Democracia y protestas en los países emergentes: El posible rol de Internet.

En colaboración con Iván Torre (Paris School of Economics)

En un reciente artículo, la revista The Economist señalaba que, prima facie, las manifestaciones que se produjeron recientemente en Turquía y Brasil dan credibilidad a la denominada “teoría de la modernización” por la cual el desarrollo económico es, en última instancia, el determinante de la democratización de un país. Esta teoría indica que, a medida que los individuos se enriquecen, también aumentan sus demandas por mayores libertades políticas y civiles. En este sentido, lo que habría ocurrido sería simplemente el corolario inevitable del crecimiento de ambas economías en la última década y la consiguiente expansión de sus clases medias. Sin embargo, como muestran Acemoglu y Robinson (2012), proveyendo ejemplos históricos (como el de la serrata de Venecia en el siglo XIV), no siempre ocurre que un mayor desarrollo económico lleva a mayores libertades políticas y civiles. Hay ejemplos de países que se enriquecieron pero que, en un determinado momento, dieron un vuelco hacia un régimen político más autocrático.

De una perspectiva más de corto plazo, los episodios de Turquía y Brasil también han sido señalados como el resultado de la desaceleración de ambas economías en el último año. De todas maneras, asociar estas manifestaciones inéditas exclusivamente a una oscilación cíclica no resulta satisfactorio –de hecho, recordemos que ambas economías también entraron en recesión durante el año 2009 junto con el resto de la economía mundial sin que ello haya provocado protestas de este tipo.

Las circunstancias que dieron origen a las manifestaciones fueron distintas pero en ambos casos se trató del rechazo de una acción estatal asumida como arbitraria e inconsulta: el reemplazo de un parque público por un centro comercial en el caso turco y, una suba en las tarifas del transporte público en el caso brasileño. En un principio se trataron de manifestaciones pequeñas que fueron rápidamente reprimidas. Fue esa reacción intempestiva y violenta por parte del gobierno la que magnificó la protesta y la volvió verdaderamente masiva. Es así que estas manifestaciones  masivas tuvieron como común denominador el cuestionamiento transversal a los responsables de las decisiones públicas. De allí que una de las características más notorias de las protestas haya sido la heterogeneidad de las demandas. En este mismo blog, hace unas semanas, Anabella Maudet presentó una clara imagen de la diversidad de los manifestantes en la plaza Taksim (ver acá). En un artículo disponible solo en portugués el columnista Marcelo Coelho, del diario Folha de Sao Paulo, describió un panorama similar de las protestas en Brasil.

En vista de esto, las preguntas que se imponen son 1) por qué se presentan estas manifestaciones ahora –si asumimos que acciones estatales arbitrarias e inconsultas no son una novedad en estos países; y 2) por qué se presentan  de esta manera –masivas como nunca antes. No pretendemos aquí dar explicaciones completas, sino simplemente acercar algunos argumentos novedosos para responder ambos interrogantes.

Respecto del primer punto, nos interesa señalar la relevancia que puede haber tenido la difusión de internet en los últimos años. Olson, Acemoglu y Robinson, entre otros, han subrayado el problema de acción colectiva inherente a la decisión de una parte de la población de rebelarse frente a un Estado muy poderoso. Las rebeliones populares son solo exitosas si una parte sustancial de la población se adhiere a ellas, pero son ruinosas para quienes las emprenden si no logran reunir una masa crítica de manifestantes. En este sentido, la difusión de nuevas tecnologías, que mejoran la comunicación entre los individuos, puede ayudar a resolver este problema de coordinación.

La literatura sobre internet y política es reciente pero ya existen algunos trabajos que señalan la existencia de efectos no triviales de la expansión del acceso a la Web en el escenario político. Uno de ellos es el de Luke Miner (2012) que ilustra cómo el crecimiento en la penetración de internet en Malasia explicaría un tercio del “swing” en los votos que determinó en 2008 la derrota de la coalición de partidos que gobernaba el país desde hacía cuarenta años. En una línea similar, los trabajos de Czernich (2012) y Falck et al (2012) señalan la existencia de efectos significativos en la abstención electoral en Alemania, mientras que el reciente artículo de Campante et al. (2013) describe cómo la expansión del acceso a banda ancha habría sido responsable tanto de una parte del desencanto electoral de los italianos entre 2001 y 2008,  como del  éxito del Movimiento Cinco Estrellas, del cómico Beppe Grillo, en las elecciones de 2013. Lo que podemos concluir de estos trabajos es que no es posible excluir que las manifestaciones de Turquía y Brasil hayan sido facilitadas por la mejora en las tecnologías de la información: dado un determinado motivo de protesta, una población mejor conectada e informada está en mejores condiciones de llevar a cabo una manifestación masiva que una con peores tecnologías de comunicación. Este hecho introduce un elemento nuevo en el funcionamiento de las relaciones entre la población y el estado, el cual será seguramente objeto de estudios futuros.

Respecto del segundo interrogante que señalamos previamente, es interesante tomar el caso italiano que acabamos de mencionar –el Movimiento Cinco Estrellas. Se trata de un movimiento político constituido por personas de clase media con una grandísima heterogeneidad de demandas pero que comparten el rechazo abierto al sistema político –en otras palabras, el mismo tipo de manifestantes que en Turquía y Brasil. Asimismo, la creación de este partido –que en las últimas elecciones obtuvo el 25% de los votos versus el 30% de la coalición de centro derecha y el 31% de la coalición de centro izquierda- fue facilitada por la difusión de internet tal como lo señalaran Campante et al. (2013), Se trata de una organización que toma la mayor parte de sus decisiones mediante votaciones online (esto no implica, por supuesto, ni que esta forma de democracia más directa sea posible desde el gobierno, ni tampoco que lleve a mejores resultados). La pregunta entonces es, ¿por qué en Italia existe este partido mientras que en Turquía y Brasil no, si es que en todos los casos los integrantes y sus demandas son similares? La respuesta puede venir, en parte, de la literatura sobre instituciones.

En efecto, en países con democracias maduras, los canales de participación y la naturaleza de la representación política son más fluidos e inclusivos. En aquellos donde el régimen democrático no es tan robusto, las instituciones –más excluyentes– fuerzan a quienes se sientan perjudicados por la acción estatal a  salir a la calle y manifestarse por fuera de los canales institucionales. Como señalan Scartascini y Tommasi (2012), la falta de confianza en el funcionamiento de las instituciones políticas motiva este tipo de movilizaciones (ver sus argumentos en esta entrada acá). Respecto a los casos que estamos analizando, Lourdes Sola señala, en este mismo blog, las deficiencias de la participación política en Brasil en los últimos años (ver acá).

De esta manera, ante una misma situación de descontento, en países con instituciones inclusivas los reclamos se presentan, más frecuentemente, dentro del sistema, mediante la participación en el proceso electoral, como es el caso del Movimiento Cinco Estrellas en Italia, mientras que en países donde las instituciones todavía son relativamente excluyentes los reclamos se vuelcan, también, más asiduamente, a la calle.

Referencias

Acemolgu y Robinson (2012) “Why Nations Fail? The Origins of Power, Prosperity and Poverty”, Crown Busines.

Campante, R. Durante and F. Sobbrio (2013) “Politics 2.0: The Multifaceted Effect of Broadband Internet on Political Participation”, working paper.

Czernich (2012) “Broadband Internet and Political Participation: Evidence from Germany” in Kyklos, 65 (1): 31-52.

Falck, R. Gold and S. Heblich (2012) “E-Lections: Voting Behavior and the Internet” IZA Discussion Paper 6545.

Olson (1965) “The Logic of Collective Action: Public Goods and the Theory of Groups”, Harvard University Press.

Miner (2012) “The Unintended Consequences of Internet Diffusion: Evidence from Malaysia”, mimeo.

Scartascini y M.Tommasi (2012) “The Making of Policy: Institutionalized or Not?” in American Journal of Political Science, 56 (4): 787-801