¿Qué está pasando con la crisis de los holdouts? Cuatro hipótesis para alimentar la confusión.

La crisis que enfrenta en estos días la Argentina es inédita. El país tiene capacidad y voluntad de pago, y sin embargo puede caer en default y disparar un nuevo episodio de ajuste caótico con perversas consecuencias en materia de estabilidad social e institucional. Tampoco hay muchos antecedentes respecto de la compleja situación judicial en la que está encerrado el país en los tribunales de Nueva York. No sobra el tiempo para avanzar en una solución razonable y negociada, y hay muy poderosos intereses (en ambos lados del mostrador) para que ello suceda. Sin embargo, hasta ahora no hubo un diálogo franco entre las partes involucradas en el litigio (al menos, no públicamente o de forma oficial).

Desde que se conoció la notica hace dos semanas de que la Corte Suprema de los EEUU no iba a revisar el fallo, el gobierno argentino actuó de manera totalmente errática, improvisada y riesgosa. Los discursos oficiales fueron cambiando continuamente y en ningún momento el gobierno informó cuál era su estrategia respecto de este problema, más allá de la afirmación (no menor, por cierto) por parte de CFK el pasado 20/6 de que la Argentina quería cumplir con el 100% de los bonistas, es decir, que estaba dispuesta a reconocer los derechos de quienes no habían entrado al canje, tal como dispone el fallo del juez Griessa.

Para peor, en medio de la crisis derivada del juicio perdido en los tribunales de Nueva York, explota en Buenos Aires un escándalo también inédito de corrupción, por el que fue procesado el vicepresidente, Amado Boudou. Nunca antes en la enredada historia argentina un funcionario de semejante jerarquía había sido procesado mientras ocupaba su cargo. Al margen del impacto que esto pueda tener en la opinión pública, indudablemente constituye un golpe durísimo para el gobierno y en particular para CFK.

¿Cómo reaccionará la Presidenta ante el fuego cruzado de ambos frentes? Tiene sin duda otros de menor importancia relativa, y que en buena medida están vinculados a la resolución exitosa de la crisis de los holdouts: la economía ya lleva tres trimestres de recesión, crece el desempleo, la pobreza y la marginalidad. Y cuando ya se está largando el proceso pre electoral, CFK carece de un candidato mínimamente competitivo que defienda al menos en parte su administración y su legado.

Lo más interesante del actual escenario es que uno puede proponer las hipótesis más diversas respecto de la actitud del gobierno, y paradójicamente todas ellas tienen algún grado de verosimilitud. Repasemos brevemente cuáles son esas hipótesis.

Hipótesis 1: CFK decidió “patear el tablero”, es decir, avanzar en una radicalización de sus políticas exterior y doméstica, incrementando el aislamiento, ignorando y atacando al Juez Griessa y hasta desaprovechando todo el esfuerzo realizado en los últimos meses en términos de la normalización parcial de la Argentina en sus relaciones financieras internacionales (CIADI, Repsol, nuevo IPC “supervisado” por el FMI, arreglo con el Club de París). En una remake de lo que los militares hicieron en abril de 1982, CFK “Malvinizaría” la cuestión de los holdouts tratando de polarizar aún más a la opinión pública. Y aunque no lograra sus objetivos al menos retóricos, sin duda mantendría por algún tiempo más el control de la agenda y podría protagonizar alguna gesta de nacionalismo y patrioterismo para intentar despertar un fervor cívico por ahora latente o dormido, pero que en efecto abarcó una mayoría relativa de la opinión pública cuando los militares lanzaron su irresponsable aventura bélica en el triste otoño de 1982. Y de paso, pondría a la oposición en un gran apriete – si ella encarna los valores de la patria y la soberanía nacional, cualquier opositor podría ser acusado de traición a la patria. A propósito, semejante barullo mediático y comunicacional pareciera constituir un entorno ideal para esconder el escándalo que involucra al vicepresidente.

Hipótesis 2: CFK no tiene un diagnóstico apropiado y carece de estrategia; está, en efecto, a la deriva. Improvisa erráticamente y corre detrás de los acontecimientos. Ajena a la lógica e ignorante de la cultura jurídica sajona, la retórica de los comunicados del gobierno y de la mayoría de sus discursos viene exponiendo con total claridad un error metodológico básico: suponer que las prácticas formales e informales de la política argentina (incluyendo los tribunales federales) en efecto son automática y acríticamente aplicables al Juez Griessa en particular y a la justicia de los EEUU en general. En otras palabras, CFK considera que la dinámica política e institucional que ella tan bien conoce (y que su gobierno se dedicó pacientemente a debilitar) es la que en efecto predomina en todas partes. Coherente con su política de sustitución de importaciones, aplica categorías del mercado interno para analizar procesos muy complejos que tienen lugar en entornos cultural y procedimentalmente muy distintos. Por ejemplo, hace pocos días, el gobierno argentino responsabilizó al norteamericano de las consecuencias de una sentencia de los tribunales de un estado autónomo como el de Nueva York, que no fue revisada por un poder independiente como el de la Corte Suprema de ese país. Para peor, al parecer CFK se niega a consultar a especialistas independientes que le permitan tener un diagnóstico más matizado y preciso de ésta dinámica realidad, incluyendo las potenciales soluciones que aún existen.

Hipótesis 3: CFK pretende continuar con la estrategia legal desplegada hasta ahora, que consistió en continuar litigando hasta las últimas consecuencias aunque las posibilidades de éxito sean remotas o incluso nulas. Y cuando las instancias legales parecieran agotadas, tratar de ignorar las consecuencias del fallo como hizo Néstor Kirchner en la Causa Sosa (la remoción del procurador de Santa Cruz). En ese sentido, según me explicó uno de los abogados mejor informado respecto de este proceso, el pago anticipado de los bonos Discount buscaba justamente eludir la disposición del Juez Griessa respecto del pari passu. Y si el juez hubiera embargado ese dinero podría haberse disparado un escenario litigioso complejísimo, profundizándose la incertidumbre actualmente reinante (en la jerga local, “embarrar la cancha”). En ese marco, CFK hubiera podido continuar con su postura belicosa, ratificando sus credenciales retóricas hasta ahora desplegadas, incluso su voluntad de cumplir con todos los acreedores.

Hipótesis 4: CFK ya tomó la decisión de evitar un nuevo default y sólo está generando las condiciones para acotar el costo político de anunciar e implementar esa medida. A pesar de que casi todos los principales líderes de la oposición se expresaron a favor de una solución negociada de este complejo asunto (es decir, todos quieren evitar el default), la presidenta parecería por ahora renuente a aceptar que equivocó la estrategia y perdió contra los “fondos buitres”, justo en un contexto de tanta debilidad dada la situación que involucra a su vicepresidente. Pero como quedó claro desde agosto del año pasado, cuando inició un giro pragmático que incluyó el pago de los juicios pendientes del CIADI, la compensación a REPSOL, el nuevo IPC supervisado por el FMI y el arreglo con el Club de Paris, CFK quiere evitar un final traumático y caótico de su gobierno y por eso está dispuesta a pagar, parte en efectivo y parte en bonos. Esta es la versión que aún predomina entre los inversores y por eso los activos argentinos mantuvieron generalmente su valor, aunque con mucha volatilidad.

Probablemente ninguna de estas cuatro hipótesis permita comprender cabalmente lo que está ocurriendo, ni cómo habrán de desarrollarse los acontecimientos a partir de mañana, cuando el país se acerque una vez más al precipicio de un nuevo default. Pero su relativa verosimilitud sugiere que estamos frente a un escenario político con información muy escasa e imperfecta, gran volatilidad y creciente incertidumbre. No es hora de hacer pronósticos, pero ojalá que predomine el sentido común y evitemos otro desastre.