Proteger para desindustrializar

con la colaboración de Alejandro Vicondoa

La crisis de las economías avanzadas y su impacto en el mercado mundial provoca como respuesta distintas formas de proteccionismo y de intervención en el comercio internacional. La manera argentina es quizás curiosa y sujeta a caprichos de una o dos personas que monopolizan las decisiones. Sin embargo, tal cual se ha discutido en este blog (Las Trabas de Moreno: Una Aproximación Ramsiana), dificultar el acceso a las importaciones no carece necesariamente de sentido. No quiero discutir ahora si está bien o mal cierto nivel de proteccionismo y menos aún si podría hacerse mejor. Asumamos que está bien proteger la economía y, más fuerte aún como supuesto, que sabemos hacerlo de manera transparente, justa y eficiente. La búsqueda del bienestar colectivo llevará entonces a impedir/dificultar las importaciones. El siguiente paso es pensar entonces qué es lo que se está protegiendo. Es posible proteger a los productores domésticos de la competencia que imponen las importaciones; más aún si estas escapan mercados en crisis e inundan aquellos que, como en Argentina, exhiben aún cierto dinamismo. Pero proteger la producción local conlleva el riesgo de descuidar los mercados internacionales que las empresas argentinas supieron alcanzar; y estos fueron muchos e involucró un creciente número de bienes. Como ya argumenté en una entrada anterior (Las Exportaciones Industriales Argentinas), uno de los fenómenos más interesantes de los últimos tiempos es que la industria devino más exportadora y esto se logró en parte con empresas exportando más productos y vendiendo a más destinos. Incluso, el dinamismo exportador parece resistir la apreciación real de los últimos años (Misteriosas exportaciones industriales argentinas). También hemos discutido que parte de este dinamismo se explica por funciones de producción más internacionalizadas, con creciente peso de bienes de capital e insumos importados (De las importaciones y su gravedad reciente). La nueva publicación de Maria Bas (2012) va en la misma dirección. Entonces, en presencia de una relación positiva entre importar y exportar, dificultar la importación de factores de producción puede llegar a ser una medida en contra de la sustentabilidad de un proyecto de industrialización. Proteger entonces deviene descuidar. Para evaluar este riesgo tenemos que conocer mejor la dinámica de las importaciones de bienes de capital e insumos. En este post arrojamos ciertos hechos en esa dirección.

Empecemos por lo básico,

Hecho 1. Desde 2002 hasta 2010, las importaciones crecieron cerca 530%, pero la mitad de este crecimiento se explica por insumos (creciendo alrededor de 300%) y bienes de capital (con un crecimiento que alcanza el 800%).

Tal dinamismo de las importaciones de “factores de producción” podría ser un problema si acaso acompaña un proceso a través del cual la producción domestica se degrada a simples actividades de ensamblaje. Si esto fuera cierto, deberíamos observar una proporción muy alta de importaciones de bienes de intermedios y de capital sobre el total de la producción doméstica. Como vemos en la tabla que sigue esto no parece ser el caso. ¿Qué es lo que muestra esta tabla? A partir de los registros de aduana, miramos las importaciones directas de bienes de capital e insumos por cada firma y agregamos estas importaciones para cada sector para obtener una medida del peso de las importaciones de factores de producción en relación al valor bruto de producción. Con estos valores podemos identificar algo así como el nivel de internacionalización de la función de producción para cada industria.1 Debido a la disponibilidad de datos a nivel firma necesarios para este análisis, nos limitamos a 2008.

Tabla 1. Internacionalización de la función de producción por sector

 

¿Qué observamos? Salvo dos excepciones (sectores 30 y 32), cuya discusión abordamos más abajo, es posible afirmar:

Hecho 2: la industria nacional está lejos de poder ser descripta como ensambladora. Salvo dos excepciones, no hay sector en que el peso de las importaciones de factores productivos supere el 30% del valor de la producción. Si se toma a la industria como un todo,  este valor alcanza apenas el 7%.

Igual quedan dudas sobre si la producción industrial es deficitaria o no. Es decir, si la suma de las importaciones involucradas en la producción de manufacturas es mayor o menor que las exportaciones que estas manufacturas generan. Noten que esta pregunta difiere de la usual inquietud sobre si la Argentina genera déficits comerciales en productos industriales (exportaciones de manufacturas industriales menos importación de manufacturas industriales). En la tabla siguiente miramos los mismos sectores pero ahora mostramos la relación para cada sector entre la importación de factores de producción y las exportaciones. De esta manera, vemos si la internacionalización de la función de producción es deficitaria o no.

Tabla 2. Relación entre importaciones de factores de producción y exportaciones por sector

 

Aquí encontramos básicamente dos grupos. Los sectores competitivos son la más de la mitad  e incluyen, a pesar de su mala prensa, a autos y sus partes (sectores 34 y 35), maquinarias (29, 31, 33) y al sector de los químicos que alberga una muy dinámica exportación de farmacéuticos, además de los obvios sectores basados en recursos naturales como los alimentos y combustibles. Entre los deficitarios, se encuentran aquellos sectores que se orientan al mercado interno y que carecen, como sector, de éxito exportador: tabaco, textiles, papel, edición e impresión, productos de plásticos (acá entran, por ejemplo, la tan protegida producción de juguetes), productos de minerales no metálicos, maquinaria de contabilidad e informática, equipos de comunicaciones  y muebles.

Para resumir:

Hecho 3. La producción industrial argentina, a pesar de funciones de producción internacionalizadas, genera, como un todo, excedentes comerciales (las importaciones de insumos y bienes de capital con respecto a las exportaciones alcanzan un 35% en 2008) y presenta varios sectores cuya producción genera superávits comerciales. Los sectores deficitarios son aquellos orientados al mercado interno.

¿Cuánto es posible nacionalizar la función de producción? Las nuevas barreras a las importaciones de factores de producción apuntan a incitar una mayor demanda de insumos y bienes de capital domésticos. Bien, pero, ¿qué es lo que se importa? ¿Es fácil substituir insumos y bienes de capital importados? Carecemos de una respuesta rigurosa pero sospechamos que esto será más difícil si las importaciones contienen un alto desarrollo tecnológico. Lamentablemente, este parece ser el caso de Argentina. En el gráfico siguiente mostramos que las importaciones de insumos y de bienes de capital incluyen principalmente productos con contenido tecnológico alto, de acuerdo al imperfecto pero universal criterio de la OECD.

 

¿Qué pasa con las excepciones? Las excepciones involucran a productos electrónicos (computadoras y LCDs, principalmente).  Estas industrias “excepcionales” sí que ensamblan y explotan la producción domestica, además no exportan y generan a través de sus importaciones de insumos un importante déficit comercial. Esto puede verse en la tabla siguiente:

Tabla 3. los sectores “excepcionales”

Seria gracioso, aunque no imposible, verificar que la actividad de ensamblar piezas importadas en estos sectores genera más déficit aún que si se hubiera permitido importar directamente el bien final. Sólo apelando a razones geopolíticas del tipo “hay que mantener poblada la Tierra del Fuego”, o soñar con futuros spillovers tecnológicos, es posible justificar proteger nuestras maquiladoras orientadas al mercado doméstico. Las de México y Singapur al menos exportan….Entonces:

Hecho 4: la industria argentina tiene 2 sectores meramente ensambladores. A diferencia de equivalentes en otras partes de mundo, estos se orientan al mercado local y, por ende, generan importantes déficits comerciales.

¿Las importaciones ayudan a exportar? Hay dos canales obvios que permiten pensar que tal posibilidad existe. La literatura muestra que las importaciones de insumos aumenta la productividad (Goldberg , Khandelwal, Pavnick y Topalova) y también la calidad de producción (Kugler y Verhoogen (2012). Ambas características, la productividad y la calidad, son determinantes del éxito exportador. En un trabajo aún en progreso con Alejandro Vicondoa, verificamos que las empresas importan nuevos insumos un año antes de exportar un nuevo bien y que la expectativa de mayores beneficios exportadores, capturada por la expansión exógena del mercado mundial para un bien en particular, hace que los productores de estos bienes importen nuevos insumos. Es decir, las empresas se preparan para exportar y para ello importan nuevos bienes intermedios.

Una función de producción más internacional parece permitir una mejor inserción internacional. La pregunta teórica que emerge es ¿hasta qué punto es conveniente internacionalizar funciones de producción? El riesgo para la industria de devenir ensambladora es lejano y, sin duda exagerado por opiniones interesadas como las de Mendiguren2 y de vernáculos pesimistas crónicos. Sin embargo, debe existir un peso óptimo de factores productivos importados que permita, por ejemplo, identificar hasta dónde internacionalizar permite expandir exportaciones (importaciones superavitarias?). Esta pregunta es muy relevante y no conozco ningún trabajo académico que la aborde directamente.

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No puedo determinar si las dificultades para importar van afectar tanto a las exportaciones como para terminar (contra) produciendo déficits comerciales. Cierto es, sin embargo, que tal peligro existe y dadas las cosas “proteger” vía impedir importaciones de insumos o de bienes de capital e inducir/obligar a nacionalizar funciones de producción puede generar como consecuencia caídas en la competitividad y calidad productiva. Me pregunto si la nueva SCA (Secretaria del Comercio Absoluto) habrá hecho estudios sobre este tipo de cuestiones para saber hasta dónde es posible exigir contenido nacional. Quizás lo hayan hecho y no lo sepamos.

Notas

  1. Esta medida puede subvaluar el peso de las importaciones pues no considera las compras que hacen las empresas de bienes de capital e insumos importados por terceros. No tengo una idea precisa de la magnitud de este problema que por intuición (y comodidad) supongo leve. Queda pendiente una confirmación rigurosa de tal intuición.
  2. Declaración de De Mendiguren, presidente de la UIA, Miércoles 8/2/2011, Fuente: Diario El Cronista:

“En su momento alertamos por la matriz productiva de la Argentina, que es muy dependiente de la importación de insumos. El nivel de actividad industrial tiene una relación directa con las importaciones, de uno a cuatro, es decir que por cada punto que sube el índice industrial, sube cuatro el de insumos importados».

Bibliografía

Bas, Maria (2011); “Input-trade liberalization and firm export decisions: Evidence from Argentina”, Journal of Development Economics, 97:  481–493.

Goldberg, Pinelopi, A. Khandelwal, N. Pavcnik and P. Topalova (2010); «Imported Intemediate Inputs and Domestic Product Growth: Evidence from India», Quarterly Journal of Economics, 125 (4): 1727-1767.

Kugler, Maurice and E. Verhoogen (2012); “Prices, Plant Size and Product Quality”, Review of Economic Studies, 79 (1): 307-339.