Disputabilidad: ¿Un Nuevo Paradigma del Oligopolio o un Camino sin Salida?

Enrique Bour nos envió un nuevo artículo que publicaremos en 2 partes, debido a su extensión, la primer parte a continuación y la siguiente el viernes próximo.

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En 1982, William J. Baumol, John C. Panzar, y Robert D. Willig (de aquí en más, BPW) publicaron un libro, Contestable Markets and the Theory of Industry Structure, que replanteó toda la literatura existente hasta entonces en torno a la regulación de los monopolios. [1] Un mercado perfectamente disputable está definido toda vez que 1) todos los productores tienen acceso a la misma tecnología; 2) esta tecnología puede tener economías de escala, tales como costos fijos, pero no debe tener costos hundidos [2]; 3) las empresas titulares (e.d. que se encuentran activas en el mercado) no pueden cambiar los precios de forma instantánea; y 4) los consumidores responden en forma instantánea a las diferencias de precios. En semejante mercado, una firma ingresante prospectiva puede adoptar una táctica toco y me voy [3] sin considerar represalias, o interacciones oligopólicas con la empresa titular.

W. Baumol y R. Willig

En un libro que, según BW, abre nuevos caminos, [24] Helpman y Krugman esbozan una nueva teoría del comercio internacional con industrias perfectamente disputables en distintos países, en lugar de competitivas como en la teoría tradicional. Esta construcción permite analizar los efectos que imponen los rendimientos crecientes a escala en los procesos internos a las empresas, sin que sea necesario postular ninguna forma de conducta oligopólica o estratégica. Una de sus conclusiones es que el equilibrio por igualación de precios sustentables es una construcción muy útil para el análisis del comercio,  y que aún con economías de escala la ventaja comparativa es la que da forma a patrones de comercio con dotaciones factoriales distintas; y que existe una fuerte presunción de que habrá ganancias de comerciar cuando los mercados nacional e internacional sean disputables.

El trabajo más reciente sobre las propiedades de los costos de producción fue estimulado por la importancia que tienen para el tipo de estructura industrial de los mercados disputables. Weiztman [25] demostró que deben satisfacerse rendimientos constantes a escala si la demanda puede ser abastecida mediante la acumulación instantánea de inventarios que son repetidamente activados y desactivados sin costos adicionales. Concluyó que las oportunidades de entrada con la característica toco y me voy que son parte necesaria de la disputabilidad son entonces inconsistentes con los rendimientos crecientes a escala. Baumol y Willig respondieron que los  servicios no pueden ser acumulados como inventarios, aunque sea por un período breve, y la disputabilidad no requiere la capacidad de activar y desactivar sin costos – solamente exige la de vender sin ser vulnerable a la respuesta del titular del monopolio por un tiempo suficientemente largo como para que todos los costos de producción resulten reversibles desde el punto de vista económico.

Teece [26] analizó las fuentes de las economías de ámbito de aplicación, tanto desde el punto de vista teórico como en aplicaciones específicas. Gorman [27] dio resultados sobre economías de ámbito de aplicación donde se presentan complementariedades o anti-complementariedades en los costos marginales[28]. Bittlingmayer [29] hizo un análisis teórico a partir de funciones de costo con servicios múltiples para aerolíneas sobre la base de los costos de operación de las aeronaves. Halló economías de ámbito de aplicación de las rutas que salen del centro de actividad y la arquitectura de rutas que resulta eficiente desde el punto de vista del costo. Luego estudió estructuras tarifarias sustentables óptimas en sentido de Ramsey.

Resulta más difícil realizar una reseña suscinta de los trabajos teóricos sobre las relaciones entre disputabilidad y conducta estratégica de la empresa, porque está entrelazada con la masa de nuevas investigaciones de la organización industrial sobre conceptos de estrategia y solución del oligopolio. La disputabilidad perfecta, sostienen BW,  es un punto de referencia teórico que por construcción es inmune a consideraciones de comportamiento estratégico por fuerza de su supuesto de ausencia de costos económicamente hundidos y de compromisos irreversibles necesarios para entrar. Pero como señalaron Brock [30], Spence [31], y Schwartz [32], cabe investigar qué formas de juegos y modelos del oligopolio estratégico dan lugar a resultados consistentes o no con la disputabilidad. Aquí, Knieps y Vogelsang [33] formularon modelos de cantidades sustentables con resultados bastante distintos de los que se dan en mercados disputables, porque los ingresantes potenciales toman como datos las cantidades de los titulares más que los precios. Teniendo en cuenta el documento de Kreps y Scheinkman [34] ahora resulta claro que la conducta cantidad-aceptante refleja pre-compromisos de determinación de capacidad por empresas que, posteriormente y en forma simultánea, anuncian sus precios.

Por oposición, se consiguen resultados disputables como equilibrios de Nash en un juego de fijación de precios sin pre-compromisos (Mirman, Tauman y Zang [35]), y en un juego donde las curvas de oferta incluyen conjuntos de estrategias (Grossman [36]). BPW demostraron que los resultados disputables son condición necesaria de equilibrio en el límite a medida que los costos hundidos tienden a cero, usando un modelo en el que los precios de los titulares son rígidos al menos por un corto lapso. Maskin y Tirole [37] analizan un modelo de oligopolio dinámico que involucra empresas con costos fijos y demuestran que la solución se aproxima al resultado disputable a medida que las ventajas estratégicas caen a cero. En contraste, Dasgupta y Stiglitz [38] trabajan con modelos donde las ventajas estratégicas del titular sobre un único ingresante potencial, por pequeñas que sean, permiten al titular ganar beneficios económicos sin riesgo de entrada. Appelbaum y Lim [39] modelan una situación con disputabilidad endógena, determinada por los incentivos del titular a comprometer una cantidad de capacidad teniendo en cuenta la incertidumbre de la demanda y la evolución de los costos a través del tiempo.

Stefanadis [40] indica que la idea de una industria con costos hundidos que sea disputable si no tiene contratos de largo plazo recibió poca atención de la academia pero resulta popular entre los empresas que enfrentan demandas anti-monopolísticas. Formalizó el argumento, mediante un juego de repetición infinita en el que hay una clase de resultados disputables con un monopolista que vende en el mercado de contado y aplica precios más bajos a lo largo de la trayectoria de equilibrio con la idea de impedir que sus clientes acudan a contratos a largo plazo. Por lo tanto, la prueba crucial de disputabilidad es el nivel de los costos de transacción en el mercado de contratos latente.

BW extraen la conclusión de que hay mucha investigación excitante en el área de la conducta estratégica de las empresas, y que una de las formas de establecer diferencias entre los distintos modelos es la relación entre las soluciones de los juegos y los resultados que surgirían en mercados perfectamente disputables. Al momento, la relación parece resultar sensible a la estructura más fina de los juegos de los modelos, por lo cual es posible que la realidad empírica contenga relaciones más estables y robustas que la teoría del oligopolio en su estado actual.

Para terminar esta sección voy a mencionar un pequeño ensayo de Hans Melberg [41] que, reducido a su mensaje principal, asegura que “el famoso poeta romántico ruso Alexander S. Pushkin (1799-1837) ya conocía el mecanismo de los mercados disputables desde el siglo 19. Por ejemplo, cuando afirmó: “Las librerías pueden comprar una colección completa de ensayos por 1 rublo cada ejemplar y luego venderla por 5 o 6 rublos. En este caso, el autor podría producir una segunda edición más económica de su poesía, pero entonces la librería también podría reducir el precio bloqueando la nueva impresión. Son cosas como éstas las que nos resultan demasiado familiares a nosotros, ¡pobres autores!” Aquí lo importante es que el monopolista fijaría un precio tan elevado como pudiera, y le bastaría con la amenaza de reducirlo si apareciera algún competidor en el mercado, lo que suena plausible. Además tiene una fuerza que no tiene el argumento de los mercados disputables, porque no estará obligado a reducir su precio ya que lo único necesario es amenazar con hacerlo para alejar a los ingresantes. Pero existe un contra-argumento: la amenaza de reducir el precio si otro competidor entra al mercado puede no ser creíble. Es decir, si entrara un competidor, no sería rentable bajar el precio tanto como para que sea no rentable para el ingresante (p<Costo Medio). Pero Kreps y Wilson [42] demostraron que, si sus competidores tienen incertidumbre acerca de si el monopolista titular luchará contra los ingresantes, a aquél le resultará rentable luchar (ya que aumenta la reputación de dureza y fortaleza que disuade a los nuevos ingresantes y le permite al monopolista fijar un precio más elevado que el de un mercado perfectamente competitivo). Pero la teoría de Baumol, Panzar y Willig es correcta en el sentido de que sus conclusiones se siguen de sus premisas. Baumol, Panzar y Willig no sostienen que la teoría sea una perfecta descripción del mundo real. Están en lo cierto en subrayar que los costos de entrada y de salida son factores decisivos de competitividad de un mercado. Pushkin – como la mayoría de los poetas – también es un poco ambiguo. ¿Está diciendo en realidad que la amenaza de bajar el precio será suficiente para disuadir a los competidores potenciales, o sólo que la posibilidad de que haya un ingresante afectará en realidad al precio corriente?” Según Melberg, tal vez la respuesta correcta sea una combinación de ambas posibilidades.

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[1] Traduciré contestable como disputable. Otra versión es desafiable.

[2] Un costo hundido debe ser diferenciado de un costo fijo. Los costos hundidos son costos pasados (retrospectivos) en los que ya se ha incurrido y que no pueden ser recuperados. A veces son contrastados con los costos prospectivos, que son costos futuros en los que puede incurrirse o que pueden cambiarse si se adopta una decisión. Tanto los costos retrospectivos como los prospectivos pueden ser fijos (es decir, independientes del volumen producido) o variables (dependientes) (Wikipedia).

[3] Con esta expresión futbolística (originada en el jugador de Racing Club Luis Pentrelli, que se incorporó al lenguaje popular como sinónimo de no comprometerse) trato de traducir la expresión en inglés hit and run.

[4] La noción de precios sustentables se refiere a un conjunto de precios de equilibrio de mercado, tales que las empresas titulares tienen beneficios no negativos y no existe un incentivo para que entren nuevas empresas. Si se habla de precios de monopolio sustentables, el titular del monopolio puede, a esos precios, no tener pérdidas mientras que entrar no será rentable para los competidores (Daniel F. Spulber, Regulation and markets, MIT Press, 1989, p. 138).

[5] Este documento está basado en algunas ideas expuestas por William J. Baumol y Robert D. Willig, en Contestability: Developments Since the Book, Oxf. Econ. Pap. (1986) 38(supp): 9-36; Stephen Martin, The Theory of Contestable Markets, Purdue University, July 2000; William J. Baumol, Contestable Markets: An Uprising in the Theory of Industry Structure, The American Economic Review, Vol. 72, No. 1, (Mar., 1982), pp. 1-15; A. Dixit, Recent Developments in Oligopoly Theory, American Economic Review, Vol. 72, No. 2, Papers & Proceedings of the Ninety-Fourth Annual Meeting of the American Economic Association (May, 1982), pp. 12-17; y Elizabeth E. Bailey y William J. Baumol, Deregulation and the Theory of Contestable Markets, 1 Yale J. on Reg. 111 (1983-1984). Yo mismo usé parte de esta teoría en la sección 3 de Teoría Económica y Reforma del Estado, incluído en FIEL, El Fracaso del Estatismo – Una propuesta para la reforma del sector público argentino, Ed. Sudamericana-Planeta S.A., 1987.

[6] Fue en estos términos que Baumol se refirió a la nueva teoría, en su artículo para The American Economic Review de 1982 (ver nota 5). Agregó: “The address of the departing president is no place for modesty. Nevertheless, I must resist the temptation to describe the analysis I will report here as anything like a revolution. Perhaps terms such as «rebellion» or «uprising» are rather more apt. But, nevertheless, I shall seek to convince you that the work my colleagues, John Panzar and Robert Willig, and I have carried out and encapsulated in our new book enables us to look at industry structure and behavior in a way that is novel in a number of respects, that it provides a unifying analytical structure to the subject area, and that it offers useful insights for empirical work and for the formulation of policy.”

[7] Para un análisis detenido de la noción de Thomas Kuhn, véase el Capítulo 19 “Ciencia y Derecho” de mis Lecturas de Metodología Económica y Derecho (2009).

[8] Joe S. Bain, Barriers to Competition, 1956, p.1. Cambridge, Mass.: Harvard University Press.

[9] Bailey y Baumol dan como ejemplo de uno de los primeros documentos enrolados en la nueva corriente el de Harold Demsetz, Why Regulate Utilities?, Journal of Law and Economics, Vol. 11, No. 1, (Apr., 1968), pp. 55-65, como así uno más antiguo de Edwin Chadwick, 1859, Results of Different Principles of Legislation and Administration in Europe; of Competition for the Field, as Compared with Competition within the Field of Service. 22 Royal Stat. Soc’y J., 381–402.

[10] George Joseph Stigler, The organization of industry, University of Chicago Press, 1983, p.70: “la libre entrada, en nuestra terminología, es el ingreso de firmas que no sufren diferenciales de costo con respecto a las firmas existentes. La libre entrada es compatible con enormes requerimientos de capital (que tal vez sean la fuente de economías de escala)”.

[11] William J. Baumol and Kyu Sik Lee, Contestable markets, trade and development, World Bank, 1991.

[12] Kenneth G. Elzinga y David E. Mills, en Predatory Pricing and Strategic Theory, incluyen un conjunto de casos planteados ante los tribunales.

[13] Surge un monopolio natural cuando el mayor oferente de una industria, que a menudo es el que apareció en primer término, tiene una ventaja decisiva sobre sus competidores reales y potenciales en términos de costo. Lo cual tiende a ser el caso de industrias con fuertes inversiones de capital que dan lugar a economías de escala amplias con respecto al tamaño del mercado, y con ello a barreras de entrada elevadas; entre otros ejemplos, cabe mencionar a los servicios públicos (aguas y cloacas, electricidad). Resulta costoso construir redes de transmisión (transporte de agua y gas, electricidad y líneas telefónicas); luego, un competidor potencial probablemente no haría la inversión necesaria para entrar al mercado del monopolista. Una industria constituye un monopolio natural si su función de costos es subaditiva a lo largo del rango relevante de producción. Hay quienes objetan este concepto (ver Thomas J. DiLorenzo, El Mito del Monopolio Natural, The Review of Austrian Economics Vol. 9, No. 2 (1996)). Con Carlos Carman hemos tratado el tema del sector eléctrico de Argentina en el paper Cables Sueltos – La Trasmisión Eléctrica en la Provincia de Buenos Aires (Comedia), 2003.

[14] Ver William J. Baumol, Dietrich Fisher, and M. Ishaq Nadiri, Forms for Empirical Cost Functions to Evaluate Efficiency of Structure Industry, May 1979, New York University.

[15] Gerald R. Faulhaber and Stephen B. Levinson, Subsidy-Free Prices and Anonymous Equity, The American Economic Review, Vol. 71, Issue 5 (Dec., 1981), 1083-1091.

[16] William W. Sharkey, Existence of Sustainable Prices for Natural Monopoly Outputs, The Bell Journal of Economics, Vol. 12, No. 1 (Spring, 1981), pp. 144-154; id., The Theory of Natural Monopoly, Cambridge University Press, 1983.

[17] Daniel F. Spulber, Scale economies and existence of sustainable monopoly prices, Journal of Economic Theory, Volume 34, Issue 1, October 1984, Pages 149-163. En este artículo, se observa que el tamaño de una empresa con relación a la demanda del mercado resulta crucial para establecer si existen precios de monopolio sustentables. En el caso de un único producto, el tamaño es el que corresponde a la mínima escala eficiente. En el caso multi-productor, el tamaño queda definido por un conjunto de productos en los que se hacen presentes complementariedades entre los costos. Spulber demuestra que si el tamaño es suficientemente grande, existen precios equitativos anónimos en el sentido de Aumann-Shapley. Estos precios son muy usados para la distribución de los costos en empresas multiproductoras, y resultan en una suerte de promedio ponderado. P.ej., Dov Samet, Yair Tauman y Israel Zang, en An Application of the Aumann-Shapley Prices for Cost Allocation in Transportation Problems, Mathematics of Operations Research, Vol. 9, No. 1, (Feb., 1984), pp. 25-42, usan estos precios que reflejan, “en cierto sentido, la contribución de cada unidad de carga al costo total de transporte, en cada destino”. Además, a estos precios el monopolio natural resulta sustentable en contra de la entrada de firmas rivales.

[18] Thijs ten Raa, Supportability and Anonymous Equity, Journal of Economic Theory 31, 176-181 (1983); Resolution of Conjectures on the Sustainability of Natural Monopoly, The RAND Journal of Economics, Vol. 15, No. 1. (Spring, 1984), pp. 135-141.

[19] Leonard J. Mirman, Yair Tauman and Israel Zang, Supportability, Sustainability, and Subsidy-Free Prices, The RAND Journal of Economics, Vol. 16, No. 1 (Spring, 1985), pp. 114-126.

[20] J. C. Panzar and A. Postlewaite, The Sustainability of Ramsey Optimal Non-linear Prices, mimeo, 1985.

[21] Motty Perry, Sustainable positive profit multiple-price strategies in contestable markets, Journal of Economic Theory, Volume 32, Issue 2, April 1984, Pages 246-265.

[22] Herman C. Quirmbach, Vertical Integration, Contestable Markets, and the Misfortunes of the Misshaped U, RAND Co. Santa Monica CA, June 1982.

[23] Las empresas integradas verticalmente están unidas por una jerarquía y comparten un mismo dueño. Generalmente, los miembros de esta jerarquía desarrollan tareas diferentes que se combinan para satisfacer una necesidad común. Esa necesidad común proviene de generar economías de escala en cada empresa, y sinergias dentro de la sociedad. Todo ello traducido en la búsqueda tanto de mayores beneficios como de generar mayor valor agregado partiendo del sector primario, hasta el consumidor final. Debe ser diferenciada de la integración horizontal. El ejemplo clásico de la integración vertical es el de las empresas petroleras: una misma empresa puede reunir bajo su control tareas disímiles como exploración, perforación, producción, transporte, refinación, comercialización, distribución comercial y venta minorista de los productos que procesa. En el campo de la agroindustria también son muy frecuentes los casos de integración vertical. Una empresa azucarera, por ejemplo, puede estar en manos de una compañía que tiene sus propias plantaciones de caña de azúcar, sus ingenios o centrales azucareras, fábricas de ron y de otras bebidas y licores, sus marcas comerciales y sus propios medios de transporte. Por otra parte, la integración horizontal es una teoría de la propiedad y el control. Es una estrategia utilizada por una sociedad que busca vender cierto producto en numerosos mercados. Para alcanzar esta cobertura de mercado, son creadas varias empresas subsidiarias. Cada una comercializa el producto para un segmento de mercado o para un área diferente. A esto se lo llama integración horizontal de marketing. La integración horizontal de producción se produce cuando una compañía tiene plantas en diferentes puntos produciendo productos similares. Es mucho más común la integración horizontal en marketing, que en producción (Fuente: Wikipedia).

[24] Elhanan Helpman and Paul R. Krugman, Market Structure and Foreign trade: Increasing Returns, Imperfect Competition, and the International Economy, MIT Press, 1987.

[25] Martin L.Weitzman, Contestable Markets: An Uprising in the Theory of Industry Structure: Comment, The American Economic Review, 73 (1983), Issue 3 (June), pp. 486-87.

[26] David J. Teece, Economies of Scope and the Scope of the Enterprise,  Journal of Economic Behavior and Organization, 1, 1980.

[27] Ian E. Gorman, Conditions for Economies of Scope in the Presence of Fixed Costs, The RAND Journal of Economics, Vol. 16, No. 3 (Autumn, 1985), pp. 431-436.

[28] Existe (anti) complementariedad de costos marginales cuando el costo marginal de producir un bien (aumenta) se reduce al aumentar la producción de otro producto. Para un ejemplo de estos tipos de funciones de costo en la industria pesquera, v. Dales Squires and James Kirkley, Production Quota in Multiproduct Pacific Fisheries, Anal of Environmental Economics and Management 21, 109-126 (1991).

[29] George Bittlingmayer, The Economics of a Simple Airline Network, Wissenschaftszentrum Berlin für Sozialforschung, March 1986.

[30] William A. Brock, Contestable Markets and the Theory of Industry Structure: A Review Article, The Journal of Political Economy, Vol. 91, No. 6 (Dec., 1983), pp. 1055-1066.

[31] Michael Spence, Review: Contestable Markets and the Theory of Industry Structure: A Review Article, Journal of Economic Literature, Vol. 21, No. 3 (Sep., 1983), pp. 981-990.

[32] Marius Schwartz, The Nature and Scope of Contestability Theory, Oxford Economic Papers, New Series, Vol. 38, Supplement: Strategic Behaviour and Industrial Competition (Nov., 1986), pp. 37-57.

[33] Gunter Knieps and Ingo Vogelsang, The Sustainability Concept under Alternative Behavioral Assumptions, Bell Journal of Economics, Vol. 13 (1982), Issue 1 (Spring), pp. 234-241.

[34] David M. Kreps and Jose A. Scheinkman, Quantity Precommitment and Bertrand Competition Yield Cournot Outcomes, The Bell Journal of Economics, Vol. 14, No. 2 (Autumn, 1983), pp. 326-337.

[35] Leonard J. Mirman, Yair Tauman and Israel Zang, Monopoly and Sustainable Prices As a Nash Equilibrium in Contestable Markets, Discussion Paper Nº 562, May 1983.

[36] Sanford J. Grossman, Nash Equilibrium and the Industrial Organization of Markets with Large Fixed Costs, Econometrica, Vol. 49, No. 5 (Sep., 1981), pp. 1149-1172.

[37] Eric Maskin and Jean Tirole, A Theory of Dynamic Oligopoly, I: Overview and Quantity Competition with Large Fixed Costs, Econometrica, Vol. 56, No. 3 (May, 1988), pp. 549-569; A Theory of Dynamic Oligopoly, II: Price Competition, Kinked Demand Curves, and Edgeworth Cycles, Econometrica, Vol. 56, No. 3 (May, 1988), pp. 571-599.

[38] P. Dasgupta and J. Stiglitz, Sunk Costs, Competition, and Welfare, mimeo, 1985.

[39] Elie Appelbaum and Chin Lim, Contestable Markets under Uncertainty, The RAND Journal of Economics, Vol. 16, No. 1 (Spring, 1985), pp. 28-40.

[40] Chris Stefanadis, Sunk Costs, Contestability, and the Latent Contract Market,Federal Reserve Bank of New York, April 1999.

[42] David M. Kreps and Robert Wilson, Sequential Equilibria, Econometrica, Vol. 50, No. 4 (Jul., 1982), pp. 863-894.