Choques climáticos y sus efectos en desarrollo de capital humano

El año pasado las cifras del índice ONI, que se utiliza para monitorear los eventos del “fenómeno del Niño” y “La Niña” muestra niveles históricamente altos (ver Figura 1), mismos que se vieron reflejados en temperaturas extremas record y sequías que principalmente afectaron países asiáticos.[1] Un reporte reciente de Banco Mundial indica que el cambio climático representa una amenaza al desarrollo y que sus efectos afectan en mayor medida a la población en pobreza (Hallegate et al. 2016). Desde el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2010, se alertaba que el cambio climático pudiese revertir dos décadas de avance en desarrollo (Banco Mundial 2010). Asimismo, el Informe Stern (2007) señalaba que en un escenario conservador de aumento de temperatura, las perdidas en el PIB mundial pudiesen alcanzar cifras de entre 5 y 10 por ciento.

Figura 1: Índice ONI. Datos históricos

Figura 1 Aguilar

Fuente: Obtenida de: https://www.climate.gov/news-features/understanding-climate/climate-variability-oceanic-ni%C3%B1o-index

La incidencia del cambio climático va desde efectos directos que incluyen afectaciones a la producción agrícola, destrucción de hogares y pérdida de activos como resultado de desastres naturales, hasta efectos indirectos sobre el desarrollo de capital humano (salud y educación, en particular). Recientemente, un número creciente de estudios ha dado evidencia de efectos de corto, mediano y largo plazo sobre este tipo de indicadores. Esto confirma que variaciones climáticas extremas pueden crear afectaciones, cuyo alcance posiblemente no hemos acabado de dimensionar.

Un conjunto de estudios recientes han vinculado este tipo de choques con la literatura de desarrollo infantil temprano[2], con lo cual enfatizan el amplio alcance que estos eventos pueden representar en la vida de un individuo. Un ejemplo ampliamente citado es el trabajo de Maccini y Yang (2009), quienes encuentran que variación en lluvia a la cual los individuos fueron expuestos durante su infancia temprana explica mayores niveles de educación, bienestar y desarrollo antropométrico. Alderman et al. (2006) utilizan sequías como instrumento de desnutrición para explicar efectos en desarrollo de capital humano posterior.

En un artículo de investigación, Marta Vicarelli[3] y yo (2012) nos dimos a la tarea de agregar evidencia acerca de posibles mecanismos que pudieran explicar los resultados previos. Utilizando choques climáticos relacionados con el evento de La Niña ocurrido en 1999-2000, tales como lluvias extremas e inundaciones, encontramos que los niños expuestos a estos eventos durante sus primeros años de vida e incluso durante su etapa fetal tuvieron peores resultados de desarrollo antropométrico y cognitivo en el mediano plazo. Para este análisis utilizamos datos de la encuesta ENCEL de 2003 que se lleva a cabo en México con población de bajos niveles de desarrollo que es beneficiaria del programa social de Prospera (antes Progresa y Oportunidades). La base del análisis se centra en comparar individuos expuestos a los choques climáticos con aquellos que no los recibieron. Se asume que dicha exposición es aleatoria, como parecen confirmarlo indicadores socioeconómicos medidos previo a estos eventos.

En cuanto a desarrollo antropométrico, se detectaron disminuciones entre 0.2 y 0.3 desviaciones estándar en la altura de los individuos medidos entre 3 y 4 años después de haber estado expuestos al choque climático. Estos efectos representaron incluso aumentos en la probabilidad de desmedro[4] cercanos a 10 puntos porcentuales. En cuanto a desarrollo cognitivo, la exposición a estos eventos significo una reducción de entre 15 y 20 por ciento en el desarrollo de lenguaje, entre 15 y 20 por ciento en medidas de memoria de largo plazo y de entre 10 y 15 por ciento en medidas de integración visual-espacial.[5]

Algunos de los mecanismos que pudimos considerar como parte este análisis, que pudieran explicar los efectos encontrados a mediano plazo incluyen disminución en el ingreso, disminución en el valor del consumo y cambios en la dieta. Análisis similares al nuestro han confirmado estos resultados, como el hecho por Rosales-Rueda (2016) con datos de Ecuador.

Estos resultados confirman como en el contexto de la población beneficiaria del programa Prospera, los choques climáticos pueden amenazar el desarrollo de capital humano desde la infancia temprana, amenazando así el potencial futuro de aquellos individuos afectados. De ser ciertas las predicciones del aumento de extremos climáticos en el futuro y el hecho de que los grupos económicamente desaventajados son más vulnerables a estos choques, existe un riesgo de que estos eventos puedan motivar incrementos en la desigualdad. Este mecanismo ya ha sido reconocido por algunos investigadores y organizaciones internacionales. Por ejemplo, Stephane Hallegatte, economista senior del Banco Mundial, sugiere que “terminar con la pobreza y combatir el cambio climático no pueden hacerse de forma aislada”. Sin embargo, considero que hay aún mucho trabajo por hacer en términos de investigación y diseño de políticas públicas en esta área.

 

Referencias

Aguilar, A. and Vicarelli M., 2012. El Niño and Mexican children: medium-term effects of early-life weather shocks on cognitive and health outcomes. Mimeo.

Alderman, H., Hoddinott, J. and Kinsey, B. 2006. Long term consequences of early childhood malnutrition. Oxford Economic Papers, Oxford University Press 58 (3): 450-474.

Barker, D. 1998. Mothers, Babies and Health in Later Life. Edinburgh, UK: Churchill Livingstone.

Hallegate, S. et al. 2016. Shock Waves: Managing the Impacts of Climate Change on Poverty. Climate Change and Development. Washington, DC: World Bank.

Larkin, N. and Harrison, D. 2001. ENSO warm (El Niño) and cold (La Niña) event life cycles: ocean surface anomaly patterns, their symmetries, asymmetries, and implications. Journal of Climate 15: 1118-1140.

Maccini, S. and Yang, D. 2009. Under the weather: health, schooling, and economic consequences of early-life rainfall. American Economic Review 99 (3): 1006-1026.

Rosales-Rueda, M. 2016. Impact of Early-Life Shocks on Human Capital Formation: Evidence from El Niño Floods in Ecuador. Mimeo.

Schady, N. 2011. Parents’ Education, Mothers’ Vocabulary, and Cognitive Development in Early Childhood: Longitudinal Evidence from Ecuador. American Journal of Public Health 101(12): 2299-2307

Stern, N. 2007. “The Economics of Climate Change: The Stern Review”. Cambridge University Press.

World Bank. 2010. “Reducing Human Vulnerability: Helping People Help Themselves.”  World Development Report 2010 ch. 2: 85–123. Washington, DC.

World Health Organization. 1996. Catalogue of Health Indicators. Geneva: World Health Organization.

[1] Ver Larkin and Harrison (2001) para más información acerca del fenómeno del Niño y la Niña.

[2] Ver Barker (1998)

[3] Profesora asistente en la Universidad de Massachusetts, Amherst

[4] El desmedro se identifica como una situación en la cual un niño tiene una altura de dos o más desviaciones estándar por debajo del crecimiento de un niño del mismo sexo y edad de una población saludable de referencia. El desmedro comúnmente refleja insuficiente consumo nutricional durante las etapas tempranas de desarrollo y una vez establecido suele ser irreversible. Es decir, dichos individuos difícilmente alcanzaran niveles normales de crecimiento (WHO 1996).

[5] Ver Schady (2011) para más información acerca de estas medidas de desarrollo cognitivo.