Impuesto al diesel: atentado ambiental y oportunismo político

El gobierno y la Cámara de Diputados se pusieron de acuerdo para aumentar las distorsiones que genera en nuestra economía la al impuesto al Diesel. Aprobaron una devolución del impuesto en un rango entre 30% y 80%, en función del tamaño de la empresa. Mientras menor la facturación mayor la devolución.

El impuesto al Diesel es un impuesto que tiene como objetivo cobrar por el deterioró a las carreteras que ocasiona el transporte carga por camión y corregir las externalidades ambientales negativas que este genera.

El nivel actual del impuesto, sin la devolución ya es insuficiente para compensar por los costos que produce a la sociedad el transporte de carga por camión. Los países europeos que están preocupados de reducir la incidencia de los accidentes, contaminación local, externalidades de congestión y gases de efecto invernadero tienen un impuesto al Diesel que es el doble al de Chile y tres ves si consideran las devoluciones. Adicionalmente, el privilegio a las empresas de menor facturación acentúa los costos ambientales de devolución.

Estudios encargados el 2009 por el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad muestran que las empresas con flotas grandes de camiones, tienen costos logísticos significativamente menores las empresas pequeñas. Adicionalmente, el promedio de edad de estas flotas es de 3 años comparados con 10 años de las empresas pequeñas. La consecuencia que esto tiene, es que estás últimas tienen mucho mayor contaminación por partículas, riesgos de accidentes y de pérdidas de vidas mucho mayores y emisiones de CO2 significativamente superiores. Adicionalmente, empresas grandes se dividen solo para aprovechar la rebaja. Es decir, además de los efectos adversos en la productividad, en el medio ambiente estamos generando distorsiones significativas en nuestro sistema tributario.

Otro efecto adverso importante, de esta exención parcial del impuesto, es que la partición modal transporte de carga marítimo, ferroviario y camiones está seriamente distorsionada. En Países como Australia, Brasil y Canadá, entre el 40% y 60% de la carga se transporta por ferrocarril o barco. cambio en Chile es menos del 10% del total. Chile, por su estructura productiva, intensiva en carga granel y su extensión longitudinal debería tener una participación del transporte de ferrocarriles marítimo entre 30% y 40%. La distorsión aumenta los accidentes, los costos logísticos y genera costos ambientales y en vidas humanas.

Resulta curioso, que el Gobierno y la Cámara de Diputados estén dispuestos a ceder a las presiones corporativas a pesar de las adversas implicancias sociales y ambientales de legislar reduciendo el impuesto al diesel. También es notable que se abogue por una reforma tributaria que aumente la para invertirla en más equidad y al mismo tiempo se rebajen los impuestos que además cumplen un efecto económico y ambiental positivo. Esto slo se puede entender en el contexto del deterioro de la política chilena. Los actores políticos principalmente responden las presiones corporativas y se mueven por la ansiedad de obtener popularidad de corto plazo, sin importar las consecuencias de plazo de las decisiones que toman. Es lamentable que estemos avanzando por esta senda. Desafortunadamente, al final frustraremos posibilidad de llegar al desarrollo y eso lo pagarán caro los sectores más vulnerables que no tienen voz en nuestra sociedad.