Blanqueo de Capitales: Serás el último o no serás nada

El gobierno argentino una vez más ofrece un nuevo blanqueo de capitales. De concretarse, sería el quinto desde la vuelta a la democracia en 1983, siguiendo los realizados por Alfonsín (1987), Menem (1992-1996) y Cristina Fernández de Kirchner (2009 y 2013, prorrogado sucesivas veces hasta 2015). La insistencia de los sucesivos gobiernos con esta medida se debe a que los argentinos, residentes en el país, tienen un gran stock de riqueza no declarado en activos externos. El análisis que sigue toma este hecho como un dato.

Aunque en contextos distintos, los blanqueos del pasado tuvieron como objetivo común estimular la economía. Los blanqueos de Alfonsín y Fernández de Kirchner se dieron en contextos de una economía estancada, mientras que el de Menem se dio en una economía en crecimiento.

Una característica importante de la decisión de blanquear capitales es que, en buena medida, es irreversible. Adicionalmente, blanquear capitales es costoso. En este tipo de decisiones, los agentes económicos deben decidir en qué momento consideran óptimo blanquear sus capitales no declarados (si alguna vez lo hacen). Por lo tanto, el éxito de cualquier blanqueo radica en hacerle creer a los agentes económicos que éste es el momento indicado para hacerlo.

Quienes promueven los blanqueos han apelado a distintos mecanismos para influir sobre las expectativas de los agentes económicos. Para ser creíble, el promotor debe convencer a los agentes que ésta es la mejor oportunidad para blanquear capitales, que no existirá esta oportunidad en el futuro, y que las consecuencias futuras de ser encontrado en falta serán muy onerosas. Sin embargo, esto es difícil de lograr. Cada gobierno decide si promover o no un blanqueo según su propio análisis costo-beneficio. Dado que el policy-maker de hoy no puede comprometer al policy-maker de mañana a no hacer un blanqueo, la amenaza de que este blanqueo es el último no resulta creíble. Adicionalmente, a medida que los blanqueos se repiten, los agentes económicos comienzan a descontar la posibilidad de un blanqueo futuro, lo cual no solo aumenta las chances de que los agentes económicos decidan esperar una mejor oportunidad, sino que baja significativamente el costo de evadir impuestos y esperar al próximo blanqueo.

Si bien aún no se sabe concretamente cuál será el costo del nuevo blanqueo, en el proyecto del gobierno dicho costo tiene una base de 10%, en la cual hay descuentos para montos bajos y un recargo por postergar el blanqueo hasta 2017. En líneas generales, el blanqueo propuesto por el gobierno es caro en relación a los blanqueos anteriores.

 

Tabla 1. Costos de los diferentes blanqueos

Costos
1992-1996 2009 2013-2015
Primer año 1% Bienes en el exterior que no se transfieran al país 8% BAADE
Segundo año 1,5% Bienes en el país que no se destinen a los fines c), d) y e) 6% PADE
Tercer año 2% c) Suscripción de títulos públicos emitidos por el Estado nacional 3%* CEDIN
Cuarto año 3% d) Compra en el país de viviendas nuevas 1%
e) Inversiones inmuebles y de infraestructura 1%
* 8% si el titulo se transfiere dentro de los 24 meses

 

De la tabla anterior se ve que el blanqueo de 1992-1996 era considerablemente más generoso que el actual. El de 2009 también permitía deducciones sustanciales si el dinero se destinaba a inversiones en el país. Por último, el costo del blanqueo de 2013-2015 dependía del instrumento financiero al cual se destine el dinero pero, en todos los casos, también era más generoso que el actual (sin tener en cuenta el costo financiero impuesto por el cepo cambiario).

No conozco estudios detallados sobre los resultados de los blanqueos anteriores. Sin embargo, los datos recientes evidencian que los resultados del último blanqueo fueron modestos. Esto se refleja en que el blanqueo de 2013 logró suscripciones al CEDIN y BAADE por solo USD 290 millones al cabo del plazo inicial (septiembre 2013), a pesar de que las autoridades tenían como objetivo que se declaren bienes por USD 4000 millones. No obstante, el blanqueo tuvo prórrogas sucesivas hasta el fin del gobierno Kirchnerista. Según un informe técnico del Banco Central, las suscripciones al CEDIN a diciembre de 2015 eran por menos de USD 2500, mientras que según datos de la Secretaría de Finanzas se emitieron bonos BAADE por USD 272 millones. Ni siquiera habiéndose extendido el plazo inicial en dos años se consiguió alcanzar el objetivo de política enunciado. En cuanto al blanqueo de 2009, este consiguió adhesiones por aproximadamente USD 4700 millones.

A pesar de cierto optimismo por parte del Gobierno y de varios analistas para poder pronosticar el éxito del blanqueo, cabe preguntarse cuán diferente es este blanqueo de los anteriores. Si bien el contexto es distinto y se espera que la economía se recupere el próximo año, la experiencia de 1992-1995 muestra que el crecimiento de la economía no es suficiente para que un blanqueo sea exitoso.

Quizás el aspecto más innovador del actual blanqueo es que se da en el contexto del Acuerdo sobre el Intercambio de Información en Materia Tributaria de la OCDE. Según este acuerdo, aproximadamente 90 países –aunque Estados Unidos no participa de este acuerdo‒ se comprometen a intercambiar información de manera automática y multilateral a partir de septiembre de 2017 o 2018. Esto dificultará mucho mantener capitales no declarados. El otro aspecto novedoso de este blanqueo es que el gobierno planea bajar las alícuotas del impuesto a los bienes personales, haciendo más barato el costo futuro de exteriorizar activos.

En conclusión, idealmente, se podría plantear una ley cerrojo al blanqueo de capitales. Que este blanqueo sea finalmente el último. Cuanto más difícil sea cambiar esa ley en el futuro, más exitoso será el blanqueo actual. Por supuesto, esto requiere la construcción de un amplio consenso entra las distintas fuerzas políticas, lo cual no resulta fácil. En cualquier caso, el éxito del blanqueo depende en hacerle creer a los contribuyentes con capitales no declarados que éste es el momento indicado para blanquearlos.