¿Por qué tenemos inflación hoy en Argentina?

En mi entrada del 6 de Febrero los traté de convencer que la respuesta inmediata a la pregunta del título hay que buscarla en el Banco Central: porque aumenta la cantidad de dinero.  Esta respuesta, tan contundentemente cierta, sugiere una nueva pregunta: ¿Por qué el Banco Central aumenta la cantidad de dinero? Hoy quiero discutir un poco esta segunda pregunta. Y les adelanto la respuesta: no estoy seguro.

La inflación y el futbol tienen algo en común: son pocos los países que lo hacen mejor que nosotros. Por lo cual podemos ir a revisar nuestra historia y tratar de aprender de ella. Porque no es tan difícil entender por qué la Argentina es tristemente celebre cuando de inflación se trata.

El problema macroeconómico más importante de la Argentina entre 1970 y 2002 fue el déficit fiscal crónico. Esto es, un estado que sistemáticamente gastó más de lo que recaudó. ¿Cómo hace un estado para financiar la diferencia? La experiencia nos muestra que hay varias maneras, pero una de las más comunes es pedirle al Banco Central que imprima dinero fresco para hacer frente a los gastos. El problema es que esa estrategia genera inflación.

El siguiente gráfico muestra la evolución del déficit fiscal, como porcentaje del producto total de la economía Argentina (eje izquierdo) y de la tasa de inflación (eje derecho) definida como el logaritmo del índice de precios al consumidor en un año dividido por el del año anterior, desde 1966 a 1998.

Hasta principios de la década del setenta, la inflación era relativamente alta, crónica, empujada por déficits cercanos al 1,5% del producto. Con la escalada del déficit en el año 75 experimentamos nuestra primera crisis inflacionaria (un chiste comparada con las que venían, pero en esa época no lo sabíamos…). Con la escalada en 1985 experimentamos la segunda; con la nueva escalada del 89 la tercera. Una pregunta interesante es por qué, si la escalada del 89 no fue tan grande como la del 85 o la del 75, la inflación fue mucho peor. Hay mucho paper escrito sobre esto, pero ese no es el tema de hoy.

Finalmente, la bajada de la inflación en el 91, con la convertibilidad, es coincidente con los dos únicos años (92 y 93) en todo el periodo, de superávit fiscal. No hay que engañarse, a la inflación en 1991 no la derrotó la ley de convertibilidad, la derrotó el superávit fiscal. Si no hubiera habido superávit fiscal, la convertibilidad hubiera durado menos que el Plan Austral de 1985. ¿Cómo se financiaron los déficits del 94 en adelante? A esa altura, con el plan Brady en marcha, el estado pudo volver a endeudarse, así llegamos a la crisis de la deuda del 2001.

¿Es esta la explicación de la inflación que tenemos en Argentina hoy? No me parece. Hubo superávit fiscal primario muy grande (superior al 3% del producto en promedio) desde 2003 al 2008.  Se redujo en 2009 y 2010,  pero en este ultimo año alcanzó para pagar los intereses (Estoy convencido que si éstos hubieran sido los superávits entre 1994 y 2000, hoy estamos con el 1 a 1).

Estos números sugieren entonces que el motivo por el cual el Banco Central aumenta la cantidad de dinero entre el 30% y el 40% no es para financiar gasto en exceso de lo recaudado. Está claro que un 30% de inflación con una base monetaria – según BCRA – cercana al 10% del producto implica una buena cantidad de recursos, muy útiles en año electoral. ¿Pero son esos recursos más importantes que reducir la inflación a la hora de llenar urnas con votos? No me lo creo.

Otra manera de entender la que sucede, es que el Banco Central está siguiendo una política de tipo de cambio controlado. Según esta hipótesis, en un intento de mantener un “tipo de cambio alto”, el Banco Central no quiere que el tipo nominal de cambio baje.

El tema es que en un escenario de términos de intercambio muy favorables, existe presión para que el tipo de cambio baje o que la inflación suba. Un ejemplo claro lo tenemos en nuestros vecinos que adoptaron, con éxito, políticas de “inflation targeting”, Chile y Brasil. En ambos países, el tipo de cambio ha bajado bastante en los últimos tiempos – cosa que pueden atestiguar las billeteras de los que decidieron pasar allí las ultimas vacaciones – y la inflación se ha mantenido baja.

Si nuestro Banco Central no quiere dejar caer el tipo de cambio, la presión estará en la suba de precios y habrá inflación. Entendiendo como es el mecanismo de ajuste, el Banco Central aumenta la cantidad de dinero para convalidar el aumento de precios.

Bajo esta hipótesis, debería ser cierto que, en un escenario de precios internacionales que no sigan subiendo, el Banco Central presente programas monetarios donde no se aumente la cantidad de dinero, la inflación se detenga y el ajuste se haga via aumento en el tipo nominal de cambio. Tampoco me lo creo.

O tal vez existe una visión Keynesiana tradicional, en la cual un poquito más de inflación que lo que todos pensamos impulsa, via efectos tipo curva de Phillips, el consumo y la producción, lo cual en un año electoral, mete votos en las urnas. Quizas esta es la razón. Pero si es así, Barro y Gordon nos pasaran la factura.