Oposición sin liderazgo

Políticas redistributivas sin sustento fiscal son de corto alcance y en general terminan mal. El escenario es propicio para una reforma tributaria importante que permita reducir las desigualdades de manera permanente durante las décadas que vienen sin sacrificar el crecimiento.El gobierno se vio más ordenado esta semana, lo cual no es mucho decir, dada la evidente falta de conducción de los últimos meses. Finalmente hay esbozos de una estrategia con cierto grado de coordinación.

Las reformas de la educación propuestas por el gobierno se traducirán en proyectos de ley que irán al Congreso durante septiembre, independiente de si los estudiantes participan en la discusión o no. Un incremento de impuestos para financiar las reformas ha sido descartado, al menos por el momento. Y las reformas políticas más importantes, como el fin del binominal, también han sido desahuciadas por el oficialismo.

Concertación sin liderazgo
La Concertación, en cambio, sigue sin una estrategia. Los puntos en que concuerda con los líderes estudiantiles se han enfatizado una y otra vez, su cercanía afectiva con las protestas también. Pero son pocos los líderes concertacionistas que se atreven a disentir de los planteamientos estudiantiles en temas donde la ciudadanía intuye que hay diferencias importantes.

Los problemas de calidad y segregación en la educación son serios y resolverlos es uno de los grandes desafíos que enfrenta el país. Pero creer que se resuelven poniendo fin al lucro, simplifica las cosas más allá de lo razonable y constituye una falsa panacea.

La falta de consecuencia de la Concertación y de los líderes estudiantiles ante el Colegio de Profesores ha sido manifiesta. El trabajo que hacen los profesores es crucial, pero su dirigencia es parte del problema de la mala calidad de la educación. Todos los trabajadores de Chile somos evaluados todos los días, todos, menos los profesores que se niegan a ser evaluados o que su pago esté vinculado a su desempeño. Por muy impopular que sea, alguien tendrá que decir que mejorar la calidad de la educación básica y secundaria requiere de mejoras importantes en la calidad de los profesores, lo cual requiere más recursos, pero también una actitud muy distinta del profesorado.
La oposición ha enfatizado las deficiencias de la provisión privada de educación, ignorando los serios problemas que tiene la provisión pública. Así, por ejemplo, los líderes estudiantiles y de la Concertación no han pedido la más mínima garantía que asegure que los mayores aportes a las universidades públicas sean bien gastados. ¿A quién y en base a qué criterios rendirán cuenta las universidades públicas por cómo gastarán las nuevos recursos que financiaremos todos los chilenos? ¿Quién asegura una buena gestión  de recursos y reformas que mejoren el gobierno interno de las universidades? Si la Concertación no plantea estos temas, ¿quién lo hará?
A lo anterior se agrega que casi ningún líder opositor se ha atrevido a decirles a los estudiantes que el impacto de las reformas educacionales se notará sólo después de muchos años, seguramente décadas. Sin líderes dispuestos a comunicar este mensaje, tenemos garantizadas protestas estudiantiles recurrentes y una ciudadanía cada vez más frustrada.

Y por si todo lo anterior no bastara, son varios los líderes opositores felices de tirar por la borda todos los avances en educación de las últimas décadas. Los rendimientos en las pruebas Simce, Pisa y Timms vienen subiendo. Tomó tiempo, porque las reformas en educación toman tiempo en tener efecto, pero finalmente estamos mejorando. Un sólido estudio de McKinsey destaca a Chile como uno de los países con mayores avances en educación. Falta mucho por hacer, de eso no cabe duda, pero el desafío es cambiar lo que no funciona, no cambiarlo todo como propone más de un parlamentario concertacionista.

La excepción a la falta de liderazgo en la Concertación fue la oposición de los senadores Ignacio Walker y Andrés Zaldívar a los plebiscitos, manifestada durante la semana. Los restantes parlamentarios de la oposición que se pronunciaron sobre el tema apoyaron entusiastamente la idea de resolver temas técnicamente complejos por la vía plebiscitaria, renunciando así a su rol en una democracia representativa. Cuesta creer que Walker y Zaldívar sean los únicos parlamentarios concertacionistas opuestos a legislar  por la vía plebiscitaria.

La gran oportunidad
Para la Concertación va a ser impresentable negarse a legislar los proyectos que enviará el Ejecutivo al Congreso para mejorar la calidad y equidad de la educación, aun si los líderes estudiantiles y del magisterio persisten en la negativa de participar en el proceso. Si a lo anterior se agrega que es probable que durante septiembre el movimiento estudiantil pierda fuerza, la Concertación terminará perdiendo una oportunidad única para avanzar en temas que valora y que son importantes para el país. Como las reformas políticas y una reforma tributaria en serio.

Cuando el gobierno de Ricardo Lagos se vio sumamente complicado por el caso MOP-Gate, la oposición de aquel entonces decidió aprovechar la oportunidad para sacar adelante un plan ambicioso de reformas al Estado. Entre ellas la creación de la Alta Dirección Pública, que redujo sustancialmente el cuoteo político en cargos del Estado. A la Concertación no le gustó para nada esta reforma, pero estaba debilitada y tuvo que aceptarla.

Es probable que la mano que la Alianza dio al gobierno de Lagos no haya sido desinteresada. Contaba con que Lavín sería el próximo presidente y no era atractivo recibir un gobierno por los suelos. Cabe preguntarse, entonces, por qué la Concertación no ha sido más proactiva en la coyuntura actual. ¿No tiene propuestas en materia educacional? ¿No existen reformas que quiera priorizar para mejorar la política? ¿Duda de que será gobierno el 2014?

Las reformas políticas son el desafío más importante para hacerse cargo del fracaso que hemos visto en estas semanas de nuestra democracia representativa. Partidos políticos con prácticas poco transparentes, influencia excesiva del dinero en la política, cortapisas para registro de votantes y un empate por diseño entre la Concertación y la Alianza en el Congreso explican por qué la inquietud ciudadana respecto de la educación no se ha canalizado a través de los cauces habituales de una democracia. La Concertación tiene una oportunidad única para avanzar en estos temas, sobre todo en el binominal, fuente importante de la sobrerrepresentación de la UDI en la política chilena.

Algo similar ocurre con la posibilidad de una reforma tributaria. El argumento del gobierno de que las reformas en educación se financiarán con más crecimiento no resiste un análisis serio. Una política fiscal responsable fue uno de los hitos de los gobiernos de la Concertación y debiera seguir siéndolo. Políticas redistributivas sin sustento fiscal son de corto alcance y en general terminan mal.

El escenario es propicio para una reforma tributaria importante que permita reducir las desigualdades de manera permanente durante las décadas que vienen sin sacrificar el crecimiento.

Mucho se ha dicho sobre la falta de liderazgo en el gobierno, menos sobre la falta de conducción en la Concertación. La coyuntura política actual da una oportunidad única a la Concertación para avanzar en temas importantes para el país. Es de esperar que emerjan liderazgos que permitan aprovechar esta oportunidad.