Cuatro Aciertos y Ningún Funeral

Se cumplen ocho meses desde el inicio del gobierno de Macri y me animo a hacer un balance muy preliminar y con brocha gruesa, sin entrar en aspectos técnicos ni muy específicos. Para empezar, quiero destacar lo siguiente. Si bien coincido con muchos analistas que al gobierno le ha ido mejor de lo esperado políticamente que técnicamente, mi primer balance es positivo.

En mi opinión, el primer y principal objetivo del gobierno es el de restablecer la división efectiva de poderes en la Nación (ver estas entradas previas acá y acá). No puedo exagerar la importancia que tiene para alcanzar este objetivo la designación de jueces probos e independientes en la Corte Suprema de Justicia. Este era un gran desafío para el gobierno y lo sorteó satisfactoriamente (corrigiendo rápidamente un error de diseño institucional inicial muy serio). Esperemos, eso sí, que este logro no esconda un acuerdo con los senadores peronistas para ampliar la Corte y nombrar jueces políticos en el futuro. Asimismo, todo parece indicar que la justicia está actuando independientemente por primera vez después de la década K, y ello también es muy saludable para la vida institucional del país. De a poco iremos recuperando la previsibilidad de las reglas de juego en Argentina, condición necesaria para avanzar en una estrategia de desarrollo.

Un segundo gran acierto del gobierno ha sido su política exterior. Necesitábamos volver al mundo occidental y capitalista y, al menos desde lo político, ello se logró rápida y exitosamente (ver esta entrada previa acá). La visita de Obama al país fue un gran éxito y nos puso nuevamente en el mapa de las relaciones internacionales. A ello, luego le siguió un número importante de éxitos en materia de política internacional.

El tercer gran acierto, en mi opinión, es el lanzamiento del plan de cobertura universal de salud, el cual me consta se viene estudiando desde hace tiempo, y que el Macrismo ya implementó en CABA. Este plan apunta a que todos los ciudadanos tengan una cobertura mínima de salud independientemente de su situación laboral. Esto es imprescindible en un país con alta informalidad y que ha completado su transición epidemiológica (ver esta entrada previa acá). Asimismo, dada la delicada situación fiscal, es un acierto que la implementación de esta política no solo sea gradual, sino que además otras políticas tributarias que idealmente deberían acompañarla también tengan que esperar su oportunidad.

El cuarto gran acierto ha sido haber recuperado la independencia del Banco Central, con un equipo técnico probo, así como también el camino andado para recuperar el sistema integrado de estadísticas y el INDEC (ver esta entrada previa acá). Sin dudas, la salida del cepo cambiario fue uno de los grandes éxitos económicos de la gestión Macri.

Desde ya, ha habido otros muchos aciertos. Por ejemplo, la continuidad de la política de ciencia y tecnología y de la AUH. Elegí resaltar los que creo más importantes.

¿Y la economía?

El Senador Pichetto decía el otro día: “es la economía estúpido”. Es cierto que hoy todo el debate político se centra en la recesión, la inflación y las tarifas energéticas. Si la economía no vuelve a crecer será imposible comenzar a desandar la pesada herencia social del kirchnerismo, y el gobierno enfrentará las elecciones de medio término en una situación de debilidad significativa (aunque también debería darle mayor participación en el gobierno a su principal socio político no solo de cara a la próxima elección sino también pensando en la gobernabilidad futura).

La verdad es que el gobierno heredó una situación económica y social muy complicada. No se pueden esperar grandes logros en el corto plazo, y quizás tampoco en cuatro años. Ojalá los ciudadanos comprendiésemos esto y pudiésemos tener más paciencia que la que marcan los tiempos electorales. Lamentablemente, el gobierno, en mi opinión, equivocó en parte su diagnóstico económico, y por tanto su discurso, y ahora ello se interpreta como si los problemas económicos que tenemos en la actualidad fuesen el resultado directo de políticas erradas. Sin embargo, esto no es así. Había que devaluar la moneda y también había que ajustar las tarifas de transporte y energía (aunque en esta área se han cometido errores técnicos importantes). Esto necesariamente iba a acelerar la inflación y reducir el poder adquisitivo de los salarios.

Creo entonces que el gobierno debió, y aún debe, ser más cauto en sus objetivos económicos. Como ya señale, primero, se necesitaba (y aún se necesita) recomponer el tipo de cambio real e ir a una normalización tarifaria (ver estas entradas previas acá y acá). Pero a la vez, tenía (y aún tiene), al menos en el mediano plazo, que bajar la inflación. Si bien el ajuste fiscal debe ser gradual, no habrá estabilización sin ajuste fiscal (ver estas entradas previas acá).

En el contexto actual, se requiere emitir una señal clara sobre cuál es la tasa de inflación objetivo y cuál es el programa monetario, fiscal y de deuda consistente con la misma, y poder cumplirlo. Sin embargo, todo esto tiene que darse con un tipo de cambio real sostenible. No sirve bajar la inflación atrasando el tipo de cambio (riesgo que se corre actualmente). Por ello las metas de reducción de la inflación tienen que ser comedidas (ver esta entrada previa acá).

El ajuste económico está a medio camino. No estamos cerca del fin lamentablemente. La inflación se disparó arriba de 40% este año, y aún no ha terminado el proceso de ajuste de los precios relativos de la economía. Creo que solamente una política monetaria contractiva no es suficiente para bajar la inflación sin perder competitividad externa. De cara al futuro, también es necesario anclar las expectativas inflacionarias en una tasa menor y a la vez consistente con el programa económico.

Además, la inversión necesaria para volver a crecer todavía no ha despegado (en este sentido también debo destacar el razonable arreglo que alcanzó el gobierno con los holdouts; y esperar que la vuelta a los mercados de capitales nos permita financiar parte del déficit fiscal y alcanzar una mayor inversión privada ‒ver esta entrada previa acá). No se crece sostenidamente aumentando la demanda agregada sino expandiendo la oferta de bienes totales en la economía. Nuevamente, hay que ser prudentes con el manejo de expectativas. Es importante situar la performance argentina en el contexto internacional actual y no en comparación a la que tuvimos durante la recuperación post-convertibilidad.

Para concluir, recordemos que, si bien hay mucho trabajo por hacer en materia económica, la administración Macri cambió el rumbo por el cual nos llevaban las políticas populistas. El futuro ya no es el colapso económico como lo fue en la Venezuela Chavista.