El rumbo de las telecomunicaciones en México: Apostar a los caballos equivocados. Por Adriaan Ten Kate

En diciembre de 2013 publiqué una columna en el periódico Reforma sobre las reformas a la Constitución en materia de telecomunicaciones en México. En esta columna sugerí, en primer lugar, que estas reformas parten de una percepción equivocada del estado actual de la industria, en segundo, que contrario a lo que afirma la OCDE en su informe sobre la Política y Regulación de las Telecomunicaciones en México que se publicó en enero de 2012, los servicios de telefonía no son caros en México y, en tercer lugar, que aunque de hecho la penetración de estos servicios es comparativamente baja, esto se explica por el menor nivel de desarrollo de nuestro país. También defendí el punto de vista que es poco probable que, una vez aprobadas las leyes secundarias, las perspectivas del sector se mejoren en gran medida.

En febrero pasado Rodrigo García-Verdú publicó en Foco Económico una reacción a esta columna bajo el título “Hablando, de forma honesta, se entiende la gente.” En este escrito el Sr. García-Verdú pretende desmentir lo que afirmé en el sentido de que la baja penetración de los servicios de telefonía en México es producto de un menor nivel de desarrollo. Para demostrarlo el autor aporta evidencia estadística de la que se desprende que la penetración de la telefonía móvil y del acceso a banda ancha en México sigue siendo baja cuando se compara, no con los miembros de la OCDE, sino con países con un ingreso nacional bruto per cápita (INBpc) similar al de México.

Por un lado, me siento honrado por el hecho que alguien ocupa cinco páginas con dos gráficas, más un apéndice completo con otras cinco gráficas, para desmentir una sola frase en la que expresé uno de diversos argumentos que vertí en un escrito de una temática más amplia. Por el otro me quedé confuso por el título. El Sr. García-Verdú no menciona absolutamente nada sobre una posible deshonestidad de nadie, por lo cual quisiera contestarle: “Hablando de forma velada y sugestiva, no se entiende la gente.” Además, le recomiendo leer el libro “The (Honest) Truth About Dishonesty” de Dan Ariely, una lectura excelente para todos que se creen muy rectos.

Por lo que se refiere a la controversia misma (¿a qué se debe el rezago?) quiero anotar que me estaba refiriendo más bien al rezago de México en comparación con otros estados miembros de la OCDE, no en comparación con algún otro país, sea o no de un nivel de desarrollo similar al de México. Además, incluí una referencia a un estudio que enfatiza la importancia del nivel de desarrollo para explicar el estado actual de la industria en México. De todas formas, sé bien que no existe consenso al respecto, pero en una columna con un límite de palabras tan apretado difícilmente se pueden mencionar todos los diferentes puntos de vista sobre el tema. Además, el público a que está dirigida una columna de periódico exige cierta contundencia, la cual se perdería con todo tipo de condicionantes.

Lo que sí quiero señalar es que para mí el nivel de desarrollo de nuestro país significa algo más amplio que el INBpc. Tambien estaba pensando en factores, como lo son la alfabetización, la escolaridad y la penetración de computadoras, cada uno que influye de manera significativa en la penetración de los servicios de telefonía y de banda ancha. Debo admitir que no hice ningún estudio para demostrar que, cuando se incluyen los demás factores, el rezago de México queda completamente explicado por su menor nivel de desarrollo. Simplemente no pensé que alguien fuera a tomar tan a la letra una frase que escribí más bien apelando al sentido común que en un ejercicio para identificar la causa del rezago en comparación con países mucho más avanzados, lo primero que viene en mente es el nivel de desarrollo. Es que en el estudio de la OCDE es precisamente el nivel de desarrollo que brilla por su ausencia entre los factores que explican el estado actual de la industria en México.

Sin embargo, en lugar de perderme en dimes y diretes sobre las causas del rezago, aprovecho este espacio para reiterar que la imagen que pinta el informe de la OCDE de las telecomunicaciones en México es innecesariamente dramática. De acuerdo con los datos de la propia OCDE, cuando se comparan precios con tipos de cambio de mercado, los servicios de telefonía resultan más baratos en México que en otros estados miembros de la OCDE. Asimismo, los rezagos en penetración, que de hecho existen, se explican, aunque fuera en parte, por las diferencias en el nivel de desarrollo. Y, lo que es más importante, a partir de 2005 la brecha con los otros países se ha venido cerrando a paso firme y constante.

En el discurso de la OCDE los males de la industria de telecomunicaciones en México (los precios supuestamente altos y la baja penetración) se derivan de la falta de competencia y el villano de la película es el operador incumbente por entorpecer las operaciones de sus competidores a como dé lugar. Esta sería la razón porqué los entrantes no han podido apoderarse de una mayor parte del pastel y es precisamente por eso que, según la OCDE, urge tomar acción en el asunto. Aunque no se ha dicho explícitamente, se entiende que, una vez removidos los obstáculos interpuestos por el operador incumbente, la participación de los competidores se aumentará y que la inversión se detonará de forma espectacular. Todo por el arte de la magia de la competencia.

Esto es lo que está atrás de las reformas constitucionales en materia de telecomunicaciones que se aprobaron en junio de 2013 por el Congreso de la Unión. En el afán de domar a la bestia, no solamente se faculta, sino casi se ordena al instituto regulador declarar preponderante al operador incumbente para obligarlo a compartir su infraestructura con sus competidores en los mercados finales. Según el texto de las reformas, el instituto regulador no deberá determinar si existen o no agentes económicos preponderantes, sino deberá determinar la existencia de tales agentes, de esa manera prejuzgando el resultado de la investigación desde el inicio.[1] De hecho, toda la reforma se diseñó en un espíritu de hostigamiento hacia el villano de la película, obviamente sin mencionarlo como tal.

Puesto que la realidad de la industria es completamente distinta de lo que se desprende del discurso de la OCDE, opino que las reformas, aparte de ser innecesarias, darán lugar a una intervención sin precedentes por parte del Estado, una tarea bastante complicada para el nuevo instituto regulador. En lugar de promover una competencia efectiva en el sector, las medidas propuestas equivalen más bien a una renuncia total y absoluta al mecanismo descentralizado que es la competencia. Va a ser el Estado que dicta las reglas y va a ser el Estado que seleccionará a los ganadores. La competencia va a quedarse relegada en la banca de atrás.

Una cosa es segura. No serán los incumbentes los seleccionados por los reguladores, serán sus competidores quienes se beneficiarán con las medidas que se impondrán. Estos últimos serán los preferidos por el mero hecho de que son pequeños, no porque fueran más eficientes. Lo que se busca con las reformas es una desconcentración de los mercados y mientras mayor el número de competidores mejor. Lo que se busca es una competencia en el estilo del viejo paradigma de estructura-conducta-desempeño, un paradigma que ya se ha declarado obsoleto desde hace mucho tiempo. El objetivo es disminuir a todo costo la participación de mercado de Telmex en la telefonía fija, que es del 80%, y la de Telcel en la telefonía móvil, que es del 70%, como si esto fuera la solución a un problema que ni siquiera es tan grave como se pinta.

Lo que se pierde de vista es que las medidas propuestas van a desincentivar de manera sustancial a la inversión de los preponderantes en el mantenimiento, la expansión y la modernización de sus redes. ¿Quién de los preponderantes va a invertir en su infraestructura sabiendo de antemano que va a tener que compartirla con sus competidores a precios regulados por los suelos? ¿Quién de los competidores va a invertir en la ampliación de su propia red (más que en pitas y flautas), cuando le están casi regalando el acceso a la infraestructura del preponderante, inclusive cuando esta infraestructura no sea la más moderna? Por eso, es probable que las reformas, en lugar de alentar un sano desarrollo de la industria, se conviertan más bien en un obstáculo. Obviamente, mucho dependerá de los detalles de la regulación que se va a imponer.

Propongo contemplar el problema desde otro ángulo. ¡Olvidémonos un momento de que Carlos Slim es el hombre más rico del planeta y que todo lo que él tiene se nos ha quitado a nosotros, un mito que ha encontrado tierra fértil en la opinión pública. ¡Olvidémonos un momento de lo que siempre nos han dicho, que los servicios de Telmex y Telcel son carísimos, otro mito que hasta ahora hemos abrazado ávidamente sin checar si es cierto! ¡Olvidémonos un momento de que esos servicios son de malísima calidad, aun cuando aparentemente la mayoría de nosotros seguimos prefiriéndolos sobre los de sus competidores! Preguntémonos mejor: ¿Cuáles concesionarios se han encargado del desarrollo de la industria hasta ahora? ¿Los incumbentes o sus competidores? ¿Cuáles operadores tienen un mayor compromiso? ¿Los competidores han mostrado compromiso alguno en cuanto a la cobertura de los servicios? Y más importante aún: ¿Cuáles concesionarios están mejor posicionados para tomar la rienda? ¿No estamos mandando al equipo a pelear la copa con los mejores jugadores en la banca? ¿No estamos apostando a los caballos equivocados?

Es por esas razones que soy de la opinión que las reformas a nuestra carta magna en materia de telecomunicaciones aprobadas en junio de 2013, que se diseñaron básicamente en función de un discurso equivocado de la OCDE, no solamente son innecesarias para impulsar a la industria, sino también van a dar lugar a una intervención del estado sin precedentes. En lugar de promover una competencia efectiva, lo cual fue el objetivo de las reformas, la regulación propuesta implica más bien la renuncia total y absoluta a las fuerzas del mercado. Asimismo, al desincentivar la inversión, las medidas corren el riesgo de convertirse en un lastre antes de un catalizador para el desarrollo de la industria.

Finalmente, quiero advertir a mis lectores que actúo a veces como consultor externo para Telmex, la compañía incumbente en telefonía fija, por lo cual algunos van a decir que todo lo que digo es sesgado. No creo que es el caso, pero no quiero negar la posibilidad. De todas formas, la industria de telecomunicaciones en México va a tomar algún rumbo y sobre la marcha se va a mostrar qué tan sesgado es.

 

* Economista independiente, consultor externo de Telmex, México, DF. Las opiniones expresadas son del autor. Contacto: adtenkate@hotmail.com.

 

Material de lectura:

Robert Crandall, Jeffrey Eisenach and Allan Ingraham, “The Long-Run Effects of Copper Unbundling and the Implicatios for Fiber”, en: http://ssrn.com/abstract=2018929, 2012.

Rodrigo García-Verdú, “Hablando, de forma honesta, se entiende la gente”, Febrero 2014, https://dev.focoeconomico.org/2014/02/24/hablando-de-forma-honesta-se-entiende-la-gente1/

Robert Pindyck, “Mandatory Unbundling and Irreversible Investment in Telecom Networks”, NBER Working Paper 10287, 2004.

Jerry Hausman & Agustín Ross, “An econometric assessment of telecommunications prices and consumer surplus in Mexico using panel data”, Journal of Regulatory Economics, 2013.

OECD, “Review of Telecommunication Policy and Regulation in Mexico”, January 2012.

J. Gregory Sidak, “The OECD’s Proposal to Cartelize Mexican Telecommunications”, CPI Antitrust Chronicle, Special issue, June 2012.

Adriaan Ten Kate, “Three Best-Selling Stories about Telecommunications in Mexico: A Critque of the OECD Review of Telecommunication Policy and Regulation in Mexico”, CPI Antitrust Chronicle, Special issue, June 2012, o en http://ssrn.com/abstract=2344503.

Adriaan Ten Kate, “The OECD on Telecommunications in Mexico”, February 2014, en http://ssrn.com/abstract=2394901.



[1] Hay que señalar que la preponderancia es una figura novedosa, hecha a la medida de México y diferente de la figura acostumbrada de dominancia, puesto que no requiere de la definición de un mercado relevante. Según mis conocimientos, no hay otras jurisdicciones que manejan una figura similar.