¿Por qué tenemos inflación?

En estos últimos días se ha debatido bastante en los medios las cusas de la inflación que estamos viviendo en la Argentina. Es la puja distributiva de precios y salarios? Es el poder económico de los monopolios? Es la poca oferta y la capacidad instalada ociosa? Es la falta de independencia del banco central? Es la concentración económica? Esta nota va analizar las causas de la inflación en Argentina en base a la teoría cuantitativa del dinero, la teoría de inflación estructural y la teoría sobre los determinantes de la política monetaria de Barro-Gordon.

Cuando un economista piensa en la inflación, lo primero que le viene a la mente es la teoría cuantitativa del dinero. La misma dice que la inflación es igual a la tasa de crecimiento del dinero. Si tenemos en cuenta el crecimiento de la demanda de dinero que se desprende del crecimiento de la economia la inflación es igual a la diferencia entre la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero y la tasa de crecimiento de la economía. La teoría también predice que el dinero es neutral. Es decir, aumentos en la cantidad de dinero causan aumentos en el nivel de precios y no tienen ningún efecto sobre el nivel de actividad económica.

La teoría cuantitativa data al menos de los ensayos sobre dinero e interés de David Hume (1752). Hay pocas proposiciones en economía sobre las que haya tanto acuerdo entre economistas y evidencia tan contundente como la que hay sobre la validez de la teoría cuantitativa en el largo plazo.  Guillermo Bozzoli en su contribución a 1000 palabras del viernes 12 de noviembre nos provee evidencia para 134 años de historia monetaria argentina. George Mc Candless, un economista del BCRA, junto con Warren Weber, de la reserva federal, nos ofrecen evidencia internacional.  Estos economistas calcularon la tasa de creación de dinero y la tasa de inflación promedio a lo largo de 30 años (1960-1990) para 110 países y encuentran que como predice la teoría todos los puntos están alineados sobre una línea con pendiente de 45 grados.

Dinero e Inflación. Mc Candless Weber (1995)

Dinero e Inflación. Mc Candless Weber (1995)

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En palabras de Robert E Lucas Jr. al recibir su premio nobel en 1995:  La teoría cuantitativa, en el largo plazo, “… applies, with remarkable success, to co-movements in money and prices generated in complicated, real-world circumstances. Indeed, how many specific economic theories can claim empirical success at the level exhibited in Figure 1?

Dinero y Crecimiento

Dinero y Crecimiento. Mc Candless Weber (1995)

McCandless y Weber también encuentran que no es cierto que los países que emiten más dinero crecen más. Esto es bastante razonable dado que si el crecimiento sostenido se lograse emitiendo dinero no habría países pobres en el mundo

Juan Pablo Nicolini en un trabajo de 2009 extiende el trabajo de Mc Candless and Weber analizando también la relación de corto plazo en un modelo con shocks a la demanda de dinero (aquí están sus gráficos de los datos).  Esta evidencia nos permite concluir como Milton Fridman, premio nobel 1976, que la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario. La pregunta clave entonces es porque el BCRA emite tanto dinero.

El impulso inicial de la inflación puede entenderse con la teoría de la inflación estructural desarrollada por Julio Olivera (entre otros) y un análisis de la determinación del tipo de cambio real. La teoría de la inflación estructural dice que si los precios son inflexibles a la baja, los cambios de precios relativos necesariamente se transforman en inflación y supone que la política monetaria acomoda estos cambios en la inflación. La interpretación de la evidencia de la teoría cuantitativa es que la causalidad va de la inflación a la cantidad de dinero (la política monetaria es pasiva).  Lo curioso es que en nuestro caso el precio clave que es inflexible a la baja es un precio que controla el BCRA: el tipo de cambio nominal.

A mediados de la década pasada, las monedas de muchos países de la región se empezaron a apreciar en términos reales a raíz del aumento en los precios de los bienes primarios que exportamos. Este boom aumento la demanda por consumo e inversión de bienes domésticos. Dado que la oferta de los mismos se ajusta poco en el corto plazo, su precio relativo al de los bienes que se comercian internacionalmente tiene que subir. Este fenómeno se da en todos los países y es independiente del nivel de concentración de la industria.

En Argentina, la autoridad monetaria eligió implementar la apreciación real a través de la inflación, con un tipo de cambio fijo. En vez de dejar que se aprecie la moneda, el banco central compro reservas emitiendo pesos. Nuestros vecinos que persiguen metas de inflación, Chile y Brasil, eligieron apreciar su tipo de cambio real dejando apreciar sus monedas y teniendo menos inflación.  Esta inflación estructural no debería ser persistente ya que una vez que los precios nominales se han ajustado y el tipo de cambio real llega a su valor de equilibrio la misma debería frenar. Sin embargo, el riesgo es que los agentes económicos incorporen estas expectativas de inflación en sus planes. Esto nos lleva al tercer factor de nuestro análisis: el manejo de expectativas inflacionarias.

Hace unos 30+ años Kydland y Prescott (premio nobel 200x) y Barro y Gordon (1983) estudiaron los incentivos de una autoridad monetaria que quiere tener la inflación baja y el empleo alto en una economia en la que el nivel de empleo depende del salario real. Si el mismo es demasiado alto, el empleo baja. El problema estudiado en estos trabajos es que si los empresarios y trabajadores piensan que la inflación va a ser alta (como es el caso en la Argentina de 2010) van a negociar aumentos de salarios basados en estas expectativas. Una vez que los salarios están decididos si la autoridad monetaria no imprime el dinero que convalide las expectativas de inflación, los salarios reales son demasiado altos y hay desempleo. Como a la autoridad monetaria no le gusta el desempleo, imprime el dinero. Esto que parece una puja distributiva entre precios y salarios es la consecuencia del fracaso de la autoridad monetaria en convencer a los agentes económicos que la inflación va a ser baja. En países con expectativas inflacionarias ancladas el conflicto entre monopolios sindicales y patronales no resulta en inflación.  Si todos piensan que la inflación va a ser baja, al negociar los salarios los aumentos nominales van a ser más moderados.  En este caso, la autoridad monetaria elegirá una tasa de inflación baja e imprimir poco dinero.

Para concluir, la inflación que vivimos en Argentina se originó en la inflexibilidad del tipo de cambio a la baja y en el fracaso del banco central en convencer a los agentes económicos  que va a cumplir con el mandato de su carta orgánica: mantener el valor de la moneda. Si la autoridad monetaria lograse convencer a los agentes económicos que tiene una meta de inflación baja, sería posible reducir la inflación sin tener un costo alto en términos de desempleo (Sargent, 1982)

Referencias

Barro, Robert J & Gordon, David B, 1983. «A Positive Theory of Monetary Policy in a Natural Rate Model,» Journal of Political Economy, University of Chicago Press, vol. 91(4), pages 589-610, August.

Finn E. Kydland, Edward C. Prescott, 1977. Rules Rather than Discretion: The Inconsistency of Optimal Plans, The Journal of Political Economy, Vol. 85, No. 3 (Jun.), pp. 473-492

Robert E Lucas Jr., 1995. Monetary Neutrality. Nobel Price Lecture.

George T. McCandless, Jr. & Warren E. Weber, 1995. «Some monetary facts,» Quarterly Review, Federal Reserve Bank of Minneapolis, issue Sum, pages 2-11.

Juan Pablo Nicolini, 2009, Evidencia internacional sobre la teoría cuantitativa del dinero.

Julio H. G. Olivera, 1964. On Structural Inflation and Latin-American ‘Structuralism’, Oxford Economic Papers, New Series, Vol. 16, No. 3 (Nov., 1964), pp. 321-332

Thomas J. Sargent, 1982. «The Ends of Four Big Inflations,» NBER Chapters, in: Inflation: Causes and Effects, pages 41-98 National Bureau of Economic Research, Inc