Así es el calor, así es el conocimiento científico

En colaboración con Brian Feld (Universidad de San Andrés)

¿Está cambiando el clima en la tierra? En esta entrada planteábamos las dificultades existentes para establecer predicciones sobre lo que se ha dado a llamar “cambio climático”. De todos los factores que inciden en el mismo, el más resonante es el aumento de la temperatura promedio con relación a los niveles registrados desde mediados del siglo XIX, cuando comenzaron a hacerse mediciones. En esta entrada nos ocuparemos de los cambios de temperatura de la tierra.

Se calcula que desde 1900 la temperatura mundial de la superficie del aire, determinada a partir de mediciones en muchas de las estaciones meteorológicas, ha aumentado cerca de 0.8°C, con más de la mitad de este aumento produciéndose a partir de 1970. Esto dificulta enormemente la tarea de proyectar cambios climáticos futuros. No obstante, distintos modelos climáticos se han empleado, en conjunto con varios supuestos sobre las futuras concentraciones de gases y su reacción climática, para estimar los valores de temperatura y precipitaciones promedio a nivel global y para distintas regiones, así como también para estimar la densidad de los hielos en los polos y el incremento en el nivel del mar y su nivel de acidez. En base a estos estudios, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) señaló en su Cuarto Informe de Evaluación (AR4) que el hombre ha tenido influencia en los cambios observados, y que se espera que la tendencia al calentamiento global continúe en las próximas décadas (aunque la diferencia entre las proyecciones más pesimistas y las más conservadoras son de aproximadamente 5°C  hacia finales de siglo), afectando de diversas formas los sistemas naturales y sociales.

Sin embargo, como se muestra en el siguiente gráfico, las mediciones de temperatura para la última década (la línea negra gruesa) se corresponden con la cota inferior de las predicciones realizadas por distintos investigadores (las diferentes líneas celestes), que indican que desde inicios del siglo XXI la temperatura no ha aumentado respecto del promedio registrado entre 1986 y 2005. A pesar de ello, el resumen del último Informe de Evaluación insiste en otorgar un alto grado de confianza a la actividad humana como responsable de parte del calentamiento global, y a la persistencia del mismo durante los próximos años. Los expertos  esperan un aumento de la temperatura terrestre de entre 0.3°C y 0.7°C para el mediano plazo (30-40 años), así como también un acrecentamiento en las diferencias de precipitaciones entre las regiones húmedas y secas. Entre las causas esgrimidas para explicar este “hiato” climático figuran, entre otras, la gran cantidad de cenizas volcánicas que se han liberado en la atmósfera en la última década (las cuales reflejan la luz ultravioleta proveniente del sol y reducen el calentamiento global), y un debilitamiento de la radiación solar, que obedece a ciclos de aproximadamente 11 años.

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Fuente: Último Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (próximamente).

Por otro lado, este último reporte hizo resurgir las posturas escépticas sobre el cambio climático, así como también el debate sobre la credibilidad del IPCC y la independencia de sus integrantes de ciertos lobbies políticos. Sin embargo, tal y como hemos dicho hace un año atrás (acá), es la incertidumbre que rodea casi todos los aspectos del proceso de cambio climático la que impide realizar proyecciones con un mayor nivel de precisión.

Como se explica en el Quinto Informe de Evaluación del Grupo de Trabajo número 1, existen tres grandes fuentes de incertidumbre que dificultan la realización de proyecciones: la variabilidad natural, los forzamientos climáticos, y la sensibilidad del sistema ante estos forzamientos.

En primer lugar, existe la variabilidad intrínseca del clima producto de fenómenos naturales como El Niño (ENSO). En general, las proyecciones no intentan predecir este tipo de variabilidad, sino que los modelos las incorporan en base a estadísticas pasadas. El problema principal surge al intentar estimar esta variabilidad a través de largos períodos de tiempo, sobre todo para fenómenos extremos de los cuales se cuenta con pocos registros como para estimar consistentemente su probabilidad de ocurrencia.

La segunda fuente de incertidumbre concierne a los agentes “forzantes” del sistema climático, tanto naturales como causados por el hombre (emisión de gases, cambios en el uso de la tierra, forzamiento solar, etc.). Aquí la mayor incertidumbre surge de la falta de observaciones históricas y de errores de medición, así como también de la falta de capacidad para predecir el nivel de emisiones futuro.

Finalmente, se conoce poco sobre la forma en que el sistema climático responde frente a estos “forzamientos”. Ni siquiera está claro cómo la combinación de distintos factores afectará ciertos aspectos del entorno. Un ejemplo de ello es el cambio en la cantidad de nieve que se espera en el hemisferio norte: mientras se proyecta una mayor cantidad de nevadas a altas latitudes, el aumento de la temperatura debería reducir la fracción de precipitaciones que cae en forma de nieve.

Siempre siguiendo el último Informe de Evaluación, a medida que la escala temporal para las proyecciones se reduce, la variabilidad natural es la principal causa de incertidumbre en las mismas. Esto se debe a que la mayoría de los gases de efecto invernadero emitidos por la actividad humana tienen una larga persistencia en la atmósfera, de modo que los cambios en los supuestos sobre los forzamientos no generan gran variabilidad en el corto plazo.

En resumen, si bien el nivel de incertidumbre no parece haberse reducido desde la anterior publicación del IPCC, y a pesar de la reciente evolución de la temperatura promedio de la tierra en relación a las proyecciones pasadas, las conclusiones del IPCC sobre los cambios que se esperan no parecen haber variado sustancialmente. La incertidumbre sobre la cuestión del cambio climático sigue teniendo un lugar importante en el análisis del problema.