El Cohete Tronador

El cohete argentino Tronador II see elevó y cayó

En febrero del año pasado Argentina lanzó el cohete Tronador II que logró alzarse tan sólo dos metros antes de explotar. Seis meses más tarde en una nueva prueba el cohete logró elevarse 2.200 metros. Muchos economistas así como las cotizaciones de las empresas argentinas en la bolsa de comercio anticipan que con el cambio de gobierno en diciembre de este año la economía argentina saldrá disparada como un cohete.  ¿Cuán lejos llegará?

Hace tres años escribí una nota sosteniendo que el crecimiento a “tasas chinas” experimentado entre 2003 y 2011 se había agotado y que deberíamos esperar que el país crezca en promedio a menos del 3% anual. La predicción se cumplió y hoy voy a usar la misma lógica de esa entrada para analizar cuánto recorrido podría tener la economía argentina después del cambio de gobierno en diciembre (ver El milagro económico K: un efecto rebote que se acabó).

La teoría del crecimiento económico predice que el ingreso potencial por persona de un país relativo a la frontera global (que la voy a tomar como el ingreso por persona de EEUU) depende de su productividad, de su capital productivo, de la calidad de su fuerza laboral (capital humano) y de la fracción de gente que trabaja.

Ingreso per cápita argentino como fracción del ingreso per capita de EEUU

Ingreso per cápita argentino como fracción del ingreso per capita de EEUU

La línea muestra el ingreso per cápita argentino dividido el de EEUU. Los datos de ingreso argentinos provienen de ARKLEMS y los de población del INDEC, mientras que los de EEUU son la tendencia lineal de su producto per cápita. El cociente de los mismos es el de 1900 en la base de datos de Maddisson.

La figura muestra la evolución del ingreso por persona relativo al de EEUU en los últimos 30 años. Observamos que en 1998 nuestro ingreso era aproximadamente el 35% del de EEUU. En ese momento Argentina era una economía abierta, integrada al mundo, con un activo mercado de capitales, baja inflación y precios relativamente libres.

Las reformas económicas de los últimos 10 años nos direccionan a un menor ingreso per cápita relativo al de EEUU que el imperante en 1998. Destruimos el sistema bancario en 2002 y golpeamos el mercado de capitales al nacionalizar las AFJPs (ver nota de Buera), cerramos nuestra economía al mundo a través de restricciones al comercio exterior y controles de capital, aumentamos las presión fiscal sumando un 15% del producto de impuestos distorsivos, aumentamos el déficit fiscal y tenemos una inflación del 30%. Las regulaciones de precios claves han desalentado la inversión y creado importantes problemas en el suministro de energía y comunicaciones. Mientras estas reformas no se reviertan es probable que la distancia entre nuestro producto per cápita potencial y el de EEUU se agrande. En 2012 estábamos en un 32% del producto de EEUU, un 90% del nivel de 1998.

¿Cómo es entonces que muchos economistas y el mercado bursátil parecieran pensar que la economía argentina saldrá disparada como un cohete en 2016?

En el gráfico vemos que a fin de 2014 estábamos en un 30% del ingreso per cápita de EEUU. Esto quiere decir que hoy tenemos recursos ociosos—desempleo de trabajo y capital— que nos permitirían crecer rápido con facilidad. Tal como lo hicimos entre 2002 y 2012. Si volviésemos al nivel de 2012 en 2018, la economía argentina podría crecer entre 2016 y 2018 como máximo 13%. Mantenerse en el 30% del nivel de EEUU implica un crecimiento de 3% anual. Esto es porque el mundo crece al 2% anual per capita en promedio por el progreso técnico y porque nuestra población crece al 1% anual. En dos años, por lo tanto, mantenernos en nuestro ingreso relativo implica un crecimiento del 6%. Alcanzar el ingreso relativo de EEUU de 32% no daría un 7% más, llegando al 13% entre 2016 y 2018. Estoy suponiendo un crecimiento de 3% este año. Si crecemos más o menos en 2015, la distancia del ingreso de 32% de usa en 2018 debe ajustarse.

Crecer en forma sostenida para un verdadero desarrollo requerirá capacitar a la fuerza laboral y hacer reformas que mejoren los incentivos y la asignación de recursos.