Una alternativa de «mercado» para darle una solución definitiva al problema de la deuda en default

Por Enrique Szewach, Fernando Cinalli y Sergio Berensztein. Publicada originalmente el 11-07 en el periódico El Cronista Comercial.

Una solución alternativa a las planteadas hasta ahora, para resolver el problema de la deuda todavía en default debería contemplar tres aspectos simultáneamente:

1) Evitar efectos sobre los tenedores de bonos que entraron a los canjes del 2005 y 2010. Pese a que se argumenta que los derechos resumidos en la cláusula RUFO (derechos de los tenedores de deuda performing, para obtener lo mismo que se le ofrezca a los holdouts y que vence a fines de este año) no podrían ser invocados frente a la existencia de un pago “no voluntario” surgido de una sentencia judicial, no existe unanimidad entre los expertos. Además, antes de fin de año, pueden surgir otros fallos que condenen a la Argentina a pagar, haciendo potencialmente muy oneroso cualquier arreglo.

2) Lograr una solución integral.: Podemos y debemos terminar de forma definitiva con el problema de la deuda surgido en el default del 2001 y facilitar la normalización de las relaciones financieras entre la Argentina y el mundo.

3) Minimizar la emisión de deuda neta nueva. Se trata de no afectar demasiado los flujos de fondos futuros a pagar con esfuerzo argentino, ni poner en peligro la capacidad de pago de toda la deuda externa exigible.

Estos objetivos múltiples resultan ciertamente ambiciosos, pero no imposibles. En este sentido, nos parece interesante considerar la siguiente alternativa:

a) Para cumplir con los puntos uno y dos, resulta fundamental introducir la figura de un tercer actor, el sector privado, hasta ahora ausente en la discusión de las soluciones disponibles. Este podría ayudar a conformar un Sindicato de Bancos o un Fondo de Inversión (en adelante, FI) dispuesto a ‘comprar’ los bonos en default negociando directamente con todos sus tenedores. Un FI podría garantizarle a los acreedores el cobro de lo que se acuerde con ellos, a partir del próximo año. En ese contexto, los acreedores, no la Argentina, podrían pedirle al juez que reponga el ‘stay’, permitiendo pagar los compromisos que restan de este año. Además, y esto es lo más importante, un FI podría negociar con cada acreedor de deuda en default, en forma ágil y dinámica. No hay que olvidar que lo que eventualmente se arregle con quienes hoy tienen a favor la sentencia del juez Griesa, no resulta extensivo ni obligatorio para el resto de los acreedores que litigan en otros tribunales. Por lo tanto, si se repitiera la estrategia desplegada en el caso NML a los cientos de juicios pendientes, estaríamos frente a años de incertidumbre, peligros de embargos, etc. En cambio, el FI podrá evaluar cada caso en particular, ver si ‘los papeles están en regla‘ y negociar directamente, lo que ahorraría tiempo, esfuerzo y costos para los argentinos. En síntesis, un FI tendría el objetivo de comprar los bonos en default y canjearlos por los bonos performing. Es decir, sería como si el canje original hubiera sido exitoso en un 100%, y no en el 92, 4%.

b) Veamos ahora la relación entre el Estado argentino y el FI. Conceptualmente, la mecánica propuesta sería la siguiente. Dado que el ANSES tiene hoy en su cartera acciones de empresas privadas “heredadas” de la estatización de las AFJP, por un valor de mercado, al 1 de julio, aproximado y equivalente a los 5000 millones de dólares, el Gobierno podría entregar estas acciones en ‘parte de pago’ y garantía al FI y el FI, a su vez, usar estas acciones, en el corto plazo, como garantía para que los acreedores acepten la reposición transitoria del stay, hasta el 1 de enero del 2015. En este punto podría ser central la participación de las empresas privadas cuyas acciones están en poder del Estado. Las propias empresas podrían aportar directamente fondos frescos y participar del FI contra la garantía de sus propias acciones. Obviamente, el Estado debería emitir, simultáneamente, bonos de largo plazo en el ANSeS por un monto equivalente, para mantener el valor del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Complementariamente, como se mencionó, a medida que el FI compra bonos a los holdouts, los ingresa al canje y recibe bonos performing.

c) Al finalizar la operación, y una vez rescatado el total de los bonos no performing, habrá una diferencia entre el valor de los bonos canjeados, las acciones recibidas y el dinero invertido por el Fondo. El monto final dependerá de la suma de los pagos realizados a cada acreedor.

Es importante considerar que el arreglo propuesto tiene una particularidad: el valor final de los bonos performing y de las acciones resulta “endógeno” al éxito de la operación.

En otras palabras, si la Argentina regularizara toda su deuda y se estabilizara macroeconómicamente, en el futuro período democrático, el valor de los bonos públicos y de las acciones de las empresas sería muy superior al actual, independientemente de quién fuera electo.

Por lo tanto, para calcular el monto de deuda adicional que la Argentina tendrá que emitir para cancelar la diferencia entre el valor de las acciones y bonos entregados hasta ese momento y lo invertido efectivamente por el FI para comprar la deuda en default, la idea es tomar el valor de mercado al momento de cierre de la operación.

Sólo a título de ejemplo, supongamos que toda la operación se cierra dentro de un año y medio y que al 31 de diciembre de 2015, el precio de las acciones ha subido un 30% y el de los bonos lo ha hecho un 50% (siempre en dólares). Si el FI invirtió 15.000 millones de dólares y recibió bonos (al valor original) por 6500 millones, esos bonos ahora ‘valen‘, para el cálculo, 9750 millones, (incluyendo el incremento del 50%). Mientras tanto, las acciones entregadas ahora valen 6500 millones (considerando el 30% de incremento). El FI invirtió 15.000 millones de dólares y recibió 16.250 millones. Es decir, no habría que emitir deuda adicional. También se podría establecer un ‘techo‘ en la ganancia del FI o un ‘piso‘ a cobrar, dependiendo del valor real de acciones y bonos al momento de cierre, con una fecha tope para que no se estiren los plazos innecesariamente. También se podrían manejar rangos, para incentivar al FI a pagar lo menos posible en el rescate; incluso, si hubiera tiempo (cosa que no parece), se podría hasta ‘licitar en forma competitiva‘ dicho techo y piso.

Logrado el apoyo de tantos países amigos e instituciones, sería ideal un pronunciamiento unánime del Congreso de la Nación y de los principales líderes de la sociedad civil, como respaldo a una negociación que llevaría a una solución completa y definitiva a los problemas de la deuda argentina.

Con esta propuesta se cumplen las premisas antes definidas: evitar efectos sobre los bonos performing, salir definitivamente de los conflictos derivados del default del 2001 y minimizar la emisión de nueva deuda neta.

Una salida definitiva del default elevaría el valor de todos los activos de la Argentina, incluyendo el resto de los activos del ANSeS y, al restablecer las relaciones financieras con el resto del mundo, facilitaría las condiciones para mejorar en forma sustentable la calidad de vida de la población en los próximos años. Por eso es importante que participe de manera cooperativa y transparente el conjunto del sistema político así como el sector privado.

Finalmente, cabe aclarar que esta propuesta se ha hecho como contribución al debate en torno a cómo salir de esta encrucijada. Los autores sólo se representan a sí mismos, y su único interés es el de ciudadanos comunes con ganas de hacer realidad la fantasía de vivir en un país normal.