Entender para combatir

el chapo2Hace unos días, luego de la ostensible demostración de poder de la industria de la droga en una cárcel de alta seguridad de México, mi mujer me mandó la foto que encabeza esta post. El juego de  palabras me pareció maravilloso, se las comparto.

Ojalá sea un punto de inflexión en la posición del poder formal con respecto a la producción, distribución y consumo de drogas. La fuga del Chapo Guzmán es, entre otras cosas, obscena. Y la obscenidad tiene, a veces, la virtud de desnudar al rey. Y el rey está desnudo desde hace tiempo.

Para muchos, entre los que me incluyo, la guerra contra la droga ha sido perdida. Una buena parte de la sangre que brota de las Venas -todavía- Abiertas de América Latina, es consecuencia directa de la visión que el poder formal ha usado de cimiento para sus estrategias. Una permanente demanda de drogas de los Estados Unidos y de Europa ha generado la consecuente oferta en países con climas adecuados y estructuras institucionales frágiles. La guerra se ha establecido esencialmente sobre la oferta, causando estragos en los países productores: Colombia y México son los ejemplos más dramáticos.

La guerra se ha perdido, porque estuvo mal concebida. Como si no se hubiera aprendido nada de la Era de la Prohibición. ¿Cuál es la diferencia entre el Chapo y Al Capone? Que Al no necesitaba túneles para transportar el alcohol, por lo que no tenía la tecnología para “especializarse en escapes”.

La guerra estuvo mal concebida porque nunca se preocupó de entender al mercado. Porque ignoró lo que las ciencias sociales ofrecen – con todos los límites y dificultades que tienen. Y ofrecen bastante.

Hace unas semanas, en una conferencia, conocí a Pedro Portugal (además de que Portugal es su apellido, él es portugués). Tomando café en un descanso, me contó los detalles de un paper fascinante que hizo junto con Ana Tavares. Se llama “Persiguiendo la adicción y no al adicto: el impacto de la descriminalización de las drogas en Portugal”. Y es el eslabón con lo que decía arriba. Les cuento de qué va.

En el 2001, Portugal (es el único país europeo que ha tomado esta decisión hasta el momento) pasó una ley estableciendo que el consumo, la compra y la posesión (hasta cantidades  equivalentes al consumo de hasta un máximo de 10 días) de cualquier tipo de drogas ilegales (blandas o duras) no constituye un crimen. Junto con al cambio de la ley, la política de salud pública en Portugal también cambió, enfatizando la prevención y el tratamiento, y cito el paper:

“Along with the legal change, the overall attitude towards the Portuguese drug problem has shifted from a punitive approach to a comprehensive public health-oriented approach, where prevention and treatment are core concerns.”

El foco cambió: la oferta se sigue combatiendo, pero parte del esfuerzo está puesto en entender y transformar la demanda. El paper de Pedro y Ana usa técnicas econométricas nuevas que se me escapan un poco, a los que les guste esa parte, les recomiendo que lo lean.

Los resultados del paper son contundentes: los datos muestran que a partir del cambio de política, la cantidad de secuestros de cargamentos de heroína y cocaína se ha reducido, lo que sugiere una reducción en el tráfico y el consumo. También muestran que el cambio trajo una reducción importante en el número de crímenes relacionados a la droga y al número de muertes relacionadas a la droga.

Un aspecto en donde el cambio de política no tuvo el resultado esperado es en la cantidad de pacientes ingresados en tratamiento: a partir del 2001 la cantidad de casos disminuyó. Esta tendencia se revirtió a partir de 2007, por lo que una interpretación posible es que los efectos del cambio están llegando con retraso.

Más datos hacen falta para entender mejor los efectos de estos cambios de política. Pero los resultados ya obtenidos sugieren que, como en todo mercado, entender la demanda es crucial para controlar la oferta. Cualquier estratega sabe que entender es crucial para triunfar. La política relativa a las drogas ha ignorado esa máxima. Y ha sido carísimo.