Deja-vu: Juegos de Suma Cero

Sentimientos encontrados los de este Junio 2012. Por un lado, ayer sábado, algo recuperó la normalidad: el más grande de la historia volvió, para alegría de la gran mayoría de los argentinos.  Fue con los puños cerrados, el cuchillo entre los dientes y peleando hasta el último aliento. Raro, espinoso, con fricción y lucha. De alguna manera,  acorde con los tiempos que vivimos en Argentina.

Pero por el otro lado, este mismo mes ha sido testigo de la consolidación de una manera de entender el poder que ya hemos intentado antes y que nos ha llevado a el estancamiento y la frustración.

Mi amigo Juan María vive en Paraguay. Hace dos semanas se caso en Asunción su primo Gustavo. Un tío que tienen en común, que vive en Buenos Aires, viajo al casamiento. Consiguió 2.500 U$ que el funcionario de turno le vendió al precio oficial. No es que los necesitara. El tío de mi amigo tiene negocios en Argentina y en Paraguay, viaja con frecuencia y tiene cuentas en varias monedas, en Buenos Aires y en Asunción. Pero compro los dólares a 4,5 y los vendió en Asunción a 5,5. Los 2500 que “ganó” los uso para pagar el pasaje de su mujer y de su hija.

Puse comillas en la oración de arriba, porque el tío no creo riqueza con esa transacción. Por lo tanto, lo que el gano, alguien lo perdió. Quien pago los pasajes de la tía y de la prima? Habría que preguntárselo al funcionario de turno. Uno de ellos invento este esquema donde se puede ganar dinero sin producir riqueza. Lo que uno gana, otro lo pierde. Un juego de suma cero. Cuando eso pasa, un país se corrompe.

Pero el tío también crea riqueza. Tiene, entre otras cosas, un campo en Salta donde produce arándanos, esa fruta oscura y chiquita que algunos de nosotros no encontramos muy interesante, pero que a los gringos les encanta.  La gracia del clima salteño es que produce los arándanos cuando la cosecha gringa todavía no empezó, por lo cual el tío los exporta cuando el precio domestico en USA es alto. Un fenómeno el tío. Con eso ganó bastante dinero los últimos años. Y esta vez, sin comillas. Porque el gringo que se comió los arándanos los pago mas baratos. Y el ingeniero agrónomo, Javier, que se recibió apenas hace ocho meses – pero que trabaja en el campo del tío desde que esta en cuarto año – pudo pagar las primeras cuotas y sacar una moto. Y Don Mario, que cuida al campo, pudo pagar la pensión y los gastos de su hija que este año se recibió de Profesora de Biología en Salta capital. Y la gobernación de Salta pudo abrir un jardín de infantes gratuito en una villa de emergencia de las afueras de la ciudad con los impuestos que cobro al tío. El tío gano y nadie perdió. Cuando eso pasa, un país crece.

La historia del casamiento (incluidos los números) es cierta – los nombres no.  La historia de los arándanos me la invente. Pero miren un poco alrededor y van a encontrar un tío como el de la historia. A que se va a dedicar el tío en el próximo año? Tiene en carpeta un proyecto para arrendar un campo muy cercano al que él tiene en Salta. El campo es de una familia que no lo explota porque tiene que desmontarlo y prepararlo para la plantación. No tienen el capital necesario y no consiguen crédito. El tío no necesita el crédito y si puede arrendar el campo por 10 años, podría interesarle la inversión. Pero para estar seguro, necesita dedicarle tiempo y análisis al proyecto. Al tío le interesa el proyecto porque puede llegar a ganar hasta 75.000 dólares por año en los próximos diez años. Eso le asegura una vejez sin preocupaciones.  También le asegura a Javier que va a poder terminar de pagar la moto en un año y dentro de cinco años quizás cambiarla por un autito. Y Don Mario va a poder ir a visitar a su hija a Salta todos los meses, capaz que en su propia moto. Y más madres van a poder educar a sus hijos en el jardín de infantes de la villa de emergencia. Capaz que algún día uno de esos chicos se reciba de ingeniero agrónomo y trabaje en el nuevo campo del tío, junto con Javier.

O no. O el tío dedica su tiempo a encontrar maneras de usar los dólares que le paga el gringo por sus arándanos  en Estados Unidos para venderlos, a través de complicadas operaciones que involucren abogados y contadores, en el mercadeo “blue” o, mejor aun, en el de “contado con liqui”. Porque si lo hace bien, puede “ganar” mucho mas que con el nuevo campo.

Pero ese es con comillas. Porque Javier tendrá que irse a Buenos Aires a ver si consigue trabajo y no va a poder terminar de pagar la moto. Y Don Mario vera a sus nietos en foto. Y el jardín de infantes tendrá que cerrar.  El tío tendrá su jubilación, eso si. Y habrá que preguntarle al funcionario de turno quien se la estará pagando.

Estos juegos de suma cero, donde los mas educados ganaron importantes sumas de dinero y los mas débiles perdieron (la tablita cambiaria, la circular 1050, las devaluaciones, el plan Bonex, la pesificación, etc.) marcaron la historia de la decadencia argentina entre 1970 y 1991 y en la crisis del 2001-2002. Y el país perdió. Estamos recreando un sistema de juegos de suma cero, donde los pocos de siempre ganen y los muchos pierdan, mientras el país, una vez mas, se desangra por las venas que seguirán abiertas?