¡Vuelen, blancas palomitas! La caída de la matrícula en las escuelas primarias públicas argentinas

En la Argentina, el guardapolvo blanco de los escolares representaba el símbolo insobornable de la igualdad y la buena educación primaria brindada por la escuela pública. Pero en los últimos años las cosas han cambiado: las “blancas palomitas” inmortalizadas por el inefable Efraín, el risible portero de la escuela pública de la pueril novela televisiva “Señorita Maestra”, han, finalmente, comenzado a volar.

El sistema educativo argentino alcanzó prematuramente los niveles de cobertura primaria más altos de la región. Ya para mediados de la década de 1950 el 80% de los niños de entre 6 y 12 años asistía a la escuela primaria y a partir de fines de la década de 1980 lo hacía el 90%[1]. Según los datos de los últimos dos censos nacionales, las tasas de escolarización primaria alcanzaron el 98,1% y el 99% en 2001 y 2010, respectivamente.

Desde la década de 1960, este crecimiento de la tasa de escolarización primaria se da en paralelo a un proceso de privatización de la educación que venimos estudiando desde hace ya tres lustros.

Aclaremos de entrada que el sector privado argentino es muy antiguo y muy heterogéneo e incluye escuelas religiosas, laicas, de comunidades migratorias, experimentales, progresistas, ultra conservadoras, con o sin fines de lucro, etc. Desde 1947 algunas escuelas privadas son parcialmente financiadas por el Estado por medio de subsidios a la oferta para cubrir entre el 40% y el 100% de los salarios docentes de la llamada “planta programática” (o sea, aquellos que enseñan de acuerdo a los planes de estudios oficiales). Quedan afuera de este financiamiento (y corren por cuenta de la iniciativa privada) la inversión edilicia, muebles, útiles, tecnología, seguros, servicios públicos, personal no docente y personal docente “no programático” (la profesora de lengua gallega de la escuela gallega, por ejemplo) y una larga lista de etcéteras. Incluso si una escuela desea despedir a un docente “subsidiado”,  la indemnización corre por su cuenta. En términos nacionales, el subsidio se corresponde con el 13% del total gasto público en educación[2].

Ahora bien, los datos referentes al crecimiento de la educación privada durante la última década asombran.

Si se observa el Gráfico 1, se verá que a partir de 2002/2003 el número de alumnos de la primaria pública comienza a decrecer en forma sostenida (línea naranja) mientras la escuela primaria privada gana terreno (línea azul). La línea verde, que marca el porcentaje de la participación privada sobre el total de los alumnos de la escuela primaria, muestra un incremento notable para el período 2003-2012[3].


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Es interesante observar que la escuela primaria pública pierde alumnos a manos de la educación privada no solamente en términos relativos (como en el resto de los niveles del sistema educativo) sino también, en este caso en particular, en términos absolutos.

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Los datos expuestos permiten brindar el siguiente panorama para el período 2003-2012:

1. La matrícula de educación primaria argentina total decreció un 0,4% (17.427 alumnos menos). La cobertura es universal.

2.  La escuela primaria pública perdió 252.813 alumnos reales, lo que implica una caída del 6.9% para un período de apenas 10 años.

3. En términos de participación sobre el total de los alumnos del nivel,  la escuela primaria pública representaba, en 2003 el 80% de los alumnos mientras que en 2012 la representación del sector público se redujo al 74%.

4. La educación primaria privada creció en 235.219 alumnos (24,7%).

5. La caída en la matrícula de educación primaria pública se compensa prácticamente en su totalidad por el crecimiento de la matrícula de educación primaria privada, lo que no deja dudas respecto de la magnitud del proceso de privatización de la educación durante el período.

6.  La caída de la matrícula pública primaria entre 2003 y 2012 constituye un hecho absolutamente inédito en la historia de la educación argentina.

El  deterioro de la primaria pública en las provincias

Si bien el proceso descripto fue para todo el país, cada provincia ha tenido su particularidad según puede verse en el siguiente cuadro:

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Cuadro 1: Evolución por jurisdicción de la matrícula de educación primaria por sector de gestión 2003-2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la DiNIECE – Ministerio de Educación

A pesar de las diferencias políticas, sociales y económicas entre provincias argentinas, para el período 2003-2012 ninguna jurisdicción es ajena al proceso de privatización de la educación primaria. Solamente la provincia de Santa Cruz registra un crecimiento significativo de la matrícula pública (17%) aunque la misma es más que duplicada por el crecimiento de la privada (40%).

En función de la pérdida de alumnos de escuela primaria pública podemos clasificar a las provincias en los siguientes grupos de acuerdo al deterioro sufrido en el período 2003-2012:

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Cuadro 2: Clasificación de las jurisdicciones educacionales argentinas de acuerdo a la pérdida de alumnos en sus escuelas primarias públicas

Algunas jurisdicciones  (CABA, Córdoba y Santa Fe) ya tenían previo a 2003 un alto porcentaje de educación primaria privada. También es cierto que la comparación de CABA con provincias no es del todo ecuánime siendo la educación privada un fenómeno casi enteramente urbano. Sería necesario conocer las cifras de las otras grandes ciudades argentinas: Rosario, Córdoba, Mendoza, Salta, Mar del Plata, Bahía Blanca, etc.

 ¿Adónde va la educación argentina?

Si bien en este artículo no hemos ahondado en las causas de la pérdida de alumnos en escuelas primarias públicas  y su pase a la educación privada,  en virtud de estudios anteriores podemos advertir que existe un abanico multicausal que va desde cambios en la estructura social, fenómenos migratorios, nuevas identidades culturales, imagen pública de las escuelas y políticas educativas desarrolladas en el período.

Más allá de estas cuestiones, es indudable que se ha operado  un cambio medular en la educación primaria de los niños argentinos, cuyas familias han tendido a abandonar la educación pública, especialmente a partir de 2003. El paisaje de los chicos con guardapolvo blanco se va sustituyendo por los uniformes diversos de las escuelas privadas. Adiós a las blancas palomitas.

El punto es si desde  la política pública, estos datos son significativos y si, de así considerarlo, el actual panorama merece o no ser transformado.

Nuestro punto de vista es que el proceso de privatización de la educación en la Argentina ha sido costo-eficiente respecto del alcance del gasto público (para la educación pública y privada) en contextos de escasez presupuestaria crónica. La salida de algunos sectores sociales hacia la escuela privada –incentivados, entre otros elementos, por los aportes estatales al sector privado y la correspondiente reducción de la ‘cuota’ a cubrir por las familias–  ha permitido que se liberaran vacantes en el sector público. De este modo, el Estado parece resolver indirectamente un eventual problema de cobertura impulsando al sector privado a absorber el exceso de demanda garantizando así vacantes en escuelas públicas para los nuevos ingresantes a la educación formal, generalmente provenientes de sectores de bajos ingresos. Este esquema permite concentrar la porción más importante del gasto público en educación en los sectores que más lo requieren y que habitan crecientemente la escuela pública, a la vez que contribuye mínimamente al financiamiento de la educación de los sectores medios y medio-altos a través de subsidios que cubren parcialmente el gasto familiar en educación.

Aunque este mecanismo en efecto resuelve problemas de escasez de recursos e infraestructura y acaso posibilita parcialmente el ejercicio de la libertad de elección de las familias, creemos que conforma un serio problema en términos de equidad y cohesión social por sus consecuencias en los procesos de segregación socioeconómica y la creciente ghetificación de las escuelas, sobre los que  prometemos, prontamente, postear por aquí.

Además, al momento de alcanzar una cobertura cercana al 100% el proceso de salida al sector privado no se detiene, protagonizado ahora por actores más educados, esto es, con mayor experiencia familiar en el sistema educativo, y con opiniones formadas (usualmente negativas) respecto del sector educacional público.

Pero aun discordando con nuestro punto de vista, la situación es de una envergadura tal que amerita un debate nacional respecto de cómo imaginamos la educación de la Argentina.

 

[1] Ver: Braslavsky, C., & Krawczyk, N. (1988). La escuela pública. Buenos Aires: Miño y Dávila.

[2] Último dato disponible correspondiente al año 2009. Coordinación General de Estudio de Costos del Sistema Educativo (CGECSE).

[3] Nos circunscribimos al análisis del período 1994-2012 por motivos de rigor estadístico. La Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa (DiNIECE) comenzó a relevar y sistematizar la información de la cantidad de alumnos en el sistema y su apertura por jurisdicción a partir de 1994. Los datos previos disponibles muestran inconsistencias y no cuentan con la apertura por jurisdicción.