Sobre la excepcionalidad argenta

Argentina es especial, sí como todo país. Pero no, parece que la excepcionalidad argenta es su singularidad, más aun cuando se la compara con los otros países de la región.  Lo curioso es que este rasgo no es un reflejo de arrogancia. Al contrario, hay un discurso con cierto impacto que enfatiza cuan mal le va a Argentina, cuanto peor que al grupo de los nuevos (y no tan nuevos) exitosos latinoamericanos, y que los gobiernos argentinos (los diversos y contradictorios peronismos, los fugaces radicales e, incluso, los crueles dictatoriales) son especiales en sus defectos; reflejando un pueblo que es único en su inocencia, su nacionalismo, su carencia de racionalidad y sus elásticas exigencias morales. Entonces tenemos instituciones especialmente débiles que permiten políticas económicas particularmente defectuosas. Así, Argentina pasó de ser el país excepcionalmente desarrollado para convertirse en la anomalía decadente del porvenir truncado.

Más allá de los exabruptos “vargasllosianos”, esta lectura se nutre de ingredientes objetivos, aunque bastante generalizados: instituciones débiles, corrupción, desigualdad, y crecimientos por espasmos que mantienen a Argentina lejos del producto per cápita de países avanzados, incluso muy lejos de sus parias Grecia y Portugal (el PBI per cápita de Argentina era entre un 25 y 35% menor a estos países en 2011).

En la coyuntura actual este afán por ser especiales se manifiesta en la lectura casi melancólica de que Argentina no madura como sí lo han hecho Chile, Uruguay, Brasil y Perú (el nuevo adulto latinoamericano). Se agrega entonces una nueva excepcionalidad. En esta nota no quiero entrar en la discusión sobre la calidad de los gobiernos actuales ni comparar los desempeños en esta década (Argentina fue el país que más creció en la década, aunque es el que menos lo hace en 2012 y quizás sea el único en recesión en 2013).  Quiero en cambio enfatizar una diferencia bastante crucial entre argentina y el resto de los países de la región, y que debería tener más peso a la hora de comparar trayectorias, políticas y desempeños: Argentina tiene una estructura productiva distinta a la de los otros países latinoamericanos.  Mi argumento se funda en la experiencia exportadora de la última década. En particular en los siguientes hechos: (a) el shock positivo de los términos de intercambio fue relativamente débil para Argentina; (b) Argentina fue excepcional en que sus exportaciones no aumentaron su dependencia de bienes intensivos en recursos naturales (la “primarización” exportadora de América Latina no se verifica de manera contundente para Argentina), y (c) las exportaciones industriales (incluso aquellas de bienes diferenciados y de alto contenido tecnológico) explican un porcentaje mayor de las exportaciones totales. (a), (b) y (c)  son hechos que exigen (d) especular sobre si una estructura productiva distinta impone o no restricciones particulares sobre la política monetaria/cambiaria, y si explica una económica política más compleja que impide que los concesos emerjan de manera natural.

Vamos a los hechos, interesantes en sí y esbocemos después la pregunta subyacente que merece mayor atención e investigación.

(a) ¿La bonanza exógena es simétrica?

Está claro que los últimos años fueron generosos con América Latina al mejorar notablemente los términos del intercambio. Tal cual puede verse en el Gráfico 1, los precios internacionales de los principales commodities que exporta la región se multiplicaron, llegando a cuadriplicarse en algunos casos, durante la pasada década. Este shock positivo que nutre el “viento de cola” varía según los productos y, por ende, no fue idéntico para toda la región. Puede verse que el cobre lideró los incrementos al acercarse a un 400% entre 2000 y casi el 2011. Lo sigue el petróleo con un crecimiento que alcanza un 250%. Por otro lado, el café y la soja crecieron a un ritmo bien menor, aunque esto no evitó que se haya duplicado durante la década. El gráfico 2 sugiere que este fenómeno de precios alcanza también a las exportaciones alimentos, aunque a una velocidad bien menor a la del cobre y petróleo.[1]

Gráfico 1. Evolución de los precios internacionales de los principales bienes que exporta la región.

Fuente: World Bank Commodity Price Data

Gráfico 2. Evolución del Índice de precios de Alimentos. (Indice 2000=100)

Fuente: World Bank Commodity Price Data

Para ser preciso:

Hecho 1: los términos del intercambio mejoraron de manera substancial en América Latina. Sin embargo, su intensidad varía entre países de acuerdo a su principal bien de exportador. Los más beneficiados fueron los países abundantes en cobre y petróleo. Los menos aquellos que producen soja, café y alimentos.

(b)y parte de (c) ¿El crecimiento de las exportaciones fue similar para cada país de la región?

Analizaremos ahora el crecimiento de las exportaciones en los casos siguientes: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú. Para justificar tal selección, es importante notar que estos países representaron en su conjunto el 90% del comercio total de la región. La Tabla 1 informa el crecimiento de las exportaciones por tipo de bien para cada uno de los países seleccionados.

Fuente: Elaboración Propia con Datos de Comtrade

Si bien las exportaciones de todos los países aumentaron, y mucho, las exportaciones con mayor dinamismo fueron las de Perú (409%), Chile (297%) y Brasil (273%). En estos tres casos, las exportaciones que más crecieron (en valor) fueron las de bienes primarios, por un lado, y las de energía y combustibles para los casos de Perú y Brasil, con aumentos muy significativos que superan el 2000% para el caso de Brasil y el 700% para el de Perú.

Al contrastar la evolución de las exportaciones manufactureras con respecto al total, se puede distinguir cuáles son los países aumentaron sus exportaciones industriales más que aquellas de bienes primarios y combustibles. Comparando las columnas 3 con las 5 (Tabla 1) es posible afirmar que el proceso de “primarización” es generalizado en América Latina con la excepción de la Argentina.

Para completar la descripción de la “primarización” de las exportaciones latinoamericanas, veamos ahora si la estructura de exportaciones de estos países se modificó durante la pasada década. En las tablas 2 y 3 se descomponen las exportaciones de cada país de acuerdo al rubro de origen, grado de diferenciación y contenido tecnológico en 2000 y 2010.

Elaboración Propia con Datos de Comtrade

La categoría “otras manufacturas” incluye aquellos bienes que no usan intensivamente los abundantes recursos naturales que caracterizan la región. Como se ve, la especialización de los países seleccionados varía tanto entre ellos como a lo largo de la década. En todo caso, hay una convergencia (que excluye a México) hacia bienes intensivos en recursos naturales. El caso de México es especial en su inserción internacional por su rol de ensamblaje de manufacturas dentro del NAFTA. Brasil y Argentina aparecen como aquellos más especializados en manufacturas (agroindustria y otras manufacturas) aunque en el caso de Brasil estos bienes decrecen en su importancia relativa.

En todo caso, estos bienes perdieron participación como porcentaje del total en todos los casos analizados. Como contrapartida, la proporción de exportaciones originadas en Agricultura, Ganadería y Pesca y Minas y Canteras crecieron en también en todos estos países. Esta es la denominada “primarización” de las exportaciones latinoamericanas. Sin embargo, cabe señalar que en los casos de Brasil, Colombia, México y Perú “otras manufacturas” perdieron más de 10 puntos en su participación en tan sólo una década (más de 30 en el caso de Brasil). Por otro lado, para Argentina esta caída ha sido menos pronunciada.

Dado la heterogeneidad de productos incluidos dentro de cada sector, analicemos las exportaciones totales de acuerdo a su grado de diferenciación y contenido tecnológico y la participación de los sectores. La tabla 3 expone los datos relevantes.

Fuente: Elaboración propia en base a Comtrade y Banco Mundial

La Tabla 3 sugiere de nuevo que la dinámica de “primarización” excluye a Argentina. En el caso de Argentina, el peso de las exportaciones basadas en recursos naturales cayó de 39% a 34%. En todos los demás países observamos un crecimiento significativo en el peso de estas exportaciones. Destacamos, por ejemplo, el caso Brasil, cuya importancia relativa de los bienes primarios y combustibles pasó del 19% al 39%. Observamos que este patrón de especialización se acentuó en el caso de Perú, pasando del 51% al 75%, y se consolidó en el caso de Chile y Colombia con valores cercanos al 70%.

Es posible también observar que el peso de las exportaciones diferenciadas cayó en todos los países menos en la Argentina. Si bien el porcentaje de exportaciones diferenciadas de Argentina no era inicialmente alto con respecto a los países de la región, para el resto de los países este tipo de exportaciones redujo su peso relativo. Esto se observa marcadamente en los casos de Brasil, Colombia, México y Perú. Es posible también ver que el porcentaje de las exportaciones con contenido tecnológico alto o medio-alto cayó en todos los países excepto en la Argentina, cuya importancia creció del 22 al 25%, aun si sigue manteniendo valores modestos. La caída en el peso de estas exportaciones se dio particularmente en México y Brasil.

Más sobre (c): Dependencia relativa de las exportaciones primarias

Está claro entonces que un shock asimétrico de precios de bienes intensivos en recursos naturales acentuó una especialización en bienes primarios que varió de país en país y que tiene a Argentina como una excepción (para bien o para mal). Pero aun si acaso el shock de precios hubiera sido idéntico, es interesante computar cuán importantes son las exportaciones intensivas en recursos naturales con respecto el producto bruto interno de cada país. Esta aproximación es imperfecta, pero informativa, de la dependencia que estos países tienen de los recursos naturales que exportan. La Tabla 4 muestra la relación entre exportaciones de recursos naturales y el PBI. Es importante notar que ésta creció en todos los países, incluso en Argentina. Los aumentos más substantivos se dieron en Brasil, Perú, Bolivia y Chile. Se puede observa que Argentina pertenece al grupo de Brasil y de México, cuya dependencia de las exportaciones intensivas en recursos naturales es menor.

*Las exportaciones de oro y cobre se consideraron como exportaciones primarias.

Resumiendo,

Hecho 2: El proceso de “primarización” fue generalizado entre los principales exportadores de América Latina. Este proceso se expresa en el crecimiento relativo de las exportaciones intensivas en recursos naturales, y en la caída en importancia de las exportaciones de productos diferenciadas y de alto contenido tecnológico. Este proceso es muy fuerte en Colombia, Perú y Brasil, y acentúa la dependencia del cobre en Chile. La excepción a este proceso es Argentina.

¿Es relevante como diferencia una inserción internacional distinta?

Está claro que Argentina difiere del resto de América Latina, para bien o para mal, y que reconocer este hecho no requiere carga valorativa alguna. La pregunta que se impone es si acaso esta excepcionalidad es relevante o no a la hora de comparar las trayectorias de los países de la región.  Mi intuición es que sí, una inserción internacional distinta impone una dinámica que difiere de aquella de los otros países de la región y que esto hace de las comparaciones ejercicios meramente retóricos. Especulo ahora sobre los motivos de tal conjetura.

  1. La existencia de una industria con mayor peso a la hora de explicar las exportaciones puede imponer restricciones particulares de política económica. Más aun si este desempeño exportador exige un tipo de cambio competitivo para su desenvolvimiento. Un ejemplo claro emerge al comparar la política cambiara que sigue a las mejoras en los términos del intercambio. Como cuenta Juan Pablo Nicoloni y complementa Ariel Burstein, mejores términos de intercambio exigen que el tipo de cambio baje o que la inflación suba (ver tanto https://dev.focoeconomico.org/2011/04/10/%C2%BFpor-que-tenemos-inflacion-hoy-en-argentina/ como https://dev.focoeconomico.org/2011/04/28/inflacion-y-precios-relativos-internacionales/).  Si la industria es suficientemente importante e insuficientemente competitiva, como posiblemente sea el caso para Argentina, entonces la opción inflacionaria es más probable que sea la elegida. De hecho, los “buenos” ejemplos de la región han preferido la apreciación nominal de sus monedas mientras que en Argentina se sufre el ajuste inflacionario.
  2. La enfermedad holandesa asociada al boom del precio de las materias primas trae problemas que inspiran la necesidad de una política industrial como paliativo, nos explica bien, sin preconizar, Andrés Neumeyer (https://dev.focoeconomico.org/2011/09/25/enfermedad-holandesa-en-america-latina/). Esto puede funcionar o no. De hecho, una política industrial desprolija caracteriza los últimos años.
    Es posible que el virus holandés sea menor para Argentina dado que los términos del intercambio aumentaron menos, pero puede ser también que la resistencia a la enfermedad holandesa tiende a ser más fuerte en un país con una industria de mayor tamaño relativo. Creo que en Argentina domina este último efecto y podemos entonces esperar mayor intervencionismo, independientemente de su calidad, en estos años.
  3. La economía política en un país como Argentina es más compleja. No tanto por el rollo argento sino por la dureza con que se expresa el conflicto distributivo asociado a la apertura comercial. Sebastián Galiani con distintos co-autores desarrolla este punto en varios artículos. Un ejemplo se discute acá: https://dev.focoeconomico.org/2012/01/22/sobre-el-viejo-tema-de-la-economia-politica-libre-cambio-o-proteccionismo/. Claro está, este argumento no justifica un proteccionismo bobo. Una administración del comercio internacional para un país como Argentina  exige una desarrollo institucional y burocrático de muy alta calidad. Eludo el comentario sobre si ésta existe o no en la administración pública. En todo caso, sin embargo, está claro que es más fácil abrirse al mundo siendo Chile o Perú que para Argentina.

Es necesario estudiar mejor si estos puntos tienen sentido o no. No puede exigirle certeza a mi intuición. Derivar formas institucionales y políticas económicas de la estructura productiva corre el riesgo de la autocomplacencia. Sin embargo, reconocer las diferencias estructurales hace que las comparaciones del tipo “miremos a Chile”, “seamos Brasil” sean meramente retóricas. La “excepcionalidad” argenta impone límites a las comparaciones simplotas,  pero no implica, sin embargo, justificar que las políticas implementadas sean las optimas dada las restricciones estructurales. Critico las absurdas dificultades que impone a importación de bienes intermedios y de capital (https://dev.focoeconomico.org/2012/02/15/proteger-para-desindustrializar/), y quedo absorto frente al festejo oficial cuando caen estas importaciones requeridas para la producción.  Sin embargo, el uso del estudio comparativo teniendo a las estrellitas de Chile y Perú adolece de tanta simplicidad que tiñe la validez de la crítica.


 

[1] Luego de un breve y abrupto descenso de los precios en 2008, el incremento total de los mismos durante la década fue de 168%. Esta evolución puede explicar en parte el fuerte crecimiento de las exportaciones de Alimentos y Bebidas (196% a precios corrientes) que se analizará más adelante en detalle.