disponible de los hogares. Dividimos entonces a los hogares mexicanos por quintiles de ingreso, suponiendo implícitamente que para los hogares más pobres las remesas representan una proporción más alta de su ingreso disponible, y buscamos identificar si la respuesta, en términos de emigración, a los cambios en el desempleo en el destino tradicional es distinta para ellos que para los hogares con ingresos más altos.

Nuestros resultados son consistentes con la idea de modelar la migración considerando a los hogares como los tomadores de decisiones.  Observamos que entre los hogares con miembros en Estados Unidos, aquéllos con ingresos más altos responden a los aumentos en las tasas de desempleo en el destino de acuerdo con las predicciones de los modelos tradicionales de migración: trayendo a sus miembros de vuelta. Sin embargo, los hogares de menores ingresos responden al aumento en las tasas de desempleo enviando migrantes adicionales. Entre estos hogares, el efecto ingreso domina al efecto sustitución.

La necesidad de considerar a los hogares como los tomadores de decisiones con respecto a la participación de sus miembros en distintos mercados laborales no es nueva. Desde tiempos de la Gran Recesión, la idea de que la participación laboral de las mujeres podía aumentar ante aumentos en el desempleo, precisamente por la disminución en el ingreso de los hogares resultado de las altas tasas de desempleo entre los hombres, es ampliamente reconocida entre los economistas. Parece ser tiempo de aceptar lo mismo cuando buscamos explicar los movimientos migratorios.

[1] Borjas, G. J. (1987). Self-selection and the earnings of immigrants.AMERICAN ECONOMIC REVIEW77(4), 531-53.

[2] Borjas, G. J., & Friedberg, R. M. (2009). Recent trends in the earnings of new immigrants to the United States (No. w15406). National Bureau of Economic Research.

[3] Fajardo, G., Gutiérrez, E., & Larreguy, H. A. (2014). Taking one for the team: shocks at destination and household’s supply of migrants.