Así en la crisis como en el crecimiento: la exclusión escolar de estudiantes secundarios en la Argentina

¿En qué medida las políticas educativas implementadas desde 2003 en la Argentina influyeron en las escuelas y los estudiantes reales en un contexto de crecimiento de la economía?

Para brindar un esbozo de respuesta a la pregunta, hemos efectuado con Silvina Alegre (de la Universidad Arturo Jauretche) un estudio longitudinal (del que aquí se exponen algunos aspectos), analizando el comportamiento de la última cohorte de estudiantes secundarios de la que se poseen datos oficiales (la cohorte 2006-2011) y comparándola con una cohorte anterior (2000-2005), que según se presume es la que habría sufrido el mayor impacto de la crisis social y económica de los años 2001-2002, sumado a las supuestas brutales consecuencias del “neoliberalismo educativo de los 90” y la aplicación de la ”nefasta” ley federal de educación. En resumen, cotejamos a los estudiantes 2006-2011 beneficiados por el crecimiento de la economía y por las políticas educativas de las dos primeras gestiones kirchneristas ya derogada la ominosa ley federal- (a la que llamamos “cohorte del crecimiento”) con los estudiantes que han sufrido los embates de la crisis económica y los efectos de la política educativa del ciclo político anterior (a la que denominamos “cohorte de la crisis[1]).

grafico 1

1) En términos generales, en las escuelas estatales el comportamiento de la cohorte de la crisis es similar a la cohorte del crecimiento. El crecimiento de la matrícula de primer año es de 6,5% para ambos sectores

a) Se observan muchos alumnos en los primeros dos años del secundario. La cohorte de crecimiento arranca con más alumnos pero los pierde rápidamente en el segundo año. La cohorte de la crisis retiene más alumnos al principio, por eso en segundo año hay más alumnos que en primero (los repitentes se mantienen dentro del sistema).

b) Se produce una caída abrupta del número de alumnos entre el segundo y el tercer año en ambas cohortes, caída que resulta algo más pronunciada en la cohorte de crecimiento.

c) Se verifica una caída constante del tercero al año sexto año de estudios en ambas cohortes.

d) El comportamiento final en el último año muestra a la cohorte de la crisis con un abandono absoluto apenas inferior que la cohorte del crecimiento.

Durante los seis años de la cohorte de crecimiento 306.825 adolescentes de 13 a 18 años repitieron de curso, o abandonaron la escuela secundaria. El número absoluto es sólo para ilustrar las consecuencias humanas, familiares, sociales del fenómeno que estamos describiendo: está claro el fracaso político pero, además, hay pibes.

2) En las escuelas privadas ambas cohortes muestran un comportamiento prácticamente equivalente, aunque levemente favorable para quienes cursaron durante la etapa de crecimiento económico: es en la educación privada donde se observan cambios adjudicables a tenues efectos beneficiosos del contexto económico y de la política educativa. En las escuelas públicas, estos efectos son aún menores.

El análisis de ambas cohortes en términos relativos (es decir, tomando el primer año de cada cohorte –2000 y 2005 respectivamente– como base 100) se ilustra en el siguiente gráfico:

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1) La cohorte de la crisis muestra, a lo largo de todos sus años, excepto en el último (2005, ya atravesando el kirchnerismo y el crecimiento económico), un comportamiento más inclusivo que la cohorte del crecimiento: por ejemplo en el peor año, el 2002, la cohorte de la crisis logró retener relativamente más alumnos de su tercer año que la cohorte del crecimiento y durante ese año logra los mismos estándares que la escuela privada. Por otro lado, como se observa en el Cuadro 1, el resultado final es prácticamente el mismo en la cohorte de la crisis que del crecimiento: la pérdida de alumnos entre extremos del período es del 54% en el primer caso, frente al 54,4% en el segundo.

2) Entre extremos de cada período, la escuela privada sufre la crisis en menor medida que la escuela estatal: y aquí también la pérdida es menor para la cohorte de la crisis (-21,9%) que para la cohorte del crecimiento (-22,6%). Nótese que durante la crisis, la cohorte estatal logró comportarse como la de la escuela privada en los primeros años. Ya a partir del “crecimiento”, se pierden más alumnos

Sólo para abrir un debate que a pocos importa

Es notorio cómo la repitencia o el abandono de los estudiantes a lo largo del nivel secundario es un problema central que la escuela estatal no consigue resolver, ni siquiera en tiempos de holgura económica y de propuestas de política educativa pretendidamente “inclusivas”: ni la economía creciendo ni las soluciones políticas brindadas lograron mejorar los parámetros de inclusión, los que resultan semejantes en algunos casos y peores en otros, a los de la crisis. Un análisis similar se impone provincia por provincia y, aunque no contemos con información, escuela por escuela.

Está claro que en tan pocos años no es posible esperar milagros, pero tampoco se observan cambios de tendencia, por mínimos que fueran. Al contrario. Y convengamos que el aumento de inscriptos en primer año en la cohorte del crecimiento se corresponde a una tendencia anterior, aún a la corte de la crisis

Las escuelas privadas muestran un comportamiento menos variable, más previsible y, desde el punto de vista de la variación de la matrícula, más resistente a los cambios del contexto. Sería deseable que las escuelas estatales muestren un desempeño tendiente al de las privadas, como mínimo. Si bien no hemos categorizado socioeconómicamente a la matrícula estudiada, es posible afirmar en base a la evidencia previa que la gran diferencia de desempeño existente entre escuelas privadas y públicas conforma un enorme problema de inequidad y segregación socioeconómica

En resumen, los datos parecen indicar que no importa si hay crisis o crecimiento económico o si hay o no políticas educativas más inclusivas: las escuelas secundarias públicas se muestran impotentes ante la pérdida de estudiantes, quienes intentan resistir durante el primero y el segundo año de estudios (sobre todo durante la crisis) y después abandonan o repiten masivamente.

Las cifras también desmienten la idea instalada en el sentido común y en algunos medios en el sentido de que en las escuelas secundarias estatales “todos pasan”.

La realidad es que con crisis o con crecimiento; con neoliberalismo o con inclusión, en las escuelas secundarias estatales “pocos pasan”.

 


[1] Se trata en este caso de las denominadas cohortes “teóricas” o “aparentes” ya que, a diferencia de una cohorte “real”, este estudio no permite depositar el análisis en el nivel de cada individuo. Por ejemplo, no es posible conocer el destino de un año a otro de cada estudiante: no se sabe si hubo abandono o si se reinscribe como repetidor más adelante en alguna de las cohortes subsiguientes. Sin embargo, a efectos de una comparación como la que aquí se expone, y teniendo en cuenta que ambos períodos cuentan con las mismas condiciones de registro estadístico, el uso de cohortes teóricas resulta completamente pertinente y es usual en la literatura académica internacional.