Pleno Empleo

Del total de nuevos empleos creados en este gobierno, la mitad se generó durante el 2010.

Desde hace ya un año que se discute si Chile habría logrado, o estaría cerca de lograr, el pleno empleo.Con tasas de desempleo apenas por sobre el 6%, habría mucho que celebrar.

El pleno empleo, según la teoría macroeconómica, es una situación tal que si el desempleo cae bajo cierto umbral por un periodo de tiempo, entonces las expectativas de inflación se elevan y con ellas la inflación misma. En pocas palabras, habría que preocuparse de la inflación si la demanda agregada sigue creciendo.

¿Están aquí para quedarse las bajas tasas de desempleo? ¿Hemos conquistado el pleno empleo?

El gráfico muestra la tasa de variación en 12 meses de la ocupación en Chile, de acuerdo a la encuesta NENE del INE, entre el primer trimestre del 2010 y el dato más reciente (el trimestre que terminó en febrero de 2013). En parte por el bajo piso de comparación, debido a la crisis internacional del 2008-2009, las tasas de creación de empleo durante el 2010 fueron altísimas.

De hecho, del total de nuevos puestos de trabajo que se han creado durante el actual gobierno, la mitad se generó el 2010. Esto es, en los primeros 10 meses del gobierno se crearon tantos empleos como en los 26 meses siguientes. Ello es consecuencia de que el crecimiento de la ocupación no ha vuelto a registrar la espectacularidad del 2010. De acuerdo a las cifras más recientes, la ocupación estaría creciendo al 1,3% en doce meses.

Entonces, ¿cómo es posible que la ocupación esté creciendo lentamente, pero que el desempleo se mantenga en niveles tan bajos? Porque la participación laboral también ha dejado de crecer. De hecho, la fuerza de trabajo ha permanecido prácticamente constante durante el último año. La menor creación de empleo ya no invita a participar.

La economía del 2010 no es la economía del 2013. El terremoto y el impulso fiscal y monetario del 2009 explican, en arte, las cifras del inicio de este periodo. Lamentablemente, no se avizora ninguna política, ningún cambio fundamental en la estructura de la economía estos años, que nos permita pensar que las bajas tasas de empleo chilenas se elevarán de manera permanente.

Tampoco se ha avanzado en promover de manera más decidida el ingreso de nuevos trabajadores a la fuerza laboral. Pareciera discutirse más sobre si es necesario reformar las leyes de extranjería, que si existen formas de promover el ingreso de más mujeres y jóvenes al mercado laboral.

El gobierno ha anunciado en reiteradas ocasiones dos proyectos de ley que si bien aún no ingresan al Congreso, podrían generar un impacto relevante. Una es la reforma a la capacitación que se financia con fondos públicos. El análisis presentado por la Comisión Larrañaga muestra que la franquicia tributaria no tiene efecto en los salarios y en la empleabilidad de los trabajadores.

Pero casi todos los recursos públicos están invertidos ahí. El informe de la Comisión mostró también que los programas de formación en oficios focalizados en jóvenes vulnerables sí son efectivos. Parece evidente redestinar fondos desde la franquicia hacia estos programas. Hoy ellos atienden a unos pocos miles de jóvenes al año. Esta cobertura es muy limitada, al menos comparada con los más de 600 mil jóvenes entre los 15 y 24 años de edad que no estudian ni trabajan, de acuerdo a la Casen del 2011.

La también anunciada reforma al artículo 203 del Código Laboral, que regula la provisión de salas cuna por parte de las empresas, puede elevar el acceso a empleo de las mujeres. La legislación actual impone sobre ellas el costo del programa, generando brechas salariales. También discrimina entre niños, según el tamaño de la empresa en la que esté contratada su madre.

El pleno empleo es un concepto asociado a riesgos de inflación. Pero en el debate público, la pregunta es si ya todos quienes están capacitados para trabajar tienen un empleo. El pleno empleo no se ha conquistado, no sólo porque la ocupación ha moderado fuertemente su velocidad de crecimiento. También, porque muchas más personas podrían integrarse a la fuerza laboral, y que por diversos motivos, la economía no ha sido capaz de darles cabida.